Una Inesperada Tarde De Domingo

Capítulo 7: Cita

Al recordar todas las cosas que he hecho

Solo trataba de ser alguien

Representé mi papel, me mantuve en las sombras

Ahora déjame mostrarte la forma de mi corazón.

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Como un rayo pasó una semana agotadora. El lanzamiento del nuevo producto de Chavanier Cosmetics resultó todo un éxito y el cóctel organizado por Diego fue elogiado por los asistentes al marcharse y luego, en la página de negocios del periódico.

Durante la fiesta, en un momento que estuvieron a solas, André le confesó a Daphne que el motivo de sus nervios descontrolados esos días se debía a que mucho de su patrimonio estaba en juego en ese nuevo proyecto: había avalado con varias de sus propiedades el préstamo adquirido para financiar los estudios científicos y la publicidad del producto. De todas maneras, las primeras proyecciones de ventas estarían listas en treinta días, por lo que con seguridad su jefe seguiría nervioso al menos un mes más.

Tan inmersa estuvo en todo el ajetreo de papeles, reuniones y el apoyo moral al presidente de la compañía, que apenas pudo pensar en Eric. No se habían comunicado de ninguna manera en la pasada semana, e incluso Dánae pareció olvidarlo un poco, pues en el cóctel de lanzamiento del producto conoció al hijo de uno de los patrocinadores más importantes de la empresa.

- Buenas noches, David, me alegra que hayas venido. - Daphne dio la bienvenida así aquella noche a David Guerrin frente a la curiosa mirada del joven, que fue y vino entre Dánae y ella, pero se detuvo más tiempo en la figura de su amiga. Dánae estaba despampanante con un vestido largo turquesa, ceñido a su cuerpo muy bien formado y con un escote generoso.

- A mí también me alegra haber asistido, Daphne. Y tu amiga es...

- Dánae Johnson, secretaria personal de la señorita Crisall - se presentó sola su nada tímida amiga. En ese momento Daphne supo que estaba de más, porque ambos habían comenzado un diálogo del cual la excluyeron sin notarlo siquiera. Entonces decidió alejarse (porque tres eran multitud) y los observó de vez en cuando el resto de la noche, mientras sociabilizaba con los numerosos asistentes.

De la presentación ya habían transcurrido dos días y Daphne no había vuelto a trabajar. André le  sugirió que aquel lunes descansara porque "ya bastante había hecho conteniendo sus exabruptos mientras realizaba su  trabajo. Era ejecutiva y él la utilizaba como terapeuta también. No era justo". No se lo discutió porque la realidad era que se encontraba hecha un manojo de nervios por el trabajo... y por lo que debía contarle a Eric apenas él volviese de su viaje.

Las agujas del reloj ya marcaban las dos de la tarde y estaba sola frente a su espejo, observándose cuidadosamente: su cabello castaño ondulado que llegaba hasta los hombros, su boca pequeña y carnosa (pero no demasiado), sus ojos grises cuya mirada reflejaba miedo (ese miedo que no había superado a pesar de los años), su diminuta nariz... Todo en su aspecto parecía esconderse del mundo, no quería mostrarse, incluso ahora que se observaba bien, estaba comenzando a encorvarse. Hacía de cuenta que tenía un cartel imaginario colgado en su cuerpo que decía: "No me toques ni te acerques". Sabía que una vez que confesara todo a Eric, debía trabajar en la necesidad de afrontar todos sus temores de la mejor manera, de deshacerse de ese cartel, de liberarse...

El sonido del ringtone de su teléfono interrumpió de repente sus pensamientos y sonrió con alegría genuina cuando en la pantalla apareció el nombre de Eric Carson.

- Ho... hola- tartamudeó al contestar. Siempre le pasaba cuando se ponía nerviosa frente a un hombre y con éste en particular, el tic se intensificaba.

- Hola, Daph, hermosa, te llamo para avisarte que he vuelto a la ciudad. ¿Cómo te encuentras?

Su voz sonaba grave y profunda. Transmitía algo de inquietud y muy dentro suyo Daphne se alegró de que ella no era la única intranquila en esa situación.

- Me alegro de que ya estés aquí. Yo me encuentro bien, después de una semana agitada... - suspiró profundo - ¿Quieres que cenemos juntos? Quiero... no, necesito verte.

Lo escuchó lanzar una carcajada al otro lado de la línea.

- ¡No sabes las ganas que tenía de escucharte decir eso! Por supuesto que podemos cenar juntos. Paso por ti a las 8.00 pm, ¿te parece?

- Suena perfecto - dijo, sin poder borrar la enorme sonrisa de su rostro.

- Ansío verte pronto, linda.

El corazón de Daph continuó latiendo con fuerza unos cuantos minutos después de que hubiera colgado. Volvió a mirarse en el espejo con actitud decidida.

- Ahora sí, Daphne - se dijo a sí misma -, es tu momento de demostrar, de demostrarte que eres más valiente de lo que crees. Y de luchar de una vez por todas por lo que quieres.

El día pasó como un sueño. Aprovechó su tiempo libre para recorrer tiendas y comprarse un vestido que fuera elegante y sexy a la vez. Hacía mucho que no experimentaba su propia femeneidad y Eric era quien lograba sacar a la superficie a la mujer que había dejado tirada en un lugar de su memoria, al igual que sus recuerdos.

Logró decidirse por un vestido rojo, que mostraba lo justo y necesario, con unos detalles en blanco en las terminaciones de la falda, mangas y escote que le añadían el toque sofisticado que tanto le agradaba. Cuando extrajo de su cartera la tarjeta para pagar, se le cayó el sobre que contenía la tarjeta con el dije en forma de rosa. No lo usaba, pero algo muy dentro suyo la había obligado a guardar ese misterioso regalo. Enseguida pensó en su sueño o recuerdo con un Eric adolescente: ¿podía ser? Y si así era, ¿por qué él lo había ocultado? Ese asunto era algo que debía preguntarle ante todo: la confianza era lo más sagrado para ella y debía confiar en Eric. A pesar de que ya lo amaba y por eso quería creer en él con toda su alma.




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