Una boda cruel

Capítulo 1-1

La piel de la cabeza me arde como si me la hubieran arrancado viva, parece que Aminat, al arrancarme el velo, la desgarró con las horquillas. Ahora me arde y me quema, pero eso son cosas insignificantes en comparación con lo que está sucediendo en mi corazón.

Rustam nos llevó al hotel y nos ordenó empacar todas nuestras cosas, se quedó esperando en el vestíbulo junto a la Recepción. Olga deambula por la habitación, empaquetando nuestras cosas de cualquier manera, mientras yo estoy sentada indiferente con la mirada perdida en la pared, sin ver nada.

— Yo no dejaré esto así, — hecha juramentos mi hermana, cambiando por quinta vez el peine de la bolsa de viaje a la suya y de vuelta, — ¡no faltaba más! Tú piensa lo que quieras, pero cuando volvamos a casa yo contrataré a un abogado.…

— No, — niego con la cabeza, — no, Olga. No lo harás.

— ¿Y a tí qué te importa, le tienes lástima? Y deja esa tontería de decir que en el vídeo estás tú. A ver, dime que te acostaste con ese tipo.

— No, — hasta mover la lengua me resulta dificil, — sabes que no. Pero esa soy yo, Olga, yo ¿lo entiendes?

— Dana, — Olga se pone en cuclillas frente a mí, — escucha, ¿estás segura de que ese imbécil tuyo no te filmó con su teléfono?

Vuelvo a sacudir la cabeza varias veces, la piel sigue ardiendo.

— Él y yo... — penosamente busco las palabras, — yo a él... él me pidió...

— Está claro, hicieron el amor por videoconferencia, — suspira Olga. Como todos los médicos, es sorprendentemente intransigente en sus declaraciones y no me perdona ni a mí, su hermana menor. — Espera, Dana, ¿crees que fue él? ¿Grabó el vídeo y lo hizo público?

Me siento dolorosamente avergonzada ante mi hermana. Y ante mí misma. Pero en realidad no hice nada malo, solo confié en el hombre que se convirtió en mi esposo. El vídeo es, por supuesto, falso, salvo que parece haber sido editado a instancias de Daniyal.

— ¡Oyeee! ¿No pudo alguien robarle la grabación?

— No. Él no guarda nada en el teléfono, ¡así es Daniyal! Lo guarda todo en la nube y todo está bloqueado con contraseñas.

Olga echa una palabrota en voz baja y continúa recogiendo las cosas.

— ¡Y tus cosas! — se detiene de repente en medio de la habitación. — ¡Se quedaron en casa de ese vampiro!

Solo me encojo de hombros. Los documentos se los dejé a Olga, ella los encerró en una caja fuerte a su llegada, y no los sacó. En la casa de los padres de Daniyal, en la mitad de las mujeres, lo único que se quedó fue la ropa que fue casi toda comprada o regalada por mi marido. Ex. Y las joyas…

— No necesito nada de ellos, Olga, — le digo en voz baja.

— Bien, que se atraganten, — mi hermana agarra la maleta con una mano y aprieta mi mano con fuerza con la otra, — vamos, Dana.

Si todavía tuviera la capacidad de sentir, ahora me sentiría indescriptiblemente agradecida a mi hermana mayor. ¿Qué haría sin ella?

— ¿Qué yo haría sin ti, Olga? — y aprieto la mano de mi hermana.

Ella no responde, en silencio me saca de la habitación.

Rustam al vernos se levanta, y veo mi maleta a su lado.

— ¡Mira, Dana, tus cosas! ¿Tuviste tiempo de ir a casa de Bagraev?

— Lo trajeron, — dice Rustam extremadamente lacónico. — Vamos.

¡Qué rápido! Parece que lo habían recogido todo de antemano…

— No necesito nada de él, — protesto débilmente.

— En tu casa decidirás si te hace falta o no. El tren sale dentro de media hora.

— Tómalo, hermana, ahí también están mis regalos, — apoya a Rustam Olga. — Lo que sea innecesario siempre se puede tirar. Los basureros, gracias a Dios, todavía son gratuitos.

Todo el camino hasta la estación de trenes, fuimos en silencio. De repente me doy cuenta de que Rustam también vio este desafortunado video. Además, lo tiene en su teléfono y puede mirarlo cuando quiera. Y usarlo como quiera.

A juzgar por las ocasionales miradas que el mejor amigo de mi esposo me lanza por el espejo retrovisor, él piensa lo mismo y yo me encojo en el asiento trasero tapizado en cuero muy caro.

El auto de Dan olía de la misma manera... Me cubro con los brazos, al captar la mirada atenta de los ojos negros. Me siento desnuda, sucia, como si me hubiera arrastrado por un muladar.

Lo más que quiero es llegar a la estación de trenes y desaparecer lo antes posible de esta ciudad. Y si fuera posible, también desaparecería de este mundo.

Finalmente, el automóvil frena, Rustam descarga las maletas y las lleva a la entrada de la estación. ¿Él ha decidido asegurarse en persona de que nos vamos y que yo no voy a volver para tratar de arreglar las cosas con Daniyal? Es totalmente posible.

—Tu amigo responderá por todo, — dice Olga con decisión, quitándole las maletas — haré que este caso sea resonante, ¡todos hablarán de él!

— De todos modos, mañana todo Internet estará mirando a tu hermana, — responde Rustam con calma, — si no es suficiente verguenza, haz lo que tienes pensado. Bagraev tenía razón sobre ti, eres como una gata rabiosa.




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