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El dos de noviembre como sabrás de primera mano, pasaron tantas cosas hermosas y peligrosas, llenas de pasión y cariño extenuante. Nuestro primer beso, el inicio del idilio, un inicio cómo dios manda. Bastante romántico diría yo, al final, viéndolo desde una perspectiva literaria, fue algo así como la historia del amor imposible entre el profesor y la estudiante, un amor que no pudo ser y que se dio porque por un instante las circunstancias se alinearon con el deseo de ambos, algunos lo llaman destino. Sin embargo, a pesar de que quisiera profundizar un poco más en todo lo que sentí, describir el beso como lo que fue, un relámpago divino de pasión prohibida que encendió un bosque profundo de sentimientos escondidos. Explicar el torbellino de efímeras mariposas que iban y venían en mi interior mientras te apegaba a mi pecho con un abrazo. No lo haré, primero porque estuviste ahí y sabrás ya cómo pasó y segundo, porque lo importante es de hecho lo que se ha venido construyendo en mi cabeza desde ese día.
Ese día descubrí que yo era no más que un humano, uno tonto e impulsivo. No estaba listo para ser considerado un profesor y eso, rompió mi corazón en grandes y notorios pedazos. Yo, que había prometido ser el mejor profesor del mundo, quien soñaba en maestrías, doctorados y reconocimientos del foro educativo. Aquel que lo único que deseaba era servir a un puñado de jóvenes a entender que la vida en esa edad es compleja pero superable, que no están solos y que de un modo u otro alguien los escucha. Ese día me fallé al aceptar el beso, al aceptar lo nuestro. Pero... Ese día conocí al amor de mi vida reflejada en mis pupilas.
Kafka como siempre, buscó lugar en mi pecho, en un segundo se acomodó y termino por acostarse plácidamente sobre mí.
- Creí que actuaría como el profesor que dice ser- se burló Kafka
- Yo creía lo mismo, no puedo dejar de sentir que hice mal, pero a la vez, las mariposas regresaron - Respondí
- Las mariposas no siempre son buenas, lo sabe señor. A veces, muchas de ellas pueden ser consideradas una plaga.
- No importa, haré que funcione. Estoy seguro, soy inteligente.
- Al parecer no tanto, si fue capaz de aceptar a su estudiante en su corazón, no sé qué pueda pasar después... ¿Ustedes los humanos van presos por cosas como esas no es así?
Kafka era molesto cuando quería serlo, pero nada puede decirse en su contra, tenía razón, su hocico estaba lleno de verdades. Me había envuelto en un embrollo de esos que te absorben como arena movediza, el momento que te das cuenta y quieres salir de ella es muy tarde, no queda otra opción más que hundirte, dejar que eso te lleve consigo. Y eso fue exactamente lo que pasó. Me dejé llevar.
No escribo eso para descansar la carga en otros hombros, este caso los tuyos, no, todo lo contrario, lo hago para que entiendas que siempre, desde un principio esto fue decisión mía y no tuya, quien tuvo el poder fui yo. Esa fue la decisión y no, no me arrepiento, trajo consigo más que mariposas, eso es seguro.
"¡Qué diablos!, el deber, es sentir lo que es grande, amar lo que es bello, y no aceptar todos los convencionalismos de la sociedad, con las ignominias que ella nos impone."
Como en "Madame Bovary" novela hermosa llena de sabios fragmentos que me han alimentado y desdichado más de una vez, aquella frase rondaba por mi cabeza a modo de consuelo, de justificación por el acto. No podían echarnos la culpa, es que simplemente nos queríamos así. Tú me querías como profesor y yo a ti como estudiante, simple. Sin embargo pasé por alto algo que hasta ahora siempre llevaba conmigo. "El amor siempre viste los mismo trapos" y es que es cierto, no importa que se hiciera, nosotros siempre amaríamos de la misma manera que amamos a quien esté de turno. Tú me amarías igual que como lo amaste a él, y yo te amaría igual que como ame a ella, una frase simple y real, sin embargo, no quería ser parte de eso, ya no más. Esta era una oportunidad para romper ese bucle estúpido de amar o ser amado, del amante y del amado. Y es que como sea que lo intentemos, esa realidad siempre golpea, siempre. No hay un punto medio, no existe un tercer nivel en materia del romance. La vida se vanagloria con la misma lógica, inicio, fin, amas o eres amado, no puedes ser el uno y el otro al mismo tiempo, así como no puedes iniciar y acabar de manera simultánea una situación. Igual que el agua y su proceso o la física, ningún cuerpo puede ocupar el espacio que otro cuerpo ocupa, así de sencillo. No se puede ser amante y ser amado al mismo tiempo y eso, combatir contra eso, fue el delirio que me llevo a la desgracia.
¿Recuerdas como solía preguntarte constantemente aquello? Nunca estuve convencido de haber roto el proceso, de haberme zafado del bucle. Tal vez sí, pero llevé las cosas más allá, gracias a eso terminamos.
Por alguna razón extraña tú no solo enamoraste a esa persona que un día fue tu profesor, sino que sin preguntar enamoraste a todos, al inmaduro, al maduro, al tonto y al inteligente. Al que sueña mucho, al que dice "es imposible" y al que canta y baila, enamoraste a todos en una sola pasada y eso asustó.