Una hija para el Ceo solitario

Capítulo 13: Disfruta el momento

Ataviada con su ropa de excursión, jeans y una sudadera, debajo de la cual llevaba su medallón de Iron Man, con un sombrero y aferrada a su mochila, Alisson tarareaba el inicio de Crazy Form de ATEEZ, que se escuchaba por los auriculares que tenía puestos, parada junto a la puerta y moviendo su cuerpo al ritmo de la música.

Cuando un auto apareció en el exterior, esta vez una camioneta de aspecto más rústico, la nena pegó un brinco y miró al salón.

—¡Mami, ya llegó papi! —clamó emocionada y miró a sus abuelos, que junto a su madre resoplaban cansados—. ¡Abuelo, abuela, adiós! ¡Nos vamos de excursión, ven mami!

Vio a Andrew bajar del auto a través de la ventana y su felicidad creció.

—Todavía no entiendo qué afición tiene esa niña con ese hombre —murmuró la abuela a su hija, que se levantó apenas oír el timbre.

A un costado se encontraba lo necesario para ir de campamento según la lista de la escuela: tienda, sacos de dormir para ellas dos, y en su mochila llevaba cosas como ropa para ambas y otros artículos importantes.

Abrió la puerta y encontró al varón al otro lado vestido para la ocasión: jeans, botas de senderismo, y quizá algunas capas de ropa debajo de la chaqueta, porque afuera hacía frío ya entrado el otoño.

—Buenos días, señorita Roth.

—Buenos días, señor Cook —saludó ella, pero Ali interrumpió.

—¡Papiiii! —Se lanzó hacia el muchacho, que no dudó en darle unas palmaditas en la cabeza.

—Buenos días para ti también, pequeña señorita Roth.

—¡Vamos a acampar!

Tras presentar y saludar a los padres de Hannah, Andrew tomó los bolsos y se dirigió al auto sin esperar por su chofer, que se mostró extrañado, y luego partieron a la ubicación señalada, un complejo de excursión al sur, donde encontraron ya un buen grupo de padres, hijos y personal de la escuela preparado para la ocasión.

Esta vez, la excursión estaba destinada para el primer grado de primaria, unos cien niños que serían repartidos en grupos de veinticinco con las clases mezcladas.

Cuando el auto se detuvo y Andrew salió junto a Hannah y una emocionadísima Alisson, todos los ojos se posaron sobre ellos, pues todos sabían bien quién era Andrew Cook.

Ante esas miradas y las murmuraciones, Hannah se sintió tímida, preguntándose si su autorización de que su jefe viniera había sido correcta. Pero al ver a la feliz Alisson tratar de sacar un bolso más grande que ella con Andrew, no pudo dudar más.

Aunque se preguntaba por qué su jefe se mostraba tan dispuesto a todo esto. Era un hombre de negocios ocupado, debía estar en otras cosas, ¿no? ¿Por qué dedicar tiempo a dos desconocidas?

Con eso en mente, sintió que le tocaban la mano, y al ver a su hija sonrió.

—Mami, agarra la carpa, papi llevará lo demás. ¡Él es muy fuerte!

Hannah actuó por reflejo y lo hizo, y se le olvidó decirle a su hija que no lo llamara así delante de los demás niños, o los malentendidos serían incontrolables. Después de todo, Andrew era el presidente de una de las empresas más grandes de la ciudad, dueño de muchos inmuebles y comercios e inversor. Básicamente estaba presente en muchos aspectos de la vida de la ciudad.

Dios… ¿cómo pensó que esto era buena idea?

Al final, los dividieron en grupo, y comenzó la marcha hasta su lugar designado para montar el campamento.

Ali iba canturreando todo el camino, hacía mucho que Hannah no la veía tan contenta, no desde que se separó de su esposo y tuvieron que volver a casa. Este renacimiento de parte de su pequeña era… prometedor.

Al llegar al lugar establecido, los padres comenzaron a armar las carpas, y Alisson se convirtió en la ayudante de Andrew, que gracias al cielo fue, porque Hannah se habría vuelto loca con tantos tubitos y cositas, pero la tienda quedó lista y dispuesta para los tres.

Las maestras llamaron, y comenzaron las actividades.

—¡La primera actividad es una carrera de padres y representantes a tres piernas! Por favor, madres, padres, representantes, vengan a buscar su cuerda y prepárense.

En automático, Hannah miró a Andrew. Las actividades eran una sorpresa, pero ella creía que solo serían los niños quienes las haría; sin embargo…

Quizá divertido por su confusión, imaginando que se estaba volviendo loca por dentro, Andrew sonrió.

—¿Vamos, Hannah? Ya que estamos fuera de la oficina, y sería raro que me llamaras por mi apellido, Andrew está bien, ¿de acuerdo?

La tenue sonrisa que le dio le aceleró el corazón de un tirón, y fue tan poderoso que Hannah sintió que se le calentaban las mejillas en medio del ambiente frío.

Él le extendió la mano y, aún dudosa, la aceptó.

A veces era mejor solo disfrutar el momento.




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