Un sitio para las pinturas

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Efran recibió un correo que no esperaba, tendría que ir a la casa de su difunto hermano.

Un día después introduce la llave en la puerta enrollable del local bastante simple, que es únicamente una puerta normal y una enrollable en una zona con edificios iguales, le cuesta un poco desatrancarla, pero al fin la hace girar y luego sube la pesada y ruidosa pieza de metal, que provoca un ruido que le resulta ligeramente molesto. El lugar no es grande y ahora recibe algo de luz del sol, lo que permite apreciar mejor el improvisado estudio de pintura, llena de estas por las paredes y algunas en el suelo.

—¿Él hizo todas estas? —Voltea a ver al abogado.

—Es correcto —Abre su carpeta y se adentra con cuidado.

Efran observa uno los diferentes cuerpos anotómicamente correctos, en poses extrañas de una pintura, pasa a la siguiente imagen al óleo donde se ve a alguien en cuclillas contemplando una planta con cara humana.

—Su estilo no es muy realista… —No había visto nunca ninguna de las pinturas, pero sabía que su hermano pintaba.

—Y por eso no se las dejo a cualquiera —El abogado aparta de la mesa un libro de psiquiatria y limpia el polvo para colocar en la madera su carpeta, donde hay una lista de las pinturas con una breve descripción de cada una—, son veinte completas, en cuanto las termine de contar podremos firmar y usted será el legítimo dueño, si quiere le ayudo a subirlas al auto.

Efran se acerca al abogado, con una duda en mente.

—¿Está usted seguro de que no le dijo que las quería vender? —Pregunta de nuevo—, o hizo una insinuación… o si quería regalárselas a su novia… es que, tengo entendido que el testamento fue hecho hace mucho…

—Si bien es cierto —El abogado toma un tono algo informal—, el señor Gestav era mucho de cambiar de opinión, en todas las conversaciones que tuvimos, que la verdad no eran tantas, nunca dio algún indicio de cambiar alguna cosa del testamente. Por la tanto, y según se estipula, usted será el dueño de todas sus pinturas que no tengan un destino establecido, y puede hacer con ellas lo que quiera.

El abogado ve que su interlocutor no dice nada, solo empieza pensar, por lo que el trabajador comienza a comparar cada descripción de cada cuadro con la lista, para asegurarse que estén completos. Para Efran el testamento no tiene mucho sentido, su hermano no mantenía contacto con él, nunca lo invitaba a los museos donde lo publicaban, ni a la fiesta de celebración de la venta de su cuadro más caro ¿Y ahora le da la totalidad de sus cuadros sin vender? Efran siente que se ha perdido algo.

Unos minutos después él firma el documento, y luego el abogado en la parte que le corresponde, guarda el documento con cuidado en la carpeta, la sujeta bien y estrecha la mano de Efran en tono de despedida.

—Si quiere darme un cuadro como agradecimiento, no estaría mal —bromea—, es posible que suban de precio en las próximas semanas.

—La verdad no sé qué hacer con ellos —reflexiona mientras lo acompaña fuera del garaje—, me entere hace unos meses que se peleó con alguien de un museo y que no quería mostrar más ahí sus obras.

—Ah sí. Justo yo le dije que era mejor que arregle sus diferencias, pero no se logró —Camina fuera del estudio y se acercan a su auto—. Pero puede negociar con otra institución, seguro hay gente interesada en comprar algunas de sus últimas obras.

—Seguro que sí, pero antes que hacer eso, necesito estar seguro de que eso es lo que él hubiera querido.

—Oh vaya —Arrepentido—, sabe una cosa… había tenido una mala imagen de usted, por lo poco que escuche de su persona, pensé que no se llevaba bien con la familia, y con Gestav.

—No se equivoca —aclara—, no nos llevamos bien, nunca he ido a las reuniones familiares, ni a las bodas ni nada, pero eso no significa que no respete el trabajo de mi hermano, o su memoria.

—Ah ya veo —Aclara sus ideas—. Siendo ese el caso, le recomiendo que hable con su novia y con su propia madre, ellas quizás puedan darle una idea de que es lo que Gestav habría querido.

—Tiene razón, es lo que hare.

—Genial —Busca las llaves de su auto—. ¿Quiere que lo acerque a su casa, o se quedara viendo los cuadros un rato más?

Efran lo piensa, ya vio lo que tenía que ver, las pinturas le parecieron tan buenas que no lo admitirá, y prefiere no pasar tiempo cerca de ellas.

—Si me acerca a mi casa, se lo agradecería bastante.



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En el texto hay: duelo, desiciones, pinturas

Editado: 12.02.2025

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