Una dulce mentira

Prólogo

Respirar el aire fresco del Central Park, y ver los pájaros revoloteando en las ramas de los árboles que abundan por los alrededores, es la imagen perfecta para comenzar el día. Este precioso lugar se había convertido en un hogar más y en el mundo maravilloso en el que todos los sueños pueden convertirse en realidad.

Cojo la cesta de la banca en la que estoy sentada y comienzo mi labor del día.

―Buenos días ―saludo a la joven pareja que pasa a mi lado tomada de la mano con esa envidiable expresión en sus rostros que le anuncia al mundo que son el uno para el otro. Respiro profundo. Quisiera encontrar a alguien que me mire de la forma en la que él; la mira a ella―. Le gustaría regalarle una botella de delicioso perfume a su linda compañera.

No sé qué tipo de relación llevan, así que no cometo el error de decir algo equivocado.

―Por supuesto ―indica el caballero, lo que envía una sensación de alivio a mi corazón, porque ayer las ventas fueron desastrosas―. Dejaré que mi novia elija la que le guste.

Con aquella pequeña información me lanzo al ataque para hacer efectiva mi primera venta del día. No quiero regresar a casa con los bolsillos vacíos, además, se acerca fin de mes y debo pagar la renta.

―¿Los fabrica, usted misma?

Asiento con orgullo, porque no hay nada que me apasione más que mezclar ingredientes sencillos y comunes, como los aceites esenciales, para dar origen a las fragancias más exquisitas y deliciosas.

―Estoy segura que alguna de estas les encantará ―saco dos de mis perfumes favoritos. Uno, con aroma floral y, el otro, a frutas no cítricas―. Ambas fragancias son ligeras y apropiadas para cualquier hora del día ―extraigo un par de cartulinas en las cuales está impreso el nombre de del perfume correspondiente, así como también, el aroma elegido―. Aquí puedes comparar ambas fragancias y elegir la que más te guste.

Espero a que las huele y se decida por alguna.

―Son extraordinarias ―abre sus ojos como platos y sonríe emocionada. Aquella expresión hace que las palpitaciones de mi corazón se desaten como locas―. Será imposible decidirme por alguna, así que me llevo las dos.

La chica que hay en mi interior realiza la danza de la victoria y alza sus puños en señal de victoria mientras da chillidos de felicidad. Mantengo los gestos de mi rostro inalterables cuando lo único que deseo es gritar, reír y saltar por este gran logro. Busco una de las bolsas que yo misma he diseñado con la marca de mi empresa no registrada, e introduzco las dos botellas. Sé que, si sigo esforzándome, algún día podré materializar mi sueño más anhelado: ser una de las fabricantes de perfumes más reconocidas e importante del mundo.

―Aquí tiene, señorita ―le entrego el empaque con su compra y recibo a cambio el importe de la venta―. Espero que las disfrute.

La chica coge la bolsa y la guarda en su cartera.

―¿Tienes alguna tarjeta con tu número? Tus perfumes no tienen nada que envidiarles a las marcas más reconocidas ―aquel elogio me llena de esperanzas y abre un mundo de posibilidades ante mí―. Te recomendaré entre mis conocidos, estoy segura que mis amigas estarán encantados de hacerse con alguna de esas botellas.

Con manos temblorosas abro el monedero y le entrego una de mis sencillas tarjetas para que tanto ella como sus amigas; puedan comunicarse en cualquier momento conmigo.

―Gracias por su compra.

La pareja se despide agradecida y una vez que se aleja, bailo y grito de felicidad, sin importarme que el resto de las personas a mi alrededor me están viendo y sonríen divertidos por mi locura.

***

Llego a la casa al caer la noche. Tengo los pies adoloridos, pero ha valido la pena el enorme esfuerzo. Logré vender casi todas las botellas de perfume y es la primera vez que esto me pasa.

―Abuela, acabo de llegar ―grito al ingresar a la casa―, me acerco a la mesa y dejo la cesta sobre ella.

Estoy feliz, pude completar todo el dinero para el pago del alquiler y todavía me queda un poco para el resto de los gastos.

―Te veo sonriente, cariño ―giro la cara y la fijo en el rostro de la mujer que es el motivo de todos mis esfuerzos―, eso significa que tuviste un buen día.

Le devuelvo la sonrisa y corro a sus brazos. La abrazo con todas mis fuerzas y entierro mi cara en su cuello para aspirar ese delicioso aroma aleña y hogar. Mi favorito entre todos.

―Me fue mejor de lo que esperaba, abuela ―rompo el abrazo y voy a la mesa para buscar mi cartera―. Lo vendí casi todo ―saco el monto exacto para el pago de la renta y un par de billetes más para sus gastos―. Aquí tienes, puedes pagarle al señor Alcides, cuando quieras.

Sus ojos se tornas húmedos y una linda sonrisa se dibuja en su cara al recibir el dinero.

―No es necesario que te diga que estoy orgullosa de ti, Clarisa, porque fuiste la luz de mi vida desde aquel momento en que llegaste a esta humilde casa ―sus palabras dulces y significativas me llegan al corazón e invaden mi alma―. Has luchado con perseverancia para conseguir hacer realidad tus sueños y nunca te has rendido ante las adversidades ―mis ojos se llenan de lágrimas―. Le pido a Dios a cada día, para que me permita estar junto a ti por muchos años más y poder verte convertida en una mujer exitosa.



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En el texto hay: drama, amor, embarazo

Editado: 24.01.2023

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