—I think we should get some…, how do you say? Ah, tires, truck tires —propuso un hombre menudo con largas rastas de color ocre y ojos de rana saltones en el momento en el que el talkingstick llegó a su poder.
—What?
—Why?
—Traducción por favor.
—¡Silencio! Dejad hablar.
—¿Qué dijo? —me preguntó Mika en un susurro.
—No sé, algo de que necesitamos ruedas de camión.
—¿Para qué?
—No sé, no me preguntes a mí. No ten...
Me di cuenta de que el portador del talkingstick lanzaba rayos con la mirada en nuestra dirección y me callé. Estábamos en una de esas interminables asambleas para decidir qué cosas había que realizar y cómo llevarlas a cabo. Solían durar casi más tiempo que el propio trabajo en sí.
—We need truck tires, neumático de camión. I’ve seen a..., em, desguace on the way here. We can go there and get some, and then we put some wooden planks inside to cross the food over the river.
Se elevó una nube de murmullos disconformes a nuestro alrededor. Aunque también había algunos a los que les parecía agradar la idea. Levanté la vista y me di cuenta de que los ojillos azules de Celia estaban clavados en mí, parecía una loba árctica fijando a su presa. Últimamente la veía por todas partes. Me dedicó una sonrisa al darse cuenta de que le había devuelto la mirada. El talkingstick siguió rulando. Sebas tomó la palabra.
—Brothers and sisters. We don’t need to get truck tires anywhere. —Ahora el murmullo disconforme procedía del sector que rodeaba al chico de ojos de rana que había hablado hace un momento—. Everything we need is right here. Pachamama provided us with a lot of fallen tree trunks.
—De Pachamama nada, los tiraron porque hubo un incendio —susurró alguien a mi derecha, pero Sebas no le hizo caso y prosiguió:
—We just need a few volunteers to take them out of the forest and down to the river. Then we can build a bridge there. I propose that every brother or sister who wants to help should gather tommorow in the morning, when it’s not so hot, near the big tipi. I just need 10 or 12 strong brothers to do it.
De hecho, no era la primera vez que Sebas proponía lo de construir un puente. No era por falta de voluntarios, siempre había una tropa no menospreciable de jóvenes y no tan jóvenes que ofrecían su ayuda en cada talkingcircle que se celebraba. El único problema era que a la hora de la verdad no aparecían. Esa misma mañana habíamos acudido Mika y yo para ayudar y nos encontramos con que, aparte de nosotros, solo estaban Sebas y dos hombres más. Y allí nos quedamos contemplando como amanecía. Mientras tanto el campamento entero roncaba, descontando aquellos que aún no se habían ido a dormir. Y allí seguíamos cuando el sol ya levantaba tres palmos sobre el horizonte y las chicharras comenzaban a cantar.
—Oye, igual mejor hacemos lo del puente otro día, cuando haya más gente —propuso Mika—. Que si tenemos que arrastrar esos pedazo de árboles hasta acá entre los cinco, nos morimos.
—Igual será mejor —aceptó Sebas a regañadientes—. Llevo proponiendo lo mismo durante una semana ya, pero esos canallas nunca vienen cuando se dan cuenta de que toca arrimar el hombro.
—¡Foodcircle! —gritó alguien en la distancia.
—¡Foodcircle! —se escuchó el eco del grito reflejado por decenas de gargantas. El campamento entero se despertó. Cuerpos se agitaban por doquier y se dirigían en todas las direcciones posibles para después fluir al unísono en la misma, como un hormiguero sobre el que ha caído una piedra.
—Mira, para esto sí corren los jodíos —observó uno de los hombres que no conocía—. Igual se lo decimos de nuevo durante el talkincircle y a ver qué onda.
—Vale, luego lo propongo otra vez.
Nos levantamos y nos dejamos arrastrar por la corriente en la dirección de la que procedía la primera de las llamadas.
—Y por eso el comunismo nunca funcionará —dijo el otro hombre que había estado con nosotros en un susurro tan bajo que apenas era perceptible.
—¿Qué? —preguntó Mika.
—Nada, digo que por esto siempre empiezan los problemas en las comunidades. Todo el mundo espera que sean otros los que hagan el trabajo por ti. Y así pasa que se pasan la vida debatiendo, pero nunca se hace nada.
—¿Qué decís, loco? No sé. Igual será acá en Europa que son todos unos niños de papá. En América es otra cosa. En América cuando hacen un rainbow montan unas construcciones y huertos impresionantes y después muchos se quedan a vivir allá.
—Ya veréis que hoy les convenceré para que sí que aparezcan mañana —dijo Sebas.
Yo me empezaba a preguntar si a esas alturas lo del puente seguía teniendo sentido. Esa noche iba a ser luna llena, había pasado justo la mitad del rainbow. Era algo que en mi opinión se deberían haber pensado antes; si hasta ese momento habían aguantado con simples cadenas humanas a través del río que se pasaban los víveres de uno a otro por encima de la cabeza, podían aguantar las dos semanas que quedaban perfectamente.