ILONA
Al llegar al dormitorio, intento liberarme de sus fuertes abrazos. Con disgusto, le ordeno a David que me suelte. Me deja apoyar los pies en el suelo, pero de inmediato me atrapa de nuevo entre sus brazos firmes.
—David, suéltame. Si crees que estoy obligada a aceptar tu propuesta, te equivocas mucho —digo, empujando con fuerza sus músculos firmes en el pecho, tratando de apartarlo. Pero es inútil.
—Ilona, ¿por qué hablas de obligación? ¿De verdad no quieres decirme que sí? —David tensa la mandíbula. Su mirada directa me pone nerviosa y me hace enfurecer aún más.
—¡No quiero! —respondo con terquedad y resentimiento.
—¿Por qué?
Sus brazos me rodean con más fuerza, y en su mirada hay tanta exigencia que me asusta.
—Porque tú... tú... ¡Eres un cínico! No tienes respeto ni por mí ni por tu ex.
—¡Ilona, basta! —ordena con severidad, mirándome de arriba abajo—. Explícame por qué debería respetarla, después de todo.
—¿Después de qué? —pregunto más para provocarlo, porque en realidad estoy confundida. Estoy desbordada por las emociones. La propuesta de David me ha caído como un rayo. No la esperaba y, sinceramente, no estoy preparada para esto.
—Ilona, perdóname por mi estupidez y mi miedo... —dice con voz quebrada y, clavando sus ojos en los míos, continúa—. Después de nuestra caminata nocturna, me di cuenta de que tengo miedo de perderte. Por eso decidí hablarte de Nika solo cuando todo estuviera resuelto con ella.
Cierro los ojos por un instante. Su silencio sobre su relación con Nika es lo que más me duele. Ya he escuchado todo esto antes. En parte, entiendo a David, pero me cuesta creerle.
—Ilona, perdóname, todo lo hice por ti. Te amo hasta la locura.
Lleno mis pulmones de aire y aparto la mirada. Un nudo me oprime la garganta. Quiero creerle, pero me aterra. Me humedezco los labios nerviosamente, y él, con confianza, declara:
—Mi hermosa princesa, siento que me amas... No lo niegues.
—David, yo... —me quedo en silencio. Estoy abrumada, y sus brazos me hacen temblar. Mi corazón late como un loco. No puedo pronunciar palabra. Tengo miedo de creerle, pero al mismo tiempo, deseo estar con él.
David levanta mi barbilla con un dedo y me mira tan fijamente que parece penetrar en mi alma.
—Ilonka, te amo con locura.
Su beso es tan suave y fugaz que me estremezco. Cierro los ojos por un instante, y un escalofrío recorre mi cuerpo. Con la voz ronca, continúa:
—Solo puedo imaginar lo que sientes ahora. Me duele que nos hayamos encontrado en un momento tan complicado de mi vida, pero al mismo tiempo, soy el hombre más feliz porque apareciste en ella.
Me acaricia el rostro con ambas manos, sus pupilas se mueven con intensidad mientras me observa, y su voz suena tan dulce...
—Mi amor, podemos hablar eternamente, discutir... pero si sientes algo por mí, solo dime: “Sí”.
—¿“Sí”? ¿Para qué, David? ¿Por qué? —tiemblo por completo, consciente de que estoy a punto de tomar una de las decisiones más importantes de mi vida. No quiero perder a este hombre, aunque perdonarlo no sea fácil.
—Ilona, ¿de verdad te da igual si me quedo o me voy?
Me humedezco los labios secos y lo miro fijamente a los ojos. Siento que se me llenan de lágrimas.
—No me da igual... —susurro con la voz quebrada—. Pero…
No me deja terminar. Se apodera de mis labios con un beso suave y delicado. Aprieto los labios con terquedad, negándome a corresponder, pero él insiste. Finalmente, se aparta, me estrecha con más fuerza y susurra con voz ronca:
—No dejaré que te vayas. Nunca.
Tomo una bocanada de aire, intentando controlar mis emociones, pero sus palabras me enloquecen. Siempre soñé con un hombre así. Uno que llegara, me tomara y no me soltara jamás. Y sé que estas no son solo palabras.
—Eres solo mía.
Casi sin darme cuenta, me aferro a él. Y con el corazón palpitante, finalmente comprendo que quiero estar con David. Siempre soñé con alguien como él, desde mi adolescencia. Levanto la cabeza y lo miro fijamente, queriendo asegurarme de la verdad en sus palabras. Me paralizo ante su sinceridad y seguridad. Con el aliento contenido, susurro con cautela:
—¿De verdad soy tuya?
—De verdad —afirma con voz ronca.
—¡Demuéstralo! —desafío, secándome una lágrima solitaria.
En un instante, sus labios devoran los míos. Me besa con ansia y pasión, haciéndome perder la noción del suelo. No sé cuánto dura el beso, pero me enciende por completo. La sangre hierve en mis venas, y sin darme cuenta, me aprieto contra su cuerpo, deseando que este momento no termine nunca.
#2715 en Novela romántica
#728 en Novela contemporánea
sentimientos verdaderos, encuentro del destino, romance y aventuras
Editado: 15.03.2025