Una historia de alfombra roja

Capítulo seis

Si alguien me dijese que acabaría la noche en la playa junto al famoso actor Alberto Duran me hubiese reído en su cara sin pensarlo pero ahora que está sucediendo no paro de pellizcar mi pierna para saber si es real o no.

Alberto y yo estamos sentados en la orilla de la playa con nuestros pies muy cerca del agua. A veces cuando la marea está algo más elevada el agua roza nuestros pies. Bimba y Coco corren frente a nosotras felices por poder jugar con el agua. No hace calor para estar bañándose como lo hacen ellas pero son perros de agua no puedo evitar que lo hagan.

—No vayáis a lo hondo—les grito cuando veo que Bimba comienza a nadar hacia dentro.

Bimba se vuelve hacia mí y nada junto a Coco de nuevo hasta la orilla donde comienza a jugar revolcándose en la arena.

—Cuando volvamos a casa tendrás que darles un buen baño—dice Alberto.

—Lo sé—suspiro— Siempre que vienen a la playa acaban así.

—No creo que a los vecinos les hubiese gustado despertar a las cinco de la mañana por culpa de los ladrillos de Coco y Bimba—dice Alberto—Pero siempre podemos irnos.

—No—niego—Estoy bien aquí. Me gusta la playa. Es mi lugar favorito. Pero si quieres volver podemos hacerlo.

—No—niega—Deja que las niñas sigan jugando—me hace sonreír.

Mi ex siempre trataba a Coco como si fuese un animal no deseado. No dejaba que se acercara a él, no la acariciaba y mucho menos la besaba como ha hecho Alberto con ellas. Cuando llegó Bimba todo fue a peor y decidí terminar la relación. Todo eran discusiones, peleas y golpes innecesarios que les daba a las pequeñas y yo no podía estar con alguien que no las amara tanto como yo.

—Cuando piensas y te alejas de lo que pasa a tu alrededor haces esa mueca.

—¿Qué mueca?

—Está—Alberto hace un gesto extraño que me hace reír.

—No sé que ha sido eso pero espero que esa no sea mi cara mientras.

—Es parecida. A ti el gesto te queda bien—me guiña y mis mejillas toman un color rosado. Vuelvo mi vista al frente mirando a mis pequeñas—¿En qué estabas pensando?

—En mi ex—dice sincera.

—Ohh-h

—Pero no es lo que crees—admito—Estaba pensando en lo capullo que era con Bimba y Coco y como tú las has acogido sin conocerlas.

—Bueno, son adorables—Bimba parece saber que hablamos de ella y corre hacia Alberto—No sé cómo a alguien no podría gustarles.

—Coméntaselo a mi ex. Terminamos por ellas. A él no le gustaban los animales y trataba a Coco de mala forma. Cuando llegó Bimba todo empeoró y...—hago una pausa—En fin... lo dejamos.

—Me alegro de que fuese así—dice Alberto—Por ti y sobre todo por ellas.

Bimba corre de nuevo al agua junto a Coco y siguen revolcándose en la arena mientras mentalmente maldigo a Alberto por darme la idea de traerlas y a mi por no saber decir que no a esos ojos café.

—Vamos—Alberto se levanta y me tiende su mano.

—¿Dónde?—tomo su mano y me levanto.

—Al agua—Alberto me toma en peso y camina hacia el agua con Bimba y Coco ladrando y tirándose sobre él.

—No, Alberto bájame. Porfaaaa, Alberto soy muy friolera y si me mojo voy a coger un catarro de narices.

Pero Alberto sigue avanzando mientras veo como el agua ya llega casi a sus rodillas.

—Ay, por favor—cierro los ojos—Como me resfríe te asesino. Te lo juro.

—Entonces tendrás a todo mi grupo de fans detrás de ti—Alberto nos sumerge en el agua sin previo aviso. Las playas de Málaga son muy traicioneras. Comienzas a andar y cuando menos te lo esperas hay un gran escalón y ya no haces pie.

Salgo a la superficie tosiendo. El fondo todavía no es muy hondo pero al ser pequeña mis pies no llegan. Alberto sale del agua y sacude su pelo provocando que miles de gotitas estampen contra mi rostro.

—Está buena—dice—El agua—aclara.

—Está helada—digo pateando para no hundirme sintiendo como mi cuerpo comienza a entumecerse por el agua.

—¿No haces pie?

—¿Crees que si hiciese pie estaría así?—digo malhumorada. El frío me da mal humor.

Alberto me atrae contra su cuerpo y me agarro contra él como una niña pequeña que le da miedo el agua. Mis manos rodean sus cuello y mis piernas sus caderas. Miro hacia la orilla donde Bimba y Coco siguen jugando inmersas en su mundo. Vuelvo la mirada hacia Alberto quien está a apenas unos centímetros de mi rostro. Bajo la luz de la luna puedo ver claramente sus largas pestañas negras y los lunares que adornan su rostro. La cercanía de sus labios a los míos me pone nerviosa y él sonríe ante ello. Alberto eleva su mano hasta mi rostro donde deja tras mi oreja algunos mechones de pelo mojado. El moño desaliñado que traía ha acabado siendo un desastre. Su dedo índice hace círculos sobre mi mejilla e inconscientemente acerco mi rostro a su mano cerrando los ojos. ¿Hace cuanto no recibía una muestra de afecto? Creo que mi ex dejó de hacerlo mucho antes de que lo dejásemos y de eso han pasado ya casi dos años.

Abro los ojos y me avergüenzo cuando encuentro a Alberto sonriendo por mi destacada necesidad de afecto.

—Yo...—comienzo pero Coco y Bimba comienzan a ladrar salvándome de este momento tan vergonzoso. Giramos nuestros rostros hacia la orilla donde vemos como alguien trajeado corre hacia nosotros. Alberto comienza a andar hacia la orilla conmigo en brazos hasta que hago pie y suelto mi agarre sobre él. Alberto sale deprisa del agua y camina hacia el hombre que parece conocer ya que comienzan una acalorada charla de la que Coco, Bimba y yo nos mantenemos al margen.

El sol comienza a aparecer junto al frío que siento al salir del agua. Lo que le deje a Alberto sobre lo friolera que era es verdad y siento que podría pillar un catarro incluso antes de llegar a casa. El primer estornudo llega llamando la atención de Alberto y el otro hombre quien me mira con cara de pocos amigos. Alberto se acerca a nosotras con la correa de Coco y Bimba en sus manos. Las amarra y me invita a volver a casa antes de que amanezca.




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