Una carta al amor

Capítulo 14. El padre

Paz Ramírez

—Es positivo Paz —Atenea levanta la prueba en su mano y ambas me miran desconcertadas. Yo me cubro luego el rostro con las manos sin poder creerlo.

—Dios Mio —es todo lo que digo sintiendo que se me cae el mundo encima.

—Ven, ven aquí amiga, sentémonos para que te tranquilices —ambas me toman del brazo cual enferma llevándome hasta la sala donde nos sentamos las tres en el pequeño sofá.

Comienzo a sudar frío. —¿Qué voy a hacer?

—Entonces amiga, ¿Si estás embarazada de Alessandro Cooper o de otro más?

—¿Qué? —grito exaltada mirando a Nikole quién me había hecho semejante pregunta.

—Digo, ¿no estuviste con otro después de él?

—Ustedes me conocen chicas, yo no soy de esas. Después de mucho tiempo volví a estar con un hombre, quien casualmente y por azares de la vida es mi amor secreto y el hombre con quién sueño despierta.

—Bueno, bueno, no es tan grave Paz, mira el lado positivo de las cosas —enarco una ceja mirando a Atenea.

—Es tal vez la oportunidad que necesitabas para estar con el amor de tu vida. Le darás un hijo. Tal vez el destino lo quiso así. Mira, que casualidad que unos días antes de su boda haya descubierto a su novia en la cama con otro. Unos días después se encuentran casualmente en el mismo club, casualmente tú le llamaste la atención, te echó ojo y quiso estar contigo. Y ahora estás embarazada de él —explica Atenea y estoy comenzando a creer que tiene razón.

—Definitivamente parece una telenovela, amiga —contesta Nikole mientras observa hacia el frente.

—¿Y que pretenden que haga?

—Pues que se lo digas —contesta Atenea.

—¿Qué? —grito alterada, con el pulso latiendo fuerte, con las piernas temblando.

—Sí, debes decírselo, es la única forma de que sepas si tiene intenciones de querer a ese hijo que tendrás y como te digo es tu oportunidad de que él te note, que se enamore de ti, porque tú eras el amor de su vida. Tú eras esa mujer que él necesitaba y se van a casar, van a tener un hijo juntos y cumplirás tu sueño.

Echo una carcajada cubriéndome el rostro con ambas manos.

—Estas loca Atenea —digo sin dejar de reír.

—Sí estás loca amiga, ves mucha telenovela —agrega Nikole.

—No, no estoy loca y no veo telenovelas, leo libros, la televisión te deja bruta, pero los libros te transportan a otra dimensión. Cuando uno lee puede imaginarse al protagonista como uno quiere —suspira hondo mirando hacia arriba y solo pestañeo mirándola.

—El punto es, querida Paz, debes decírselo, Alessandro Cooper necesita saber que tendrá un hijo contigo. Y tiene que darte dinero por él.

Nos echamos a reír a carcajadas las tres recostadas en el sofá.

—Atenea tiene razón —Nikole me sujeta una mano—, debes decirle. Total no te embarazaste tú sola. Él fue irresponsable al no cuidarse. No puede decir que tú lo obligaste a nada, es más, fue él quien te invitó a irte con él esa noche.

Me rasco la cabeza imaginando la escena.

—No es fácil chicas, ni siquiera tal vez se acuerde de mí.

—No sabes Paz, tú no sabes nada, tal vez te vea, te recuerde. Se alegra de verte porque lleva buscando a esa chica misteriosa que lo abandonó en un cuarto de hotel y tú estás aquí sufriendo por él. Y él tal vez esté pasando lo mismo. Tal vez él quisiera encontrarte nuevamente para volver a hacer cositas ricas.

Siento como arde mi rostro y no puedo evitar sentir vergüenza y reírme de nervios.

—¿Ustedes creen?

—No, Paz, no lo creo, yo estoy segura que así es —expresa Atenea convencida.

—Yo no, yo no estoy segura de nada, pero ella —Nikole señala a Atenea—, ella tiene un sexto sentido, así que si ella dice a de ser.

Levanta ambos brazos en forma de duda. Mientras yo suspiro hondo.

—Espero tengas razón Atenea, espero que realmente él también me esté buscando como dices y que quiera a este hijo, porque sino, no sé lo que haré —contesto nerviosa y algo desanimada.

—Confía en mí, amiga, yo sé que sí. Ese hombre tal vez haya estado esperando a una mujer como tú, toda su vida.

—Mañana mismo subiré hasta presidencia y pediré una cita con el, espero pueda recibirme.

—Eso Paz, así me gusta, decidida y con coraje, que nada te de miedo amiga —exclama Nikole haciendo gestos con los brazos, sin embargo no sabe lo que estoy sintiendo por dentro. Lo mal que me ha dejado esta noticia.

Las chicas se fueron, me preparé para poder dormir, sin embargo no puedo hacerlo. Mis nervios no me dejan en paz, mi mente es un caos. No dejo de pensar en que realmente estoy embarazada. Yo amo a los niños, pero no estaba en mis planes tener un hijo ahora mismo y así. No así. Yo quería tenerlo dentro de una familia, con un padre a su lado. Ni siquiera sé si Alessandro Cooper querrá a este bebé.

O tal vez Atenea tenga razón y sí quiera y esté feliz con la noticia. ¿Pero entonces porque yo no lo estoy? Estoy embarazada del hombre con quién he fantaseado por tanto tiempo. Ahora tendré un hijo de él.

¿Por qué no siento esa emoción que debería sentir? No encuentro una explicación.

Al día siguiente despierto más nerviosa aún. Me visto y me peino lo mejor que puedo. Este día me he puesto maquillaje. Hoy no es un día cualquiera, hoy es un día especial.

Al llegar a la oficina las chicas me preguntan cómo estoy y si estoy segura de lo que haré. Bueno esa fue Nikole, porque Atenea seguía convencida de que es lo mejor.

Les digo que sí y que esperaré unas horas para pedir permiso a mi jefe para que me deje ir a recursos humanos. Sí, una mentira que diré, porque no le diré que iré a presidencia.

Dos horas más tarde finalmente me animo a hablarle a mi jefe. Algo dudoso accede a mi petición, solo le dije que era por un préstamo que quería solicitar. Atenea y Nikole me animan levantando ambas sus dedos pulgares.

Debo ir al último piso y estoy muy nerviosa. Temo caer con mis tacones. Subo el elevador marcando el último número en el panel táctil. Al llegar observo a una mujer sentada detrás de su escritorio, muy concentrada. Al llegar hasta ella le saludo amable. Ella me devuelve la sonrisa y se fija en mi uniforme y también en mi carnet donde figura que soy personal de la empresa.




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