Una Deuda, Una Oportunidad De Encontrar El Amor

CAPITULO 30

Sintió que la levantaban poco a poco, conocía esas manos,  conocía ese olor. Sentía como si viviera entre sueños y realidades. 

- Preciosa, estoy aquí- Escuchó a lo lejos.

La montaron en un caballo. Llegó a una cama donde sintió el dolor de la curación en las rodillas, lo que la hizo despabilar del estado de ensoñación. Conocía ese lugar, le era familiar, conocía ese rostro, esos ojos, esa preocupación. Un trapo húmedo reposaba sobre su frente y tiritaba con frío bajo una sábana. Deseaba hacer preguntas pero no le salían las palabras de la boca. Esta era todo un amasijo amargo en la lengua como si tuviera pegamento. Volvió a quedarse dormida.

Se despertó sin saber cuánto tiempo pasó. Dormido en una silla frente a ella estaba él, con la camisa abierta, la cabeza recostada en una mano, mechones de cabellos sobre su rostro. Perfecto, tierno, agotado.

Se fue al baño para asearse, las rodillas le ardían y tenía lodo en la cabeza. ¡Qué vergüenza! él la vió en ese estado.

 Al volver lo despertó:

- Hola- le depositó un beso en la mejilla. 

- Hola- el despertó sonriendo con una ternura absoluta evidenciada en el rostro de cansancio- Ya vuelvo.

Adela volvió a acostarse, le dolía todo el cuerpo y aún no era de día, podía descansar unos minutos más. El entró en pantaloneta y camisilla. Los brazos descubiertos brindaban a los ojos de la muchacha una imagen muy agradable.

- Gracias

- ¿Sabes a qué horas te encontré?

- No.

- Una de la madrugada.

- No sé en qué momento me desmayé.

- Debiste durar horas allí tirada, la humedad te resfrió. Ya le informé a Germinia y a Julian, apenas estés descansada irás a la oficina a firmar un documento.- Tristeza.

- Nos dimos cuenta de que no regresabas después de medio día- el tenía la necesidad de expresar su angustia.- Tu querida Arpía envió hombre a buscarte en todas las direcciones, no me dió permiso de salir en tu búsqueda. Solo pude hacerlo cuando poco a poco todos iban regresando sin noticias tuyas. Estoy seguro de que te habría encontrado antes. Llegaste muy lejos, en los bajos de los montes, junto a una quebrada, estoy seguro de que no conoces el sitio. Temí por tu vida, muñeca mía. Al verte en medio del lodo te pensé muerta.

- ¿Cuánto tiempo estuve desaparecida?

- Unas dieciséis horas. 

- Gracias por todo. Gracias por ser siempre tú.

Mario se sentó en el borde de la cama, le tocó la frente verificando la temperatura, acarició cada parte del rostro de su amada. Suspiró con tristeza y le dió la espalda. Adela se posó sobre sus rodillas y le abrazó desde la espada, recostando su cara sobre el hombro de él.

Y simplemente lloró.

Lloró por todo lo ocurrido, lloró por cada momento de angustia, por cada pérdida, por su libertad, por cada maltrato recibido, lloró por el hombre entre sus brazos. Un torrente de lágrimas le anegaron los ojos.

- Lo siento,... Lo siento tanto. Yo no debí actuar bajo los celos, no debí exponernos. Lo siento porque te irás, lo siento porque te hice perder la confianza de tu amigo.

Él se acomodó para acunarla entre sus brazos, sabía que su preciosa chiquilla debía desahogar todo el dolor que cargaba en su pecho, la dejó llorar, la dejó derramar lágrimas retenidas por meses.

- No te arrepientas de lo que hiciste, por el contrario, me alegra que admitas que tenías celos- la miró a los ojos- Ya estaba por creer que me estabas sacando de tu corazón.

- Eso no es posible.

- Te amo, no lo olvides. Lo de Julian, no deja de doler, pero más duele su egoísmo. Toda tormenta pasa preciosa. Ninguna dura para siempre. 

- ¿Qué haré sin tí?

- Todo lo que haces y más. Eres una mujer muy capaz. Yo te amo, eso no cambiará, la vida viene y va. Ve firma tu divorcio y se libre. Esta cabaña será tuya, yo me mudo hoy mismo al pueblo mientras me voy a La Quintanilla. Con el próximo pago compra tu celular, cárgale plan de datos; que yo me voy pero siempre voy a estar en contacto. Si de aquí a que todo tu proceso en los Laureles termine aun sientes algo por mí dime donde te encuentras que allá iré a buscarte, siempre y cuando tu lo quieras yo no me voy a apartar de ti. De momento asumamos esto como una prueba a lo que sentimos.

- ¿Te volveré a ver antes de que te vayas?

- Cada vez que tú lo pidas yo vendré. 

No hubo besos, solo la contemplación de las múltiples posibilidades que el futuro les planteaba. Se quedaron recostados en la cama, abrazados, refugiados en el otro. Allí durmieron un poco más. Entrada la mañana, Adela Iguaran salió de la casa del capataz directo al estudio, firmó los papeles de la anulación del matrimonio. Leyó su nuevo contrato laboral y lo firmó. Subió a su recámara, recogió lo poco que tenía y se trasladó a la cabaña del capataz, de quien ya no quedaba nada cuando ella llegó. Un vacío se hospedó en su pecho. Les restaban diecinueve días.

Alguien llamó a la puerta sacándola de su miseria emocional. Prevenida verificó la persona por la ventana, luego abrió. La arpía espía entró, se sentó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.