Una hija para el Ceo solitario

Capítulo 64: ¿Murieron por ti?

¿Qué vas a hacer con la perra? —inquirió Ulrik, un poco molesto.

—Matarla, por supuesto. Haré que mi gente la encuentre y me la traigan. ¿Crees que puedas conseguirme un poco de talio? Deberías tener más facilidades que yo.

Los ojos de Ulrik brillaron con la revelación de lo que su amigo planeaba, y una sonrisa plena pintó sus labios.

Por supuesto, hermano. Llamaré a alguien y lo tendrá para ti mañana mismo.

—Perfecto… —Soltó un respingo, sintiendo un ligero dolor de cabeza.

¿Qué hay del tipo? ¿Aún lo tienes? —Aquellas preguntas de Dominik hacían referencia a Marlon.

Lo tengo, ¿quieres jugar con él?

Un brillo siniestro parpadeó en los iris del pelirrojo, justo cuando una sardónica sonrisa pintó sus labios.

Me gustaría, claro.

—Yo también quiero —intervino Ulrik—, también me gustaría darle su merecido a la perra, pero creo que eso es algo que tienes que hacer tú para terminar con esto… y deberías hacerlo tan pronto como te sea posible.

—Lo sé. No hay tiempo que perder. No puedo perder a nadie más.

La firmeza en el tono de Andrew venía acompañada de una ira reprimida y sopesada por sus años de autocontrol bien desarrollado.

En ese momento sonó su celular, así que le entregó el suyo a Dominik y lo sacó, solo para ver el nombre clave de Tyler en el identificador.

—Hola.

—Señor, ya entregamos el paquete, tal como ordenó, y los Becker fueron advertidos. Respecto al otro asunto. Los chicos de la policía revisaron los archivos del incidente que causó la muerte de su esposa y su hija y, tras reunir algunas pistas, obtuvieron un nombre y otros datos. Se los enviaré. Usted es mucho más hábil que cualquiera de nosotros para piratear cualquier cosa.

—De acuerdo. Gracias por tu arduo trabajo. Por cierto, tendremos a un par de visitantes en el Centro. —Miró a Dominik y Ulrik y les preguntó—: ¿Cuándo prefieren ir?

—Esta noche —contestó el pelirrojo sin dudar, y el otro asintió.

—Esta noche iré con dos buenos amigos al Centro. Prepara un buen lugar para Marlon… ellos quieren divertirse con él, ya sabes cómo son.

Al otro lado se hizo el silencio por unos segundos, hasta que la voz de Tyler volvió a resonar.

—Por supuesto, señor. Me encargaré de tenerlo todo preparado para que los señores disfruten de una buena noche para desestresarse.

Una sonrisita pícara pintó los labios de Andrew antes de colgar.

Tyler era uno de los sujetos de su confianza, alguien a quien conocía de sus tiempos más activos en Enginn, y sabía bien cómo se comportaban los otros dos, de ahí su silencio inicial.

—Entonces… ¿vas a salir temprano del trabajo para llevarnos a tu nidito? —comentó Ulrik con la ansiedad pintada en la cara—. Podemos ir a tomarnos unas copas primero para relajar el cuerpo.

—Bueno, antes tengo que ir a buscar a mi hija a la escuela, y luego puedo unirme a ustedes.

El moreno entornó los ojos, en tanto Dominik sonrió divertido.

—Aaah… esa niña y su madre te tienen en la palma de su mano —espetó Ulrik y soltó una risita—. Quién diría que el gran Vidar de Enginn, número uno en el ranking de los hackers más buscados de la INTERPOL, pero que también ha trabajado para la INTERPOL, se amansaría por una niña y una mujer… El amor hace cosas misteriosas —soltó con inmensa teatralidad, causando las risas de los otros dos.

Tras una media hora de charla sobre planes y proceder, los tres salieron de la oficina, y Dominik y Ulrik se marcharon para dar un paseo antes del momento de la verdad.

Luego de volver a su oficina, Andrew miró el sobre en la mesa, suspiró y se sentó. No estaba seguro de decirle a Hannah las cosas ahora, sería complicado, así que pensó dejarlo de lado de momento.

—¿Estás bien?

Hannah se colocó tras él y llevó las manos a masajearle los hombros.

—Acabo de comprobar algo bastante complicado, así que… no lo sé. Me siento un poco vacío supongo.

Los dedos de la muchacha no se detuvieron, pero sí se tensaron en algún momento. Ella seguía teniendo sus dudas, sus reservas, y se negaba a exteriorizarlas, quizá por temor a que la perfección con la que todo se mostraba hasta ahora solo cayera.

El simple hecho de que su hija de alguna manera tuviera recuerdos de la antigua esposa de su novio era inquietante, pero sentía que había algo más en él.

Entonces, sin dejar de mover los dedos, frunció el ceño.

—Andy, ¿lo que me ocultas es muy malo?

Contrario a lo que esperaba, el cuerpo de él permaneció relajado, aunque el silencio se extendió entre ambos hasta volverse un poco pesado, señal inequívoca de que el otro entendía bien su mensaje.

—Depende de la perspectiva desde la que lo veas, Hannah. Para algunos, las personas como yo somos malas, asquerosas y despreciables.




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