ILONA
Siento que todo mi cuerpo tiembla. Tengo miedo. Mucho miedo. Me sobresalto cuando alguien golpea mi ventana. Levanto la mirada con cautela y veo la silueta de un hombre.
— Ilona, baja el cristal.
Oigo una voz distorsionada. Estoy aterrada, pero aun así bajo un poco la ventanilla. El pánico me hace temblar aún más.
— Ilona, tenemos que hablar.
Parpadeo varias veces, y al fin reconozco esa voz ronca. Es David.
Aprieto los labios con fuerza mientras las lágrimas de indignación amenazan con escapar.
Alguien me ha delatado. Por eso David me ha encontrado. Pero no tengo el menor deseo de hablar con él. Respiro hondo para recuperar el control y luego le ordeno:
— Aparta el coche. No quiero hablar contigo. No hay nada que decir. Lo sé todo.
— Ilona, no sabes nada. — Su voz suena dura y áspera.
— Sé lo suficiente. No necesito saber más. ¡Vete! — le exijo con fastidio.
No quiero tener nada que ver con este hombre. Me engañó, y jamás volveré a confiar en él. Ni siquiera mencionaré los rumores que circulan por el pueblo como un virus imparable.
— Ilona, abre la puerta. No te irás de aquí hasta que me escuches.
Su amenaza me asusta. Pero recuerdo lo que me dijo el tío Iván hace poco y me lo pienso mejor. Hago una pausa de unos segundos y luego suelto con sequedad:
— Habla, pero rápido.
— Ilona, ¿quieres que todo el pueblo escuche nuestra conversación? Déjame entrar al coche, al menos...
— ¡No te creo! — siseo con voz ahogada, tratando de contener nuevas lágrimas.
— Y haces mal, Ilonka...
David pronuncia mi nombre con tanta ternura que las lágrimas acaban deslizándose por mis mejillas. Y yo no quiero que él me vea llorar.
— ¡Abre la puerta! — me pide con desesperación.
Tengo miedo. Dudo. Sé que no le creeré, por mucho que diga, pero... ¿qué pierdo si lo escucho? Aunque en realidad sí pierdo algo: mi paz interior. Porque después volveré a sentirme como un alma en pena.
Dudo unos minutos más, pero al final abro la puerta. En cuestión de segundos, David ya está dentro de mi coche. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Su fuerte fragancia, con ese aroma tan característico, se desliza por mis nervios como una afilada navaja. Su sola presencia hace que mi corazón lata con furia y que el dolor dentro de mí se vuelva insoportable.
Una vez más me doy cuenta de que estoy completamente enamorada de este hombre. Me cuesta respirar. Me cuesta soportar esta pena.
No sé cómo voy a seguir adelante. Una sola semana con él cambió mi vida por completo, dividiéndola en un "Antes" y un "Después". Pero, por desgracia, ese "Después" feliz fue demasiado corto, y las consecuencias, demasiado dolorosas.
¿De verdad hay que pagar un precio tan alto por un poco de felicidad?
Me sueno la nariz, contengo las lágrimas y guardo silencio. Hablar es demasiado difícil. Y, al final, tampoco hay nada que decir. Todo está más que claro.
— Ilona, ¿qué te contó Volodymyr Yosypovych?
— ¿Qué tiene que ver él con esto? — trago saliva con nerviosismo. — Tu prometida recorrió todo el pueblo buscándote. Desde el miércoles, la gente no deja de decir que hiciste conmigo lo mismo que Mark. Que te divertiste y luego me dejaste. Ahora todos se regodean con mi desgracia... No sé cómo lo soportará mi padre. Se hace el fuerte, pero yo sé que le duele. — Trago saliva de nuevo y parpadeo, pues las lágrimas nublan mi vista.
— Ilona, las cosas no son como las cuentan. — David niega con firmeza, mirándome directamente en la oscuridad.
— ¿Ah, no? — salto con furia, girándome hacia él. — Entonces dime, ¿de dónde salió tu prometida? Porque ella misma ha dicho que se casarán en octubre... ¿O acaso apareció de la nada y decidió calumniarte solo por diversión?
David suspira con frustración, apoyando la cabeza en el asiento.
— Ilonka, vámonos de aquí. A mi casa o a la tuya, donde quieras. No deberíamos estar en medio del pueblo teniendo esta conversación.
— David, no evadas las preguntas. No importa dónde hablemos. O me cuentas de una vez tu versión bien ensayada para hacerme quedar como una tonta, o te bajas del coche. — Trago saliva con dificultad y, tras sonarme la nariz, añado: — De cualquier manera, tienes diez minutos.
— Ilona, ese tiempo no es suficiente — protesta David con indignación.
— ¡Es más que suficiente!
Resoplo. No podré soportar estar cerca de él por más tiempo. Mi corazón no lo resistirá.
— Ilonka, ya no tengo prometida. De hecho, no la tenía desde un mes antes de conocerte. Nuestra relación solo existía en palabras. Pero el viernes terminé definitivamente con Nika y lo anuncié públicamente ante los medios.
#2339 en Novela romántica
#640 en Novela contemporánea
sentimientos verdaderos, encuentro del destino, romance y aventuras
Editado: 06.03.2025