Un Trato Obsceno

¿Una aventura con tu tío?

Daisy

*La noche anterior.

Hoy no puedo seguir con esta incertidumbre que me carcome. La cocina del restaurante de mi padre, mi refugio habitual, se siente ahora como una jaula que me impide descubrir la verdad. Mis sospechas sobre Felipe no dejan de crecer, y la idea de que podría estar viéndome la cara se ha convertido en un peso insoportable. Salgo de la cocina, limpiándome las manos con un trapo, lo dejo caer en cuanto llego al vestidor. Sé lo que debo hacer.

El vestido de lentejuelas doradas cuelga del perchero. Lo elegí esta mañana después de hablar con Sabina. Mi prima, siempre directa y práctica, no dudó en plantar la semilla en mi mente: "Si tienes dudas, Daisy, sal y comprueba la verdad tú misma". Me miro en el espejo mientras deslizo el vestido sobre mi cuerpo. Ajustado, provocador, demasiado para mi estilo habitual, pero justo lo que necesito para esta noche. Si Felipe está con otra, lo sabré.

Nuestro noviazgo empezó cuando tenía dieciocho. Cuatro años juntos, construyendo lo que yo creía que era un futuro sólido. Todo cambió cuando le propuse vivir juntos. En lugar de la emoción que esperaba, me encontré con excusas vagas. Dijo que nuestros trabajos nos ocuparían tanto que nunca nos veríamos. Lo acepté, desilusionada, resignada, porque lo amo. Siempre lo he amado. Solo que ahora, ese amor comienza a tambalearse bajo el peso de sus constantes ausencias y de la frialdad que parece crecer entre nosotros.

Sabina tenía razón. Felipe nunca esperará que yo lo busque. Me conoce como la joven tranquila y trabajadora que no sale de fiesta, que dedica sus días a la cocina del restaurante de su padre. Cree que soy una tonta. Y tal vez lo he sido, al confiar ciegamente en él. Esta noche, eso cambia.

Salgo del restaurante por la puerta trasera, cuidándome de que nadie me vea. Mi padre no está hoy, aunque si alguien llegara a mencionarle que me vio con este vestido, no tardaría en interrogarme. No puedo decirle que voy tras Felipe. Si llega a descubrir que su yerno me es infiel, no dudaría en ir a buscarlo para ajustarle cuentas, y lo último que quiero es un escándalo.

El motor de mi coche ruge suavemente mientras avanzo por las calles iluminadas de la ciudad. Diez minutos después, estoy estacionando a media cuadra del bar donde sé que Felipe dijo que estaría "con amigos". Camino con paso firme, aunque cada mirada que recibo de los hombres en la calle me pone los nervios de punta. Algún día, tal vez, alguien que no sea Felipe logre interesarme, por ahora, mi corazón aún le pertenece... o al menos lo que queda de él.

Frente al bar, el guardia en la entrada me deja pasar sin titubear. Sabina tenía razón: nadie le niega la entrada a una joven con un vestido como este. Mi cabello negro, suelto y brillante, y mi mirada verde, afilada como un felino, completan el cuadro que proyecta una seguridad que no siento. Me adentro en el lugar, la música y el murmullo de las conversaciones llenan el ambiente, solo que yo tengo un objetivo claro.

Subo las escaleras hacia el primer piso. Conozco el camino; he estado aquí antes, siempre con Felipe. Hasta ahora. Mis manos tiemblan ligeramente mientras alcanzo la puerta del reservado donde sé que estará. Si está con sus amigos, será un alivio. Si no… Mi pecho se aprieta al considerar la posibilidad.

Empujo la puerta y ahí está. El tiempo se detiene. Él no me ve al principio, pero yo lo veo todo. Felipe está sentado en el sofá, una rubia encima de él, sus labios entrelazados en un beso que deja pocas dudas. Mis ojos se llenan de lágrimas antes de que pueda evitarlo. El hombre que pensé que era el amor de mi vida… me está cambiando por ella.

No sé si me duele más la traición o la burla implícita en todo esto. ¿Cuántas veces me dijo que estaba ocupado en la empresa de su tío? ¿Cuántas noches me dejó sola mientras yo me convencía de que su trabajo era más importante que nuestras pequeñas rutinas? Y ahora, aquí está, con una mujer que, para mi desgracia, reconozco. Es una empleada de la empresa donde trabaja. Una más joven que yo, probablemente con una sonrisa que él encuentra más emocionante que la mía.

Mis manos se aferran al marco de la puerta mientras el aire me falta. Quiero gritar, quiero entrar y enfrentarlo, pero mi cuerpo no responde. Solo puedo mirar cómo la imagen de Felipe, el hombre que fue mi todo, se desmorona frente a mis ojos. No es el hombre que creía. No lo ha sido por mucho tiempo.

Doy un paso atrás, mi corazón hecho pedazos. La certeza que buscaba es ahora un peso insoportable. Me doy la vuelta, salgo del bar sin mirar atrás, y mientras camino bajo las luces de la calle, juro que esta será la última vez que derrame una lágrima por él. Felipe acaba de perderme, y no lo sabe todavía.

—¿Reunión de amigos? —mi voz rompe el ambiente sofocante de la habitación, cargada con la traición que acaba de estallar frente a mis ojos.

Felipe no se inmuta. Es como si hubiera estado esperando este momento, como si la revelación de su infidelidad fuera un paso inevitable hacia su libertad. ¿Me ha querido fuera de su vida todo este tiempo? La rubia que está sobre él se levanta rápidamente, alisando su vestido con movimientos nerviosos. Sus mejillas arden de vergüenza, una confirmación de que sabía perfectamente quién soy. No me importa ella. Mi atención está fija en él, el hombre al que he dedicado años de mi vida, el que ha decidido verme la cara de tonta durante quién sabe cuánto tiempo.

—Daisy... —comienza, con una calma que me enfurece—. No voy a ser hipócrita y decirte que no es lo que parece. Porque lo es. Te soy infiel.

Se levanta del sofá, acomodando su pantalón con tranquilidad, como si esto fuera una conversación normal, como si no acabara de destruir algo dentro de mí.

—¿Lo lamento? Sí. Debí ser sincero contigo desde la primera vez. Pero eres demasiado sensible, tan romántica... No hubieras soportado la verdad.




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