Daisy POV
Suspiro aliviada cuando me doy cuenta que Lorian ya ha tenido la decencia de dejarme en paz al menos por unos momentos.
Llego por fin a ese local que tanto me ha recomendado mi hermana. Siempre me dice que es el mejor sitio para comer las mejores hamburguesas y pizzas de la ciudad. Además de confiar plenamente en mi Sammie, esas dos comidas son mis favoritos y mientras los coma sin ningún problema no me importa si en ese sitio lo hacen mejor o no.
Me adentro al local, esperando que ese idiota de Lorian no me estuviera siguiendo porque no tengo ganas para discutir con él. Pero conociendo como es él perfectamente, es más capaz de ello. En realidad, en lo más profundo de mi corazón, me encanta tenerlo a mi lado, molestándome. Tal vez es porque aún estoy perdidamente enamorada de él.
Sé que soy una maldita masoquista. Ya está. Lo he aceptado. Lo quiero lejos de mí pero a la vez cerca mío.
Me encamino directamente hacia la fila. Para mi suerte —algo que pasa poca veces en esta ciudad—, no hay mucha gente en el local. Así que, en unos instantes, ya estoy siendo atendida por un joven dependiente.
Estoy tanta ciega de hambre que al final termino pediendo dos hamburguesas gigantes y dos pizzas de cuatro quesos medianas. No me miren así, estoy tan hambrienta que soy capaz de comer todo un banquete para mí sola.
Después de pagar la cantidad que me ha dicho el camarero, guardo la tarjeta de crédito en mi billetera. Mientras espero por mi comida, cojo mi móvil. ¡Por fin, he podido comprar mi LG V30! Tenerlo por fin en mis manos es lo mejor que me ha pasado en la vida. Vale, me tengo que calmar. En ese momento, decido mandarle un mensaje de ánimo a mi hermana, quién está de viaje a Los Ángeles para inspirarse a un concurso literario para su nueva novela. Aunque pienso que se ha ido allí porque mantiene una especie de relación con un reconocido actor de Hollywood. Solo espero que ella estuviera bien. Lo demás no me importa. Su bienestar y su felicidad es lo mas importante para mí. Después de perder a mi madre, solo tengo a mi hermana y por nada del mundo quiero verla sufrir por algo o por alguien.
Guardo el móvil cuando veo que el dependiente me quiere entregar las dos bandejas llenas con todo lo que he pedido y un vaso de cartón vacío. Según ellos, debo ir a una máquina. En ella, podré elegir cualquiera bebida que quisiera tomar. ¿Y saben lo mejor de todo esto? Es que puedo tomar y volver a llenarla, así infinitamente. Una maravilla para una food lover como lo es yo.
Me doy la vuelta y por un momento me quedo parada, buscando con la mirada algún que otro sitio libre. Y cuando lo hallo, camino hacia allí. Está ubicado lo más lejos de los otros asientos pero tiene una vista espectacular. Eso es perfecto. Necesito la soledad para pensar y conseguir tener las ideas que tanto deseo obtener. Esa es mi ambición, la de crear bodas magníficas.
Mierda exclamo internamente cuando me siento sin haber llenado el vaso. ¡Qué pereza tener que levantarme y volver a sentarme! Así que, comienzo a comer así sin más. Ni que fuera tan importante la bebida.
Estoy tan inmersa en mis propios pensamientos que no me doy cuenta de que el vaso ha desaparecido, hasta que escucho una voz masculina carraspeando.
No hay ninguna necesidad de levantar la vista para saber quién es él cuando sé perfectamente que esa voz varonil y dulce solo puede pertenecer a Lorian.
—Al parecer, aún sigues siendo la misma vaga de siempre.