Una hija para el Ceo solitario

Capítulo 7: No es tan duro

Hannah frunció el ceño, pero Emma se metió, riendo burlona.

—Espera que Andrew la vea. Él odia el desorden… seguro la despide el primer día.

Los murmullos y el chisme empezó a correr, y Hannah se preguntó por qué hablan así de su jefe, pues no le pareció una persona dura.

De pronto, la multitud se abrió, y aparecieron Andrew y Dominik. El primero, con gesto adusto, se acercó de inmediato a la muchacha, y todos alrededor creyeron que la regañaría por causar alboroto ya que, de hecho, Andrew Cook era conocido por su seriedad y distanciamiento, por su afán por el orden y su desprecio por las indiscreciones.

Sin embargo, lo que hizo los dejó a todos helados.

Él se quitó el saco de su traje, se agachó y lo pasó por los hombros de Hannah, cubriéndola hasta el frente.

—Vamos, tranquila, esto te ayudará. Levántate.

La sorpresa bañó a la muchacha, junto a una palpitación cálida al encontrarlo tuteándola, y le hizo caso de manera inconsciente.

—Creo que es momento de irnos —murmuró él.

Ella se sobresaltó.

—Señor Cook, usted no tiene que…

—Tengo —interrumpió el varón—. Esto pasó porque no estuve atento, así que no te preocupes. —Le lanzó un mirar duro a Lenna y Emma, y luego se dirigió a Dominik—. Dom, nos vamos.

El pelirrojo sonrió y asintió.

—Claro, hermano. No te preocupes, ve tranquilo.

Y así, con la sorpresa de todos los presentes, el anfitrión incluido, Hannah se vio escoltada a la salida por su jefe.

—Señor Cook, lamento esto… usted no debió salir por mi causa —murmuró la castaña una vez en el auto.

—No… soy yo quien debería disculparse. Lenna es la viuda de mi hermano, pero es del tipo que aprecia demasiado la riqueza, casi de un mal modo, y Emma, ambas son tal para cual y suelen juzgar a las primeras. No pensé que intentarían molestarte, y ese fue mi error y lo lamento. Por favor, mantente alejada de ellas.

Hannah arrugó la cara, pero asintió comprensiva.

¿Por qué la gente hablaba de que este hombre era distante y todas esas tonterías? Justo ahora sus ojos, aunque reflejaban un deje de incomodidad, la verdad es que le parecían bastante afables.

—Tendré cuidado, señor Cook —dijo y se enterró en su asiento.

No tardaron en llegar a la casa de los padres de Hannah, y ella se dispuso a quitarse la chaqueta; sin embargo, Andrew la detuvo.

—No, déjalo así y dámela luego. Afuera está haciendo mucho frío.

Una tímida sonrisa pintó los labios de la muchacha ante el sutil gesto, y asintió antes de despedirse y salir.

En casa, las luces estaban encendidas, pues no era tan tarde, y Hannah se aferró a la chaqueta mientras se quitaba los zapatos en el recibidor, pues los tacones comenzaban a molestarle, y una vocecita la sacó de su centro.

—¡Mamiiii! —Los pasos rápidos resonaron en el suelo de madera, y la pequeña Alisson apareció al final del recibidor, sus ojitos brillando de expectación, y se acercó a su madre—. Mami, mami… ¿acaso volviste con papi?

Casi se podían ver los brillitos ilusionados salirle por todas partes mientras daba pequeños saltitos, en su pijama de vaquita.

—¿Por qué sigues despierta, Ali?

Hannah se levantó y la tomó de la mano para entrar al salón.

—Le dije que se fuera a dormir, pero simplemente estaba demasiado ansiosa para conciliar el sueño, así que la traje al salón para que se calmara. No dejaba de preguntarse si tú estarías con «su papi». ¿Puedes creerlo?

Hannah resopló cansada y se agachó frente a su hija.

—Vi que te bajaste de un auto bonito, así que debió ser el de papi, ¿verdad, mami?

—Ali, escucha, tienes que dejar de llamar así al señor Cook. No es bueno…

—¡Pero es mi papi, yo lo escogí! —chilló la nena, y luego se dio cuenta de algo que la hizo sonreír triunfante—. Ese es el saco de papi, ¿verdad? ¡Qué hermoso! ¡Eso es, mami, tienes que traer a papi a casa!

La otra castaña, sintiéndose impotente y cansada por los hechos recientes, resopló y negó con la cabeza.

—Tienes que hacer que deje de llamarlo así, Hannah… —Olga Roth, la madre de la muchacha, resopló mientras miraba a su nieta.

—Es una niña, Olga, ya se le pasará. Recuerda que acaba de separarse de su padre, es normal que actúe así —comentó un varón desde la cocina, Martin Roth.

Madre e hija miraron al padre y asintieron.

El tema de Eddie era complicado de tratar incluso ahora.

—Bueno, iré a ducharme y a dormir… mañana tengo que trabajar, y esta pequeñita comienza en su nueva escuela. —Le dio un par de palmaditas en la cabeza a su hija.

—¡Amiguitos nuevoooos! —chilló contenta Alisson y emprendió rumbo escaleras arriba, dispuesta a acompañar a su madre.

Hannah tenía claro que le esperaban unos días muy largos a partir de ahora.




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