Una boda cruel

Capítulo 21

Dana

Las contracciones se suceden unas tras otras y apenas tengo tiempo de recuperar el aliento. Intento respirar, como me enseñaron en los cursos de preparación para el parto, y me siento en la pelota, pero aun así, cada contracción posterior es más dolorosa que la anterior.

Olga ya está a mi lado. Ella llegó pálida y asustada, y ahora, mirando mi tormento, solo se muerde los labios.

— ¡Camina, Dana, camina! — La comadrona echó un vistazo. — Olga, vigílala, estoy aquí si me necesitas.

— Ojalá que él sufra también así, aunque sea sólo un poco, hijo de puta, — murmura Olga mientras yo vuelvo a aullar, agarrándome del respaldo de la cama en la antesala.

Y el dolor disminuye repentinamente. Cuelgo los brazos y respiro agotada. La siguiente contracción atraviesa con un dolor estremecedor, pero ahora se siente un poco difusa.

— Qué bueno que no ingresé en la facultad de ginecología, — Olga seca con cuidado las gotas de sudor de mi frente y luego de la suya.

***

Danyal

Dan volvió a casa cuando ya había oscurecido. Por la tarde, Rustam había llevado a Zarema a dar un paseo por los lugares de interés de la ciudad a petición suya, y ahora él y su mujer estaban sentados uno frente al otro en la sala, y no tenía sentido retrasar más la desagradable conversación.

— Toma, — Zarema puso sobre la mesa frente a Danyal un frasco con medicamentos y un blíster con tabletas — esto me lo dió Aminat.

Dan con perplejidad dió vueltas al frasco que tenía en sus manos.

— ¿Qué es esto?

— Esto es un somnífero, y esto...

— Gracias, ya me di cuenta — si no hubiera olvidado como hacerlo, se hubiera reído. Además de los somníferos, su madrastra le dió a Zarema un remedio para la disfunción eréctil. — Con tu padre todo está claro, pero ¿para qué le hace falta esto a mi madrastra? ¿Y cómo esto se compagina, dado el caso?

— No lo sé, — la chica se encogió de hombros, — ella hablaba, pero yo no la escuchaba.

— Zarema, — Dan miró atentamente a su esposa ficticia, — ¿por qué no seguiste su consejo? ¿Por qué me lo contaste todo?

— Porque somos marido y mujer, Daniyal. Aunque no sea real, pero no quiero empezar nada engañando. Decidí hablar contigo, tú eres el hombre, tú tomas las decisiones.

Dan se frotó la cara. El dolor que lo había perseguido durante todo el día lo alcanzó de nuevo con un espasmo, tan fuerte que se arqueó. Zarema lo miraba con cautela.

— No te preocupes, no me dará un ataque epiléptico, — Daniyal siguió su mirada y continuó, apoyando las manos en la mesa. — Yo también voy a ser sincero contigo. Le puse la condición a mi padre y a Zurab de que el matrimonio sería ficticio. Tu padre hace caso omiso del acuerdo y quiere que nuestro matrimonio sea real. Eso no va a suceder, Zarema, no voy a vivir contigo, no quiero tener hijos tampoco. Me voy a hacer una vasectomía, creo que será suficiente para que puedas pedir el divorcio cuando se complete el proceso de fusión. Pero eso llevará tiempo. Tienes razón, si me convierto en tu marido a sus ojos, no se atreverán a volver a meterse en tu vida o en la mía. Pero aquí yo tengo que advertirte.

Se levantó y se acercó a la ventana. Sintió una contracción en la espalda, calambres por todo el cuerpo, si pudiera acostarse en una bañera con agua caliente, tal vez sería más fácil...

— No vas a ser una mujer conmigo en el pleno sentido de la palabra, Zarema, — puede que haya sonado despiadado, pero para Daniyal, las emociones habían sido durante mucho tiempo sólo un telón de fondo. — Esto no es en absoluto lo que debería haber entre un hombre y una mujer, y no es lo que debería haber entre cónyuges enamorados. Ahora te casó tu padre, pero después de nuestro divorcio, nadie se atreverá a disponer de ti, podrás libremente elegir a tu esposo. Elige a alguien que te ame y entonces sabrás como puede ser el verdadero amor. Y el sexo. Y en mí no deberías ver a un hombre, porque yo no seré tuyo. ¿Estás preparada para eso?

— Danyal, — preguntó en voz baja Zarema, — ¿la amabas mucho? ¿A esa chica rubia, a tu esposa?

— ¿Si la amaba? — casi gimió entre dientes. — No, Zarema, no la amaba entonces, sólo la deseaba, como un hombre desea a una mujer. Por eso no pude protegerla. Recuerda, lo más importante eres tú, tus sentimientos y la persona a quien amas. El honor del linaje son sólo palabras altisonantes, escúpe sobre ellas y restriégalas, de lo contrario este linaje mutilará tu vida sin pensarlo dos veces. Yo comencé a amarla ahora que la perdí, cuando me di cuenta de que la vida sin ella es algo vacío y sin sentido. Cuando supe que podía haber tenido hijos, dos hijos. Detente, — levantó la mano, notando que en sus ojos brillaban lágrimas, — no me compadezcas, me lo merezco todo. Por eso no permitiré que te pisoteen en nombre del honor de la familia. Solo que eso puede ser doloroso, Zarema. Y te dolerá a ti y a mí.

— Está bien, — asintió, secándose las mejillas mojadas. Dan esperaba que ella hubiera comprendido que no se refería a la fisiología. En este sentido era mucho más simple: contraceptivos y lubricación.

— Si me odias, será aún mejor, — Dan se pasó la mano por el cabello y se retorció dolorosamente. Una vez más, este dolor en la cintura, tan extraño, nunca le había pasado... — Y para mí siempre seguirás siendo la chica vecina que jugaba en la caja de arena y montaba en el columpio.




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