Una hija para el Ceo solitario

Capítulo 14: Pregunta incómoda

Las murmuraciones no se hicieron esperar cuando los dos se encaminaron con Ali de escolta a una pista rustica que había. Esta parte del centro tenía un parque para niños y un circuito, y se veía que habría más actividades.

—¿Ese no es el CEO que salió hace poco en las noticias?

—Sí… también es uno de los hombres más ricos del continente… no sabía que su hija estudiaba con nuestros hijos, vaya…

—No sabía que el señor Cook tuviera esposa y una hija, ¿acaso no era…?

—No lo sé, ¿no es la niña muy grande? Debe tener seis años para estudiar con nuestros hijos, ¿no es eso raro?

—Oh, ¿estás insinuando que el señor Cook le fue infiel a…?

Los padres cuchicheaban sin cesar y, ante la incomodidad de Hannah, Andrew le comentó:

—No les hagas caso… la gente habla por hablar.

Pero la muchacha no lo creía así, al menos no del todo. Ella acababa de volver a su país de origen después de un divorcio complicado y con su hija pequeña, no había forma de que no le incomodaran estos rumores infundados, en especial por cómo se desenvolvía este hombre.

Sin embargo, se vieron enseguida atraídos por el bullicio de la competencia, amarrando sus piernas para la carrera.

Para no caerse, Hannah tuvo que abrazar a Andrew por la cintura, y él hizo lo propio un poco más arriba, ya sin chaquetas, lo que les daba una intimidad inesperada para ella. Se dio cuenta de que el tacto ajeno era suave, cuidadoso, y eso la sorprendió. ¿Por qué estaba pensando en tantas babosadas ahora?

De pie frente a ellos, custodiando sus cosas, Ali los miraba sonriente, y antes de que se dieran cuenta sacó el celular de su madre, lo desbloqueó y lo apuntó hacia ambos.

—Mami, papi, ¡foto!

La castaña se acomodó, y en esa rara posición su hija les tomó quién sabe cuántas fotos antes de que pudieran comenzar a practicar. Al lado del hombre, que medía como metro noventa, Hannah se sentía un hobbit, con su escaso metro sesenta y cinco, sin embargo, no pudo evitar notar el buen cuerpo que se escondía debajo de aquellas ropas mientras lo abrazaba con firmeza por la cintura para no caerse.

De forma inesperada, Andrew parecía haber dejado de lado el hecho de que Alisson lo llamara papá y se concentraba en la competencia, en el momento.

¿Quizá ella debería hacer lo mismo y solo divertirse?

Cuando la competencia comenzó, los niños empezaron a animar a sus padres, que corrían de cinco en cinco. Al llegar el turno de Andrew y Hannah, arrancaron en segundo lugar, pero poco a poco superaron a los que iban de primeros, con Ali gritando y vitoreando.

—¡Vamos, mami, papi, ustedes pueden, a ganaaaar!

Cruzaron la meta en primer lugar, lo que quería decir que se clasificaban para la ronda final, y cuando el momento llegó, repitieron la estrategia.

Niños y padres gritaban y vitoreaban, y algunos cuchicheaban sobre lo buena pareja que hacían ambos, para regusto de una Alisson que se estaba dejando el alma en animar a sus «padres».

Casi llegando a la meta, en medio del griterío, Hannah tropezó y casi se cae; sin embargo, Andrew la tomó con firmeza, y un solo vistazo bastó para infundirle la confianza necesaria para llegar a la meta en primer lugar y en medio de serpentinas que volaron por los aires.

—¡Sííííí! ¡Ganamos! ¡Mami, papi, ganamooos! —Ali corrió hacia ambos, aún atados, y se aferró a sus piernas amarradas, riendo y gozando de lo lindo.

Y de ahí con cada uno de los juegos.

Ganaron bastante, en parte porque Andrew tenía una excelente condición física que iba más allá de la del resto de los padres, y Ali se deleitó con la cantidad de puntos que acumularon, y que luego podría canjear por entradas al cine u otros premios.

Llegada la noche, tras la cena, la nena cayó rendida y a gusto en la tienda, en tanto Hannah y Andrew convivieron apenas con los otros padres, quienes, raramente, no preguntaron nada sobre la particular «paternidad» del muchacho.

A eso de las once, ambos estaban sentados fuera de la carpa, con la vista puesta en las estrellas.

—Tengo un amigo que es un apasionado del cielo. De seguro, si no está ocupado, debe encontrarse en la azotea de su hogar ahora mismo, mirando esta preciosura con su telescopio.

Hannah le dedicó ojos suaves y miró al firmamento, limpio y hermoso como no se podía ver en la ciudad. Entonces, decidió hacer una pregunta que llevaba un tiempo rondando su cabeza.

—Andrew… ¿puedo saber por qué no te molesta que Alisson se refiera a ti como su padre, ni los comentarios de los demás sobre tú siéndole infiel a tu esposa? La verdad es que no nos conocemos desde hace mucho, y eres mi jefe. Puedo entender que aprecies su encanto infantil, pero… me parece demasiado.

Lo miró de reojo, con el corazón acelerado, y aguardó, deseosa de no hacerlo molestar.

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N/E: ¡Hola! Gracias por leer esta historia ♥ Puedes encontrar más información y adelantos de esta y otras historias en mi Face: Shi Fernweh, e insta: shi.fernweh. ¡Espero que la sigas disfrutando!




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