Daniyal
Daniyal bajó lentamente la mano con el teléfono y se aferró al alféizar de la ventana con la otra.
"La mataste a ella y a tus hijos ... Vive con eso... Si puedes".
No puede ser. Cualquier cosa menos esto.…
— Disculpe, ¿se siente mal? — no podía entender lo que la empleada del salón de telefonía móvil quería de él.
— N...no, nada, estoy bien, gracias, —sobre sus piernas que parecían de madera se dirigió a la salida, sin estar del todo consciente de lo que Olga acababa de decirle. El cerebro se negaba a aceptar lo escuchado.
"Tenía gemelos, un niño y una niña..." Dos niños, Dana está embarazada... y de inmediato le llegó como un disparo: estaba embarazada. Y ella misma: era. No queda nada más.
Sobre las mismas piernas de madera salió del salón y se recostó en la pared, jadeando como si sus pulmones fueran a estallar por la tensión. Como a través de una capa de aislamiento acústico se oyó:
— ¡Dan! Daniyal, ¿qué pasa? ¿Por qué estás tan pálido?
— Ella murió, Rustam, — a Dan le pareció que sonaba demasiado prosaico, — ella y mis hijos.
— ¿Quién?, — Rustam no entendió, y luego su mirada se cristalizó y Dan vio su reflejo en sus ojos, distorsionado, como en un espejo torcido. — ¿Cómo lo sabes? — ¡Dan!
Lo sacudió por los hombros, Daniyal levantó la cabeza.
— Me lo dijo su hermana, Olga. Tenemos que encontrarla, Rustam.
— Espera, Zaur dijo que los abogados que llevaron el tema del matrimonio se pusieron en contacto con ese policía, con el amigo del padre de Dana, — Rustam sacó su teléfono y con la otra mano continuó sujetando el hombro de Daniyal como si este estuviera a punto de desplomarse en la acera. Dan dejó caer su mano. El tema del matrimonio…
Su matrimonio fue declarado nulo. Como explicaron los abogados, en ese momento era más rápido que el procedimiento estándar de divorcio. Si no se hubiera escondido detrás del estado salvador de estupor alcohólico, si hubiera estado en forma, nunca habría dado su acuerdo.
Daniyal cerró los ojos. Se convirtieron en nada el uno para el otro, ahora él es sólo un hombre ajeno, no un ex marido, que no tiene derecho a reclamar ni siquiera el recuerdo de Dana. ¿Cómo pudo permitir eso?
Dan despeinó su cabello y notó que sus manos temblaban como las de un epiléptico. Porque ella era su esposa, totalmente real, no ficticia, como afirmaba el documento. Cálida, suave y flexible. ¿Cómo encajaba eso con la foto erótica que veía en los breves intervalos de iluminación de su frenesí alcohólico?
Allí estaba su Dana, el conocía su expresión facial, cuando ella sonreía con una leve media sonrisa, ofreciéndosele. Solo a él, y no a todo el que la deseara, como lo afirmaba el anuncio debajo de la foto. Y eso lo hacía rabiar. Los celos volvieron a atacarlo, pero con un esfuerzo de voluntad, Dan recuperó su capacidad de pensar.
En el documento de anulación del matrimonio estaba su firma, y Dana también firmó todo, aunque podría haber apelado la decisión del tribunal. Se le hizo dificil respirar, sentía su pecho oprimido, todo el tiempo que estubo bebiendo alcohol en su esfuerzo por olvidar, su frágil esposa se estaba matando con tranquilizantes, a sí y a sus hijos. A los hijos de él.
Las imágenes giraron como en un caleidoscopio: su rostro asustado, sus ojos suplicantes, sus labios que susurraban: "Daniyal, Dan...". Y luego su mano, tocando asustada el cristal de la ventanilla del auto, y el sentimiento de perdición irremediable con la que apretó su frente contra la ventanilla. ¿Por qué no le confesó ella misma que hacía sesiones de fotos desnuda? ¿Y si la chantajeaban, pero ella decidió no contarlo ni pedir ayuda?
Porque no confiaba, porque tenía miedo, no creía que él ayudaría. Así es, en lugar de llevársela él mismo, destrozó el restaurante y luego se escondió en el frenesí alcohólico. En el momento en que el tren se llevaba a su familia porque Dana ya estaba embarazada.
Era tal el dolor que Daniyal se dobló por la mitad y se puso en cuclillas, cubriéndose la cara con las manos. Todo este tiempo, mientras viajaba hacia aquí, temía que Dana no hablaría con él, que ella ya no le creería, que él había matado todos sus sentimientos.
La realidad resultó cien veces peor, Dan no mató sus sentimientos, sino a sus hijos. Y a la mujer que amaba, que no solo deseaba, como Irbek trató de convencerlo. E Irbek después de todo tenía razón, aunque a fin de cuentas Dan le dió un puñetazo en la boca del estómago, porque si la hubiera amado, no habría renunciado a ella tan fácilmente.
Un Porsche plateado se detuvo cerca. Dan levantó la cabeza — Zaur, el hermano menor de Aminat, fue él quien se puso en contacto con el propietario de la agencia en la que trabajaba Dana, fue él quien recopiló la información. Y debía haberlo hecho el propio Daniyal.
— ¿Por qué no nos avisaron que vendrían? Los habríamos recibido, — Zaur saltó de detrás del volante, Dan se levantó, no hay por qué mostrar su debilidad, Zaur no es su pariente más cercano.
— Íbamos a llamar, — respondió Rustam evasivamente. Se sentaron en el auto, Zaur le extendió su teléfono.
— Si quieres, llama desde el mío, si quieres, te enviaré el contacto.