—Recuerda que el día de hoy tenemos una cena con Mandy y su familia —gritó mi mamá desde la cocina.
—¡Lo sé mamá! La verdad que no entiendo para qué tenemos que verla.
—Familia es familia y aunque no los soportemos, no debemos olvidar que lleva nuestra propia sangre. — giré los ojos, Mandy era sobrina de mi madre y para ella era muy importante no perder comunicación con ella, era la única sobrina con la cual tenía contacto.
Al parecer aún existían otras dos hermanas de mi madre, pero perdieron contacto con ella y sus hijas.
—¡Está bien mamá! Trataré de regresar temprano. —No es que MaNdy no me agradara, pero cada vez que nos reunimos siempre el tema de conversación era sobre lo excelente que le iba en la vida.
Salí de la casa y me dirigí al metro, no podía darme lujos como pagar taxi o comprar un auto. Mi sueldo era utilizado para el mantenimiento de mi familia.
Mi padre; ese desgraciado, solo envió dinero los primeros meses y después desapareció. No tenía idea a donde se había ido, pero al parecer se le olvidó que aún tenía hijos que mantener.
Desde entonces me había dedicado al cuidado de mis hermanos y mi mamá. Eso hacía ya, más de tres años.
Trabajaba como recepcionista en Jackson Company, la mejor oportunidad que pude tener, tenía el puesto de recepcionista y pues tal vez el sueldo no era el mejor, pero sí el suficiente para sobrevivir.
Los primeros en llegar fueron Santiago Jackson; jefe de la compañía y mi mejor amiga Isa, quien era su novia —¡Buenos días! —Saludó Isa.
—Buenos días —saludé
—Buenos días, Abby —Saludó Santiago.
—Buenos días —respondí. Santiago se adelantó al ascensor y dejó a mi amiga conmigo.
—Tu prometido es extremadamente sexi.
—Lo sé muy bien Abby.
—Me enteré de que tu cuñado esta de vuelta y viene más sexi que siempre.
—¡Abby, por favor! Elliot es un hombre casado
—¿Y? Eso no le quita lo sexi. Su esposa es muy afortunada y que decir de la tuya, Santiago no se queda atrás.
Elliot Jackson, era hermano de Santiago, él recién estaba de regreso junto a su esposa, era el hijo mayor de la familia Jackson, un hombre muy guapo igual que su hermano.
—Abby, tú nunca cambias.
De pronto por la entrada principal, ingresó ese hombre sensual del cual hablaba.
—¡Buenos días! —saludó. Esto era lo bueno de este trabajo que era la primera en ver a cada persona que entraba a la empresa, incluyendo desde lo más guaos empresarios, hasta los rucos del área financiera.
—Buenos días, señor Jakcson —respondí con una gran sonrisa. Eso era parte de mi trabajo, no importaba el humor o como me sintiera, aquí en mi trabajo tenía que estar con una sonrisa todo el tiempo.
Era amante de la belleza masculina y tal vez era un defecto en mí, era una persona que me enamoraba muy rápido, pero así también me desenamoraba. Además con la enfermedad de mi madre no tenía tiempo para estar en relaciones formales, prefería algo espontáneo.
—¿Todo bien? —inquirió el Señor Jackson
—¡Eh!, si, todo bien. Disculpe señor, a veces me suelo distraer.
—Ella es mi amiga Abby, —intervino Isa —Es la recepcionista de la compañía.
—Mucho gusto Abby, soy Elliot, nada de Señor Jackson solo Elliot por favor. —mencionó. De entrada este tipo ya me había caído muy bien, era una verdadera lástima que estuviera casado, bueno no era que él se fuera a fijar en mí, pocos eran los hombres ricos que ponían sus ojos en alguien pobre, era la ley de la vida, ricos con ricos, pobres con pobres.
Elliot e Isa se despidieron, dejándome otra vez en la recepción.
Cada día era lo mismo, saludar a los empleados, recibir y brindar información a las personas que ingresaban, tal vez parecía algo tan fácil, pero en verdad era cansado, todo el día siendo amable con todas personas, repitiendo las mis frases todo el día.
“Bienvenido a Jackson Company, ¿En qué le puedo ayudar?”
La hora de salida llegó y salí casi corriendo para alcanzar el metro. Al principio muchos me veían de manera extraña, como una persona con uniforme elegante puede estar aquí, pero esa era mi realidad y no me avergonzaba, todo lo contrario utilizar el metro, no me hacía ser una persona inferior.
Mientras iba en el metro, me solté el cabello y retoqué mi maquillaje para dirigirme al restaurante donde mi prima Mandy nos esperaba.
—Buenas noches —saludé. En la mesa se encontraba mi madre, mis hermanos, mi prima y su familia.
—¡Abby! ¡Que gusto verte! —Mandy se levantó de la mesa y me dió un abrazo.
—Hola, Mandy, para mí también es un placer verte. —Nos sentamos a la mesa y enseguida nos sirvieron la cena, al parecer había sido mi prima quien nos invitaba.
—Estoy muy feliz de que estén aquí —inició hablando mi prima. —El motivo de esta cena es para darles una gran noticia… Dejaré del negocio de vientre en alquiler —mencionó.
—¿Por qué’ —pregunté. Mandy siempre decía en cada momento que eso era un buen negocio, ahora no entendía por qué lo dejaba —Pero si decías que te iba muy bien. ¿Por qué lo dejas?
—Con este último embarazo el médico que me indicó que era muy riesgoso para mi estado de salud, básicamente he tenido seis hijos, cuatro de vientre en alquiler y dos propios.
—Además, ya no queremos que Mandy se vaya de nuestro lado —Intervino el esposo de mi prima. —Siempre me sorprendió que mi prima hiciera esto; incluso teniendo una familia. Pero siempre actuó de manera normal.
—Deberías intentarlo Abby —insinuó mi prima.
—¡Bueno!...
—¡No ella nunca haría algo así! —intervino mi madre —, mucho menos si se trata por dinero.
—Tía, esto es un buen negocio. Mírame, gracias a eso es que pudimos comprar nuestra propia casa y lo siguiera haciendo si ya no fuera peligroso para mí. En cada casa me trataron como reina, tenía de todo, hasta clases privadas en el gimnasio.