Capítulo 15: Ruptura

Porque estoy tan enfermo como mis secretos

Sí, me está matando, sabes que es así

Te necesito cerca y no hay lugar donde huir

Amor, no puedo dejarte ir y es retorcido, lo sé

Pero no puedo soportarlo más.

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¿Por qué había sido tan estúpido? ¿Qué le había impedido contarle toda la verdad a Daphne mucho antes? Cuando Eric vio su mirada desorientada, sorprendida y decepcionada, sintió su corazón romperse en mil pedazos...

¡Se lo merecía! Todo el tiempo había jugado a ser el hombre perfecto frente al amor de su vida para no quedar mal ante sus ojos, para que ella no viese segundas intenciones en su amor al saber que él era el principal competidor de la empresa en la cual ella, hasta hacía poco, era la segunda a cargo...

Había regañado a Jacques, pero en realidad la culpa era exclusivamente suya, solo suya.

Cuando vio a Daphne salir corriendo, la siguió hasta su oficina, donde ella se encontraba con un compañero de trabajo: Henry Carter. Eric lo conocía bien: un emprendedor abogado que sus asesores le habían recomendado que dejara en la planta permanente de la nueva Chavanier/Lasalle Cosmetics S.A. (como a partir de ahora se llamaría la compañía). Alcanzó a oír que el tal Henry le preguntaba a Daphne si se sentía mal, y ella le había contestado que no, solo algo nerviosa. No podía entender cómo su amada aún guardaba su compostura si con seguridad sus mentiras la estaban destrozando por dentro. Él, él lo había hecho, cuando se había jurado una y mil veces no lastimarla...

La reunión de la Junta de Accionistas se llevó a cabo y Daphne presentó toda la documentación con total profesionalismo. Ni una sola vez le dirigió la mirada mientras Eric sentía morir lentamente. Los miembros de la Junta querían saber si la empresa continuaría con su rutina habitual, y, lo que es aún más importante, si se cambiarían los puestos directivos. El semblante de Daphne permaneció impasible durante toda la reunión.

- Todo seguirá como hasta ahora - afirmó Eric, frente al ceño fruncido de su abogado, que no estaba muy de acuerdo con dejar en su nueva empresa trabajadores que hace poco habían sido leales a André Chavanier.

- Con una condición: cada empleado estará a prueba un mes, al término del cual se evaluará su desempeño y si es prescindible, se le proporcionará una carta de recomendación y su liquidación.

- Me parece justo. - expresó David Guerrin, mientras le guiñó un ojo en señal de complicidad. A pesar de la antipatía inicial, habían construido una buena amistad y David había ayudado mucho con la fusión entre las dos empresas de Eric.

Luego de hablar, el joven empresario  observó alternativamente a Daphne y a Eric, y levantó sus cejas en un gesto evidente de que ya había notado problemas entre los dos.

- Otra cosa, antes de que se retiren, caballeros - dijo Eric en forma imperativa, al ver que todos enpezaban a recoger sus carpetas dando por terminada la reunión -: la señorita Crisall ha desempeñado un muy buen papel en la transición de la empresa, por lo cual me gustaría mantenerla en su puesto actual. Espero que todos estén de acuerdo...

Daphne, que hasta ese instante ni siquiera parecía haberlo notado, dirigió una dura mirada hacia él. Eric vio en sus ojos grises muchos sentimientos encontrados, pero no el amor que le habían transmitido apenas esa mañana, cuando habían compartido intimidad.

- Disculpe, señor Lasalle - respondió ella, con un tono inflexible en su voz -, yo quisiera pensar la oferta. En una semana tendrá mi respuesta. Mientras tanto seguiré trabajando como hasta ahora.

- No lo dudo, señorita - le contestó y esgrimió una media sonrisa. Ella simplemente dio la vuelta y se marchó del lugar. Quería seguirla, pero varios accionistas minoritarios se acercaron a felicitarlo y a augurarle mucho éxito en esta nueva etapa. ¡Aduladores insoportables! Lo único que necesitaba era alcanzar a su Daph...

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Daphne aún no sabía qué pensar, qué decir, ni siquiera cómo actuar frente a lo que Eric le había hecho. ¿Por qué no había sido sincero con ella? ¿Formaba todo parte de un plan maquiavélico para poder hacerse con la empresa competidora? Y si era así, ¿por qué buscarla a ella? Lo que era aún peor, ¿se trataba del Eric de su infancia o solo era un impostor?

Eran tantas las dudas que la abrumaban, que ya no creía conocer a la persona de la que se había enamorado. Lo único que podía agradecerle a ese hombre era el ayudarla a salir de su caparazón, de abrirla al amor después de mucho tiempo... Pero ¿era ese el costo que debía pagar? No quería. Dolía, dolía demasiado. Dolía incluso más que ser golpeada por mil Leos.

- Emm, Daphne, ¿de veras te encuentras bien?

La voz de Henry la sacó de sus cavilaciones. No se había dado cuenta de que se encontraba parada en la puerta de su oficina apretando los documentos legales de la reciente reunión de forma tal que casi estaban convertidos en bolas de papel. Genial, ahora tendría que ver la manera de plancharlos para poder archivarlos luego...

- Si he de decirte la verdad, no, no lo estoy. ¿Podrías hacerme un favor?

- Sí, claro - contestó su compañero, al tiempo que se acomodaba los lentes. Un tic bastante común en él.

- Quisiera que me llevaras al departamento de... una amiga... para trasladar mi ropa a mi departamento. Es que llegan sus parientes y yo tendré que volver a mi hogar.

- No te preocupes. Yo tengo una hora de descanso y puedo acompañarte.

- Gracias, Henry. Eres un buen amigo.

- Sí, claro... Lo que necesites.

Llegaron al departamento de Eric bastante rápido, y Daphne se alegró de que así fuera. No deseaba encontrarse con él, no en ese momento. Sabía que tarde o temprano él la  buscaría, pero ahora no tenía deseos de escuchar sus excusas. Henry se encontraba en todo momento a su lado, en forma silenciosa. No lo conocía del todo y ese día la había sorprendido gratamente poder contarlo entre sus pocos amigos. Uno de los amigos discretos, además.