Una hija para el Ceo solitario

Capítulo 50: Lazos de sangre

Andrew respiró hondo y su vista se perdió en los derredores con evidente decepción.

—Lo sospechaba. De hecho, sospeché esto hace tiempo, pero me hice el idiota por el bien de Tony; sin embargo, ahora… toda esta mierda tiene sentido.

Hannah se levantó y tomó el papel para echarle un ojo. En efecto, no había compatibilidad justificable, Andrew no podía ser el padre de Justin, lo que quería decir que, al ser el gemelo idéntico, su gemelo monocigótico, y compartir el mismo genoma, que Antony… el pequeño no era su hijo.

Antony Cook había sido engañado.

Mientras ella reflexionaba sobre esa nueva realidad, vio al otro sacar su celular y empezar a hablar en un idioma que no entendía.

Hola… necesito que rastrees un ADN, ¿puedes hacerlo por mí?

—Claro, hermano, ¿qué quieres saber? —contestó el hombre al otro lado de la línea.

Quiero que averigües quién es el verdadero padre de Justin.

¡¿Qué?! ¿Acaso no es…?

—No, no lo es. Te enviaré lo que necesitas esta misma noche. Quiero que lo tengas lo más pronto posible.

—De acuerdo, hermano, cuenta conmigo.

Poco después, el colgó y, ante la curiosa mirada de Hannah, chascó con la lengua.

—Ahora debo decírselo a mi madre. Esto la va a destrozar.

—Alana es fuerte, seguro que lo soportará —murmuró Hannah, poniendo una mano en su hombro a modo de consuelo.

—Sí… mamá es fuerte. Perdió a su esposo, a su hijo y a su querida nuera y futura nieta en un plazo de dos años, y aun así tuvo fuerzas para consolarme —murmuró Andrew con cierta nostalgia—. Pero Justin es para ella lo único que le queda de mi hermano además de mí, aunque con él es diferente.

»Lejos de mi aspecto, no soy como Tony, y ella cree que Justin sí, y por eso lo consiente tanto. Le va a ser muy complicado aceptar esto.

La muchacha dio un paso, cortó las distancias y lo abrazó tranquilizadora.

—Todo estará bien, Andy… todo estará bien.

Dentro de su reconfortante abrazo, Andrew no pudo evitar pensar lo afortunado que era.

Por mucho tiempo enfrentó la vida solo y lleno de remordimientos, sin deseos de preocupar a su madre con sus emociones, ocultándole todo; sin embargo, ya no estaba solo. Ahora tenía a esta mujer que le daba un apoyo emocional que no sabía necesitaba hasta ahora.

—Iré esta tarde. Creo que lo mejor es que lo sepa de inmediato, y luego podemos decidir cómo proceder.

—¿Quieres que te acompañe? —inquirió Hannah, aún en su abrazo—. No puedo hacer mucho, solo ser apoyo moral.

—¿Puedes?

—Claro, solo llamaré a mis padres y les comentaré.

—Está bien.

 

Tras una media hora, ambos salieron de la oficina.

El rumor de que Hannah, la ya no tan nueva secretaria del CEO, y Andrew, el CEO, eran pareja, rodaba por toda la oficina, y ellos eran conscientes de eso, pero no le daban importancia. También se rumoraba que la pequeña Alisson era hija de su jefe, y otras cosas que mejor no mencionar.

Al verlos salir juntos, con semblante solemne, las miradas furtivas no se hicieron esperar.

—Lo mejor será que deje las cosas claras con los empleados para evitar más cotilleos —comentó él, apenas dando un vistazo alrededor tras salir del elevador, rumbo a la entrada principal.

—No me preocupa eso, pero si crees que es importante, entonces está bien.

Hannah sonrió despreocupada, y ambos subieron al auto que los esperaba en la calzada, y emprendieron rumbo a la casa de Alana.

En el camino, la ansiedad de Andrew se hizo evidente para Hannah con sus pequeños gestos, aunque para nadie más sería así. Entonces, ella tomó su mano y empezó a jugar con calma con sus dedos, atrayendo la atención, y una sonrisita, del otro.

—Andy, tranquilo. Todo va a estar bien.

Una sonrisa más afable curvó los labios de él, y se recargó un poco en ella para reposar.

Al llegar a casa de la mayor, lo primero que vieron fue al pequeño Justin, quien corrió hacia su tío muy animado.

—Tío Andy, ¿vienes a jugar conmigo? ¿Quieres jugar conmigo?

Los brillantes ojitos castaños del niño se fijaron en el muchacho con ansia, y este palmeó su cabeza con cariño.

—Claro, ¿a qué quieres jugar hoy?

—¡Juguemos futbol!, ¿está bien jugar futbol?

—Por supuesto. Deja que me quite esto y jugamos, ¿de acuerdo?

—¡Está bien! ¡Iré a ponerme los zapatos, ya vuelvo!

Y salió corriendo escaleras arriba, más que animado.

—Parece contento y mucho más animado que antes —murmuró Hannah, a su lado, mientras ambos lo veían desaparecer por el pasillo de arriba.

—Creo que es porque ha estado aquí por unos días. Es un buen ambiente.




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