Una carta al amor

Capítulo 1. Cartas a la vida

Paz Ramírez

—Buenos días señora, ¿en que la ayudo? —pregunto desde el otro lado de la línea mientras juego con mi lápiz agitándolo en mi mano y luego se me cae al suelo.

—Sí, si señora, estamos con problemas en la red en varias zonas del país, nuestros técnicos están trabajando para solucionar el inconveniente causado por el temporal de ayer, solo pido que tenga paciencia.

—Sí señora, en unas horas será restaurada la red de internet. Que tenga un bonito día.

Cuelgo la llamada apretando un botón en el ordenador y luego solo me desplomo en mi silla giratoria.

—¿Cuántas más llamadas debo atender para decir lo mismo? Hasta creo son las mismas personas las que llaman mil veces, y yo parezco un robot repitiendo lo mismo.

—Pacita, debes atender y contestar lo mismo las veces que sean necesarias, es tu trabajo, para eso te pagan —dice Nikole sonriendo.

 Trabajo en atención al cliente en una compañía de telefonías e internet muy importante. Todos los días recibimos miles de llamadas, de personas quejándose, o solicitando descuentos. Hay veces que hasta siento que me llaman para contarme sus problemas.

—Buenos días señora, ¿En que le ayudo? —y así es mi día a día aquí en la empresa. Doy gracias a Dios que tengo un buen trabajo, llevo un año trabajando y creo que estoy haciendo un buen trabajo y me están a punto de renovar el contrato y así poder establecerme para siempre aquí en los Estados Unidos. También necesito mi visa permanente, estoy en eso, no es fácil para un latino, pero según migraciones ya falta poco para obtener mis documentos de residencia permanente.

Nikole me muestra su reloj golpeteándolo en su muñeca, es la hora de comer, mi hora favorita.

Cuelgo la última llamada y apago mi usuario para poder irme a mi descanso.

—Vamos, que solo tenemos una hora y me estoy muriendo de hambre —reclama Atenea, mi otra compañera y amiga.

—Necesito comer como vaca para poder soportar toda la tarde —ríe como cerdito y yo golpeo mi frente con la palma de mi mano.

—Tu siempre comes como vaca y no engordas cariño —las tres salimos juntas. Hay mas compañeros, pero solo me trato con ellas dos.

Una hora después del almuerzo volvemos a la empresa, las tres riendo como siempre de cualquier burrada que se nos ocurre. Lo cierto es que con ellas es imposible estar de mal humor.

Y de pronto todo se detiene, todo deja de existir, hasta el aire deje de aspirar, ¿Motivo?

Mi más grande amor aparece frente a mí, mi hombre perfecto, ese sueño irreal que tengo. Mi novio de fantasías perfectamente trajeado, pulcramente peinado. Camina con exagerada elegancia ajustando los botones de su chaqueta rodeando el auto para abrirle a su novia. Sí ajá, su novia, es un hombre comprometido.

Una hermosa mujer con unas curvas perfectas, y un rostro tallado por los mismos ángeles.

Observo la escena hipnotizada mientras sigo caminando. La toma de la mano y le sonríe mirándola con adoración, se le nota en los ojos el amor que le profesa, mientras ella camina con total elegancia sin siquiera voltear a mirarlo. Si fuera yo no me perdería ningún gesto de su bello rostro, me pasaría horas mirándolo, adorándolo, detallándolo.

Y… ¡Paf! Mi rostro y mi cuerpo entero choca contra la puerta de vidrio. Siempre brillando en la vida.

Nikole y Atenea no pueden evitar echarse semejante carcajada ante mi torpeza. Incluso el guardia no pudo evitar reír. Me froto la nariz y la frente por el dolor que siento por el tremendo golpe que me di, mientras mis ojos hacen ese recorrido, mirando su ancha espalda, su físico perfecto, su altura abrumadora, ese pelo perfectamente negro y recortado, ni un pelo está de más y sus ojos, esos ojos oscuros, que no sé si realmente existen los ojos negros, pero creo que el de él si lo son, y ahí lo veo, perderse dentro del edificio. Ignorando a todos a su alrededor, porque claro, solo tiene ojos para una sola persona y esa persona va de su mano, hermosa y perfecta como él. La pareja ideal, los llaman la pareja del año. Y daría lo que fuera para ser yo esa mujer que va de su mano. Me sentiría flotar en el aire.

—Te atropellará un camión por andar de babosa —exclama Atenea mientras se siguen burlando de mi torpeza.

—¿Vieron? ¿Lo vieron? Es la cosa más hermosa que han visto mis ojos, es perfecto, es hermoso, una obra de arte —suspiro profundo, mientras sigo frotando mi nariz.

—Sí, ajá, y también lleva de la mano otra obra de arte, así que Paz bájate de tu nube voladora que ese hombre está a mil años luz, ese hombre jamás va a fijarse en mujeres como nosotras —Nikole chasquea su dedo frente a mi rostro. —Anda vuelve a la vida, vuelve a tu realidad mujer.

Subimos el ascensor nuevamente hasta el tercer piso, departamento de atención al cliente mientras me recuesto en la fría pared.

—¿Por qué la vida es tan injusta? Porque debimos nacer pobres y feas —reclamo con desánimo.

—Querida, tú serás fea, yo no lo soy —exclama Nikole saliendo del ascensor y yo camino arrastrando los pies detrás de ellas.

—Pero sí pobre —digo riendo.

—Bueno, en eso casi tienes razón, porque aún no ha aparecido mi verdadero padre para decirme que soy millonaria y que durante mi nacimiento hubo un cambio.

Las tres nos echamos a reír como completas desquiciadas y luego solo guardamos silencio cuando nuestro jefe voltea a mirarnos con mala cara.

Cuando mi turno aquí termina, no es muy emocionante, me gusta más estar en la compañía con mis locas compañeras que me alegran un poco mi aburrida vida, a estar en mi pequeño departamento. Vivo en un pequeño cuartito de cuatro por cuatro, con apenas algunas cositas. Desde que llegué aquí hace un año la cosa no ha sido fácil para mí, he luchado mucho para establecerme y por fin lo estoy consiguiendo.

Llego a mi pequeño cuarto, preparo un sándwich de atún y me siento en el pequeño balcón con una pequeña maceta y un cuaderno para poder escribir. ¿Qué es lo que hago? Escribo cartas, uno por día o por semana y luego las guardo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.