Un sitio para las pinturas

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Efran logro concertar una reunión para el día siguiente, de modo que fue en un bus casi vacío para la galería de Los Rios, esa ciudad le pareció un poco más limpia y que mantenía la misma esencia en las calles, a excepción de la zona central, donde hay más decorados artísticos como estatuas pequeñas en una pequeña plaza cerca de la galería, que parece un caja de zapatos.

Tuvo que esperar solo unos pocos minutos cuando llego el señor Maleki, un hombre de unos cincuenta años, delgado y de cabello peinado lo justo para parecer algo revuelto, quien dijo lamentar la perdida de Gestav.

—Gracias por sus palabras, quería hablar de los asuntos que tenían con él —Efran, caminaba junto al hombre por el ancho pasillo que daba a donde se encuentra una exposición de arte gótico.

—Era muy prometedor —dijo el dueño del sitio, con sus manos en la espalda—, aunque eso lo ha de saber usted mejor que yo.

—Sí, algo… —Mira una pintura, con tonos mucho más oscuros, se trata de alguien cayendo hacia el suelo desde un edificio—. Entonces… supe que tuvieron una reunión, ustedes y él.

—Oh, por supuesto —contesta con un poco de orgullo—, fue muy fructífera, hablamos de su visión artística y la mía. Él creía en que cada obra servía para que quien la vea la haga suya, por medio de darle su propia interpretación, yo en cambio pienso que el arte sirve para transmitir una idea clara, así no sea tan visible para los demás.

—Supongo entonces que congeniaron.

—Yo diría que si —En su mente, evalúa su respuesta y llega a la conclusión de que así es. Caminan a la siguiente pintura—, sí, definitivamente, es agradable hablar con personas que piensan diferente y exponer sus puntos de vista sin que se genere una discusión.

—Sin embargo, no acepto al final hacer una exposición con ustedes…

—Eso fue lo raro —dirige su mirada, del cuadro de una ventana oscura a Efran—, dijo que estaba bastante seguro de aceptar, que le encantaría ver sus cuadros en esta galería y que estaba emocionado, se llevó la copia del contrato, diciendo que “lo más seguro” era que en unos días le confirmaría, pero no supimos más de él.

Efran se quedó meditando unos segundos en por que Gestav habría querido cambia de opinión.

—Pero… ¿ustedes no le enviaron algún mensaje? Para que confirme.

—Yo me encargaba de eso —aclaro, y veía que vino un grupo de amigos a ver la exposición—, pero no me gusta rogar. Sé que esto sonara egocéntrico pero, estar aquí es un lujo, si alguien debería insistir son los artístas, no nosotros.

—¿Entonces no recibieron ninguna señal de vida?

—La verdad es que no, ni en mi correo… —Saca su teléfono, suena al teclear, revisa su aplicación de chat—, ni me llego ningún mensaje, no dijo ni sí ni no, hasta pensé que le paso algo, y como luego otro artista nos pidió el sitio pues me centre más en eso.

—Eso sí que es extraño.

—Muy pocas veces nos ha pasado —Caminan al siguiente cuadro, para ver un cráneo en un frasco—, por lo que si, es raro ¿No se ocupó en otro proyecto?

—Que sepamos no, ahora no se si quería exponer aquí, y necesito saberlo para ver que hago con los cuadros.

—Bueno, si quieres y cuando estés seguro, lógicamente, aquí podemos organizar una subasta.

—Eso podría estar bien, lo tomare en cuenta —Mira el cráneo, que le recuerda la inevitabilidad de la muerte—, pero mientras… creo que revisare su estudio, quizás haya algo que me dé una pista sobre qué hacer.



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En el texto hay: duelo, desiciones, pinturas

Editado: 12.02.2025

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