Una hija para el Ceo solitario

Capítulo 23: Cookie

Y vaya que Alisson lo disfrutaba.

Cuando su madre la fue a buscar a la escuela en compañía de Andrew, salió corriendo, no directo hacia ella, sino hacia un varón que no dudó en tomarla en brazos y alzarla.

—¡Mami, trajiste a papi! —Se inclinó la niña y le dio un beso a su madre—. Eres fantástica, mami. —Rio divertida.

Los tres subieron al auto, y la emoción de la niña no hizo más que crecer al saber que irían a comer juntos.

Andrew escogió un restaurante tranquilo y de ambiente familiar para que ambas se sintieran cómodas, y ordenaron.

—La recomendación se ve bien —murmuró Hannah, viendo que se trataba de espagueti al sésamo.

—Debe serlo, pero no puedo comerlo —contestó Andrew con calma.

Alisson, absorta en su menú, era ajena a su intercambio.

—¿En serio?

—Soy alérgico al sésamo —contestó él con serenidad—. Voy a pedir fideos de huevo y estofado.

Era una combinación curiosa, pero Hannah sonrió.

—¡Yo también quiero eso! —clamó Alisson, bajando su menú—. Quiero comer lo mismo que papi. Además, tampoco puedo comer sésamo porque tengo alergia. —Sonrió con orgullo, como si eso fuese algo por lo que sentirse bien.

Pero en realidad solo estaba emocionada porque tenía algo en lo que se parecía a «su papi».

—¿De verdad? —Andrew la miró sorprendida, y luego a su madre.

—Es así desde que nació. Por suerte, lo descubrimos a tiempo, porque a esta niña le encantan las hamburguesas.

Alisson soltó una risita traviesa, tomó el menú y se escondió tras él. Andrew no pudo evitar mirarla, y llevó una mano a darle unas palmaditas en la cabeza.

—Las hamburguesas en exceso no son muy buenas.

—Ya lo sé, papi. Hace mucho que no como —se excusó, como si de verdad aquel hombre fuese su padre y tuviera que darle explicaciones, lo que añadió un toque extra de calidez.

Entonces, ambos terminaron comiendo lo mismo, y Hannah se pidió la pasta al sésamo.

—Nos iremos en dos días, y volveremos cuatro días después.

—Y me van a dejar solita… está bien… haré como que no me molesta que se van a pasear sin mí, mami, papi…

La vocecita baja y dolida de Alisson resonó alrededor, y Andrew la miró con sorpresa, en tanto Hannah no se aguantó y soltó la carcajada.

La pequeñita la contempló con ojos acusadores y frunció el ceño.

—Mami, no te burles de mí porque tendrás a papi para ti solita todos estos días… ¡¿por qué tienes tanta suerte?! —gimoteó y ladeó la cabeza con ternura, lo que hizo reír aún más a su madre, e incluso al muchacho.

—Cuando volvamos, si tu mamá lo permite, ¿qué te parece ir al parque o a pasear?

De un segundo a otro, el abatimiento de Alisson fue reemplazado por la alegría absoluta, y sus castaños ojitos brillaron de expectativa al ver a su madre, que asintió con la cabeza.

—Está bien…

—¡Entonces sí quiero! —clamó la pequeña—. Es una pomesa, ¿verdad? —Miró al muchacho inquisitiva, sin importarle que se le trabara la lengua.

Andrew asintió con la cabeza y alzó la mano derecha.

—Te lo prometo. Cuando vuelva, saldremos a divertirnos.

Ella soltó una risita y asintió con la cabeza.

—Bueno… igual no piensen que no me duele que se vayan y me dejen, pero sé que es por trabajo. —Tiró la vista al lado y suspiró teatral.

Andrew jugó con sus cabellos y empezó a bromear con ella y, viendo la escena, Hannah no pudo evitar rememorar la calidez que sintió aquella vez.

Era tan ameno, tan hermoso.

•  •  •

El avión privado de Andrew aterrizó en un país del que Hannah había escuchado antes, y no precisamente por algo bueno.

Casi doce años atrás, el Rey de este país, que funcionaba bajo una Monarquía Parlamentaria, fue asesinado mientras regresaba a la capital.

Al bajar de la aeronave, fueron recibidos por un varón castaño que vestía traje negro y lucía una expresión seria. Más allá se veía a un rubio de piel clara parado junto al auto vestido igual.

Vaya, los fueron a recoger y todo.

—Señor Cook, buenas tardes, y bienvenido de nuevo a Hiraeth. —El castaño saludó en fluido alemán y le ofreció una sonrisa a Andrew, que asintió y le ofreció un apretón.

—Gracias por venir a recibirnos, Thomas. Es un placer volver aquí después de un tiempo.

El otro dudó, pero al final aceptó el apretón y lo secundó.

—Su Majestad está muy contento de que viniera a visitarlo. Sabe que le encantaría venir a buscarlo él mismo, pero, por desgracia…

—No te preocupes. Sería un escándalo internacional si algo así pasara. —Andrew soltó la carcajada, lo que dejó a Hannah sorprendida.

—Pero él quería venir. De hecho… está molesto porque no se lo permitimos.




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