Cierro el libro frente a mis ojos y froto mis sienes agotada de estudiar. ¿Quién me dijo que estudiar un segundo máster era una buena idea? Llevo estudiando el mismo máster casi tres cursos académicos y finalmente acabo este año. Cuando terminé el máster de administración de empresas descubrí que esa rama no era la que me gustaba así que decidí hacer un segundo máster pero está vez sobre el mundo del Marketing.
Quito los tapones de mis orejas y los gritos de los fans llegan a mis oídos. Este fin de semana es el festival de cine en Málaga y vivir en el centro de la ciudad significa no dormir durante estos días sobre todo si los famosos pasan por tu misma puerta. Os preguntareis, una chica comenzando a trabajar ¿Cómo se puede permitir pagar un piso en el centro de Málaga? Es sencillo. Cuando me vine a vivir no vine sola. Tengo dos perras, Coco y Bimba y encontrar un piso donde permitan animales es difícil. Por mucho que llamaba a agencias todas me decían que no hasta que descubrí en internet este piso. El piso es antiguo, con una decoración similar a los diseños de Agatha Ruiz de la Prada y con mil cosas por arreglar. Pero no estaba en condición de exigir nada en ese momento. El casero lo tenía a buen precio y como yo solo necesitaba un techo para mi y mis pequeñas me resultaba indiferente no vivir entre lujos. Por lo que vivir en un piso sacado de "Cuéntame" era mi mejor opción.
Bimba ladra a mis pies y Coco corre desde donde estuviese hasta nosotras. Mi rutina es simple: trabajar, estudiar e ir al gimnasio a excepción de los fines de semana donde suelo salir a correr. Ellas saben que hoy toca un paseo más largo y antes de salir ya lo están celebrando.
—¿Tenéis ganas de pasear con mamá?—les hablo y ellas ladran en respuesta.
Me pongo mi outfit favorito para salir a correr que consiste en unas mallas y un top deportivo de color verde agua junto con mis coloridos zapatos de correr y una pequeña riñonera donde puedo meter las llaves de casa. Me hago una cola de caballo. Cojo la cadena doble de mis perras y las amarro. Guardo las llaves en la riñonera y salgo dispuesta a ir al paseo marítimo a correr durante un rato. Cuando bajo tengo que empujar a la gente para pasar por las calles. Mi casa está cerca del Teatro Cervantes y todo los años aquí es una locura. Lo sé porque estuve estudiando la carrera de Administración de Empresas durante los cuatro años que duró el grado y aunque no vivía en el centro de Málaga lo hacía cerca. He de admitir que nunca me he parado a ver a los famosos. La muchedubre es algo que me agobia. Tanta gente empujándome me saca de mis casillas. Prefiero ver la televisión y verlos ahí. Es más seguro para mi salud mental.
Coco y Bimba me arrastran a través de la Calle Larios y cuando tenemos que parar para cruzar a la Plaza de La Marina ellas ladran en descontento. Si fuese por ellas irían sueltas y correteando de un lado a otro. El semáforo se vuelve verde para los peatones y cruzo deprisa para llegar lo antes posible al puerto. Se puede ir al paseo marítimo por diferentes lugares pero atravesar el puerto siempre me ha gustado. Una vez en el puerto comienzo a correr junto a mis dos diablillas. Mi madre me regaló a Coco después de que nuestro último perro muriese y acabé enamorada de ella. Tenía una relación tan especial con Coco que no creí que podría querer a otro animal a parte de ella. Entonces llegó Bimba. A Bimba la regalaban por tener una hernia. El criador no podía venderla así que decidió que le salía más barato regalarla que tener que operarla en un futuro. Su segunda opción era acabar con su vida. Por desgracia la mayoría de criadores son así. No quieren un animal que no les de dinero y aunque para mi es algo inhumano para algunos es su pan de cada día.
No paraba de ver las fotos en redes sociales de la pequeña Bimba. Cuando me di cuenta estaba hablándole a aquel hombre y adoptándola. El pelaje de Bimba es de color negro con el hocico y sus patitas blancas. Me recordaba a un cerdito recién nacido y sentía una ternura hacia ella indescriptible. El pelaje de Bimba por el contrario es de color beige.
Bimba comienza a tirar de mi alejándose de Coco.
—Bimba, para—le recrimino. Pero Bimba haciendo caso omiso de mis peticiones sigue tirando de mí bruscamente—Vas a romper el collar—le regaño pero es tarde. Bimba ha roto el collar y se ha escapado. La pequeña apenas tiene un año y no es para nada obediente, al contrario que Coco a su edad—Bimba—grito.
Pero Bimba corre por El Puerto como un alma libre y yo detrás de ella gritando como una loca. Siento como todo el mundo me mira pero no me importa. Lo único que me importa ahora mismo es mi pequeña Bimba. Podría tirarse al agua sin pensarlo dos veces y no sabría cómo sacarla. O peor, si sale del puerto y cruza la carretera podrían atropellarla. Sigo gritando su nombre mientras Coco ladra a mi lado. Siento como comienzo a cansarme pero sigo corriendo con mi vista fija en Bimba hasta que tropiezo contra un cuerpo y caigo de bruces contra el suelo.
—¿Estás bien?—una mano se tiende frente a mis ojos.
—No—grito—Se ha escapado mi perra—con su ayuda me levanto pero mi mirada sigue en Bimba que ha parado de correr y está mirando todo a su alrededor.
—¿Es ese perro de agua de allí?—me pregunta. Bimba corre por una alfombra roja abarrotada de gente. La gente grita a su alrededor y ella sigue corriendo. ¿Qué está pasando aquí?
—Ve por ella—oigo decir y mi mirada por primera vez se vuelve hacia la persona contra la que he tropezado.
Alberto Durán está frente a mi. Con un traje azul marino, una camisa blanca y una pajarita. Sus ojos color café me examinan, o me juzgan. Tengo que tener una pinta horrible. Sudada y despeinada. Dios, qué vergüenza. Estoy frente al actor revelación del año echa un despropósito.
—Aquí está—uno de los guardaespaldas de Alberto trae a Bimba en brazos. Ella se remueve inquieta arañando al pobre hombre.
Las cámaras se dirigen hacia nosotros y siento miles de flash. Voy a salir preciosa en esas fotografías.