Una boda cruel

Capítulo 19

Daniyal

Daniyal no le dió una respuesta a su padre, un pariente llamó desde los Estados Unidos, su padre estaba esperando la llamada y Dan salió al patio para no perturbar la conversación. Aspiró con avidez el aire fresco y denso, tratando de respirar a todo pulmón. Pero no pudo, como si el mismo glaciar estuviera aplastando sus pulmones.

Es necesario irse, quedarse aquí es insoportable, porque todo, todo le recordaba a Dana. La casa en la que se ubicaba la "mitad" femenina, aunque Dana no vivió con él, pero Daniyal sabía que ella estaba aquí, cerca. Dan no pudo ni mirar la cocina de verano que se encontraba en la profundidad del patio. Quién sabe, ¿tal vez fue entonces cuando ellos surgieron sus hihos?

Se agarró a la barandilla e intentó inspirar de nuevo, pero el bulto en la zona del plexo solar apretaba cada vez más, presionando el corazón. Olga dijo que eran un niño y una niña, y Dan no dudó de sus palabras.

El día de su boda, aquella maldita boda, a Dana le dieron a sostener al pequeño Ilnur, y luego Aisha se subió también a sus brazos. Eso era una señal para Daniyal de que su hijo y su hija ya vivían en esa frágil chica, en su esposa. Lástima que no lo entendió a tiempo.

Dan pensaba en sus hijos como en bebés ya nacidos. Se imaginó a los dos tumbados juntos en una mesa blanca de hospital, llorando y ahogándose, ahogándose, ahogándose... Al igual que el padre que los traicionó se está ahogando ahora.

Dan metió los dedos en el cabello y apretó la nuca con fuerza. Algún día se volverá loco con todos estos pensamientos y visiones, y probablemente esa será la mejor solución para él. De repente, una sombra se separó de la casa y caminó hacia él, plegando los brazos en oración.

— ¡Daniyal! ¡Hijo!

— ¿Aminat? — se sorprendió. Esta es la única persona a quien nunca pensó encontrar en medio de la noche. — ¿Por qué no duermes?

— Dan, — ella sollozó penosamente, — lo siento mucho, Shamil me lo contó. Pero quiero pedirte... Sé que no puedo llamarme tu madre, no tuve tiempo de serlo, pero créeme, en mi corazón ocupas un lugar igual que mis hijas. Por eso te lo pido, te lo pido como a un hijo...— de repente cayó de rodillas y juntó las manos. — Haz las paces con Arisjanov, Daniyal. Shamil no le cree, cree que llegaron a un acuerdo, pero siento que Zurab guarda rencor y mucho.

— ¿Qué haces, Aminat? — Dan se apresuró a levantar a su madrastra, — Levántate.

— Ya ha separado a Rayana de su hijo, — continuó susurrando, secándose las lágrimas, — Alana está a punto de dar a luz y su marido me ha prohibido visitarla. Y Shamil está desesperado con ese dinero, yo lo veo. Esos préstamos... dijo que tendríamos que vender la casa, ¿y las chicas? Tienen que casarse…

Ella se echó a llorar convulsivamente, y Daniyal la abrazó suavemente por los hombros.

— Cálmate, Aminat, ve a dormir. Nadie venderá la casa, nosotros vamos a resolverlo todo.

— No se lo cuentes a Shamil, se enojará, — ella lo agarró de la mano — tengo miedo pedirle una vez más. Para él es difícil, pero no lo confiesa. Te lo pido, por favor, tú eres un buen hijo, Daniyal. No vas a abandonarnos, lo sé.

Ella presionó impulsivamente su mano contra sus labios y rápidamente caminó de regreso a la casa. Dan la miró en silencio, frotándose la mano en la que la piel le ardía. Aminat siempre le pareció orgullosa y arrogante, aunque debe reconocer lo merecido, que siempre fue amable con él. Pero a Dan no lo abandonaba la sensación de que ella sentía celos de la primera esposa de su padre, y además, la abuela Madina no tenía buenas relaciones con ella.

Su abuelo insistió en que su padre se casara con Aminat y aceptó bien a su nuera, que era la hija de un amigo. Pero la abuela amaba más a la madre de Daniyal, tal vez fue por eso que no aceptó muy bien a la segunda nuera.

Cuando Dan regresó a la casa, su padre ya había terminado la conversación telefónica. Miró a su hijo, en sus ojos se leía claramente una tensa espera. ¿Será posible que sean todos tan dependientes de él? Era una sensación muy desagradable y opresora, y Dan no dilató su decisión.

— Pensé en tus palabras, padre. Estoy dispuesto a casarme con Zarema, pero tengo una condición. El matrimonio será ficticio, no habrá boda, una vez que las cosas se arreglen, la dejaré ir.

El padre se mordió el labio pensativamente.

— Ella es una chica muy joven, Dan, no nos entenderán si no hay boda. Y quién sabe cuánto durará todo esto…

— Yo no tengo prisa, eso no afectará mi decisión. Si quieren una boda, celébrenla, pero yo no estaré presente. Si no me equivoco, de acuerdo con nuestras viejas costumbres, el novio y la novia en la boda no deben encontrarse de ninguna manera. Y la presencia del novio en la boda no es imprescindible. Los padrinos pueden hacerlo sin mí.

— Zurab no estará de acuerdo, Dan.…

— Entonces convéncelo. O no digas nada, piensa cómo es mejor hacerlo. Pero no voy a hacer de Zarema mi esposa, ya tuve una esposa, no habrá ninguna otra. Y no habrá otros hijos. Buenas noches, padre.

Dan cerró la puerta al salir, y su padre permaneció de pie, con las manos apoyadas en la mesa.




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