DAVID
Apenas logré convencer a Ilona de que fuéramos en mi coche. Ya subiéndonos al interior de mi jeep, ella aún me recuerda que sería mejor que hubiera ido sola. Yo negando sus palabras, cierro la puerta detrás de ella. Me sorprende su insistencia, y sentándome al volante, pido.
— Ilona, abróchate el cinturón, vámonos. Dijiste que teníamos poco tiempo.
La chica suspira, y abrochándose el cinturón, me mira fijamente.
— David, ¡gracias por el descuento! — declara agradecida —. Lo obtuve gracias a ti. No es una mala bonificación, hasta un veinte por ciento. ¡Papá se pondrá muy contento!
Dirijo una mirada tensa a la chica, y pregunto abiertamente.
— Ilona, dime, ¿cuánto tiempo llevas comprando en esta tienda?
— Desde que obtuve el permiso de conducir. Especialmente en verano, soy cliente habitual aquí.
— ¿Y cuántos años han pasado desde que obtuviste el permiso? — me intereso, porque si responde con la verdad, sabré cuántos años tiene.
— Aproximadamente cinco.
Dice la chica. Yo sonrío, y acelerando cuento.
Dieciocho más cinco. Esto es aproximadamente veintitrés. Y ahora aparenta dieciocho. Yo me callo sobre mis cálculos, solo pregunto con tensión.
— ¿Y has aguantado tantos años a estos atletas arrogantes?
— Solo he comprado dos veces allí. Y luego simplemente declaré que no quería que me atendieran, porque me resultaba desagradable. Entonces era cliente habitual de un hombre mayor. Pero hace tres años, él fue ascendido, así que ahora me atiende Serhiy. Porque el resto de esos tres tipos, son tan engreídos que ni siquiera te apetece acercarte a ellos...
Yo suspiro profundamente. Estoy sinceramente impactado. No me cabe en la cabeza, ¿cómo hombres sanos y normales, pueden permitirse, así autoafirmarse y dominar a las mujeres, de una manera tan bárbara?!!
— Creo que a partir de hoy todo cambiará radicalmente. — exhalo.
— Ojalá fuera así. Porque sinceramente no es agradable, cuando te menosprecian, por el hecho de que eres mujer, y no entiendes mucho de técnica. — expresa sus desagradables sentimientos Ilona.
Decido cambiar de tema de conversación, ya que este tema no le es agradable, y ella durante estos años, ya ha sufrido bastante.
Abrumo a la chica con preguntas sobre sus estudios y trabajo. Este tema la chica lo apoya con gusto. Amablemente, e incluso con entusiasmo responde a mis preguntas. Hablamos sobre diseño de interiores, nuestros gustos y preferencias. Temas personales, y en cambio temas que podrían serle desagradables, no toco. Menos mal que Volodymyr Yosypovych, me contó tanto sobre esta chica.
Durante las conversaciones ni siquiera notamos, cómo llegamos al lugar que necesitábamos. Después de descargar el coche, la chica se comunica con el agrónomo Mykhailo y el mecánico. Después de arreglar todo, volvemos a subir al coche, y nos ponemos en camino a casa.
— ¡Qué calor! — exhala la chica y toma algunos sorbos de agua de su botella.
Aunque en el coche funciona el aire acondicionado, aún así aquí hace calor. Mi agua se ha terminado, así que mirando a la chica pido.
— Ilon, dame de beber.
La chica me mira unos segundos, y nerviosa advierte.
— David, yo bebí del gollete...
— ¿Acaso vertiste veneno?
—No. —ella me entrega su botella —. Ten, si no tienes miedo?
— ¿Miedo de qué? — pregunto sorprendido.
— De que después de que bebas de mi botella, sepa todos tus pensamientos.
— No tengo miedo — sonriendo digo con seguridad y después de tomar la botella de la chica, doy algunos sorbos.
Justo pasamos junto a una fuente abierta, en la que chapotean los niños.
— ¡Genial! Yo también quiero.
Casi escupo el agua. Imaginando a Ilona en esta fuente, y además con un vestido mojado.
— ¿Nos detenemos?!! — pregunto con intriga. Su declaración hizo volar mis sesos. No esperaba tal locura de ella.
— No — la chica se echa a reír agradablemente.
Yo estoy encantado con ella, le paso la botella con agua, y no puedo entender qué me pasa. Me atrae su sencillez espiritual y su singularidad. Aunque se ha llamado a sí misma "pija", no noto en ella ninguna ostentación, pompa, o arrogancia. Una chica agradable y sensible.
Ilona calma su risa, y con toda seriedad señala.
— Si me metiera en esa fuente, no me entenderían, pero una ducha ahora vendría bien.
— ¿Y el lago? — pregunto, porque después de sus palabras, en mi cabeza ya ha nacido una idea loca.
— Tampoco nada. Pero aún tenemos un camino tan largo por recorrer...
— Vamos a llegar a tiempo. — aseguro —. Ilon, ¿vamos al lago? Hay uno aquí de camino a casa. —miro fijamente a la chica.
— David, ¡no! Mi coche se quedó debajo de esa tienda. Tengo miedo de que esos patos no hagan algo. — la guapa me mira preocupada.
— ¡Que lo intenten! — digo ambiguamente. Porque entonces yo actuaré ya sin el director y la advertencia.
— No, David, vámonos a casa.
— Preciosa, aún tenemos tiempo de sobra parair a casa. ¿Vamos mejor al lago, a bañarnos?
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Editado: 06.03.2025