Una Inesperada Tarde De Domingo

Capítulo 18: Despecho

Escucha, de veras, él no sirve para nada

Es solo un jugador, jugando en nombre del amor

He visto suficiente y esto debe acabar:

Consigue otro novio.

💟💟💟💟💟💟💟💟


 

- ¿Te preocupa algo, Daphne?

Henry lo había notado. No sabía cómo, pero ese hombre estaba pendiente de cada uno de sus gestos y sabía interpretarlos a la perfección. Demasiado bien para gusto de Daphne.

Desde aquella primera cita, habían afianzado de común acuerdo una relación de amistad, pero no romántica. Por mucho que lo había intentado, los besos y caricias de Henry ponían a Daphne muy tensa, y él lo había notado. Una noche, ella tuvo que confesarle que su corazón aún pertenecía a alguien más, pero evitó nombrar a Eric. No quería que todo ese asunto tan turbio afectara sus funciones en la empresa: después de todo, Daphne seguía siendo la vicepresidente de la compañía y debía velar porque todo estuviera en orden. Un enfrentamiento entre Henry y Eric por su causa no resultaría beneficioso para nadie.

Por la mañana habían arribado a la oficina juntos y apenas ingresaron al vestíbulo vieron salir de la sala de conferencias a Eric y a la pelirroja de las fotos (había quedado grabada a fuego en la retina de Daph) con un pequeño bebé envuelto en una mantilla azul, al cual solo se le veían las manitas y una diminuta cabecita rojiza. Eric había clavado  los ojos en ella y estuvo a punto de esbozar una media sonrisa, pero seguramente la mirada que le devolvió la joven no pareció amigable, pues no lo hizo. La pelirroja ¿Selene se llamaba? pareció percatarse de toda la situación; posó su mirada en Daphne y la estudió de arriba a abajo. Luego, sin hacer ningún gesto, se dirigió al ascensor, para así darle un beso a Eric en la mejilla y que él a su vez besara al niño y se marchó. Eric no atinó a volverse, sino que entró directamente a su oficina.

Daphne y Henry se dedicaron a trabajar de inmediato y en silencio, pero toda la escena aún rondaba por la cabeza de la joven y su ceño fruncido debía haber evidenciado su estado de ánimo.

- No, no es nada Henry, no te preocupes.

- Me preocupo - retrucó él, mientras tomaba su mano por encima de las carpetas desperdigadas por la mesa de trabajo en la oficina. - Dime la verdad, Daphne, ¿es él?

La interrogada parpadeó unas cuantas veces buscando aplazar un poco lo que debía contestar.

- ¿Quién? No sé de qué hablas... - es todo lo que dijo. Muy inteligente de su parte...

- Eric Lasalle, Daphne. Él es el hombre que amas, no lo niegues porque las miradas que se cruzaron allí afuera confirman mis sospechas...

Bajó los ojos y fingió estar muy ocupada acomodando unos papeles. No podía ser deshonesta con Henry, que tan bien le había hecho en momentos difíciles de manera desinteresada.

- Eh... sí, es Lasalle - sus hombros bajaron con resignación. -. Nosotros rompimos cuando él tomó la dirigencia de esta compañía.

- Lo sospechaba, pero me negaba a creerlo. No quiero incomodarte, Daph, pero ¿ese niño es de él?

- Sí... - confesó en un susurro. Las lágrimas luchando por aparecer le habían cerrado la garganta y tenía ganas de salir corriendo de allí. Huir a cualquier parte en la que no se encontrara Eric cerca...

- Si te dejó ir es un tonto, Daph, pero es evidente que ahora tiene un compromiso más grande e importante. Yo sé que no me lo pediste, pero ahí va un consejo: déjalo ir y vuelve a amar a alguien diferente. Si ese alguien soy yo, me convertirás en el hombre más feliz del planeta; si no lo soy, seré un buen perdedor y te desearé felicidad. Piensa en ti, en lo mejor para tu vida.

Esas lágrimas no tardaron en salir y Daphne corrió a refugiarse en brazos de Henry, como muchas veces lo había hecho. Se sentía en paz y segura a su lado, pero no podía amarlo de la manera que él deseaba. La lucha interna en su corazón seguía ganándola Eric.

Justo en ese momento se abrió la puerta de su oficina y apareció el causante de sus desvelos. En un principio, pareció sorprenderse de encontrarlos abrazados, pero luego su mirada se enfureció.

- Disculpen, señor Carter, señorita Crisall, no quería interrumpir... - dijo, mientras daba la vuelta para cerrar una vez más la puerta. - Por favor, no repitan estas escenas en el edificio de la compañía. Las relaciones amorosas deben mantenerse en el estricto orden privado.

- Sí, claro - carraspeó Henry, con visible incomodidad -. No volverá a ocurrir, señor Lasalle.

La expresión de Daphne debía ser de angustia, porque Henry volvió a tomar sus manos y plantó un tierno beso en ellas:

- No te preocupes. Quizás es mejor que crea que tú estás intentando rehacer tu vida. Se nota a leguas que él sabe que tu corazón todavía le pertenece.

- Tal vez tengas razón, Henry - murmuró, más para sí misma que para su interlocutor. Su corazón aún se encogía cada vez que veía sufrimiento en la mirada del hombre que amaba. Aunque lo negara, Eric y ella continuaban unidos por ese hilo invisible que los había relacionado desde la adolescencia.

 

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Por la tarde. Daphne debía retornar sola a su departamento, pues Dánae se había tomado unas vacaciones con David, para celebrar que su relación iba viento en popa. Se alegraba de verdad por ambos: pronto escucharían campanas de boda de ese lado. Henry, otro amigo que siempre la acompañaba, se había retirado antes porque debía cerrar un contrato importantísimo con un laboratorio.

Los pasillos del piso 20 (el piso de la gerencia) estaban desiertos cuando por fin salió del ostracismo de su oficina. De manera misteriosa, luego de la toma de poder de Eric Lasalle se había decidido trasladar las oficinas de Daphne del piso 19 al 20.  Así que allí estaba...

No miró nada más que la puerta del ascensor abierta, como esperándola. Presionó el botón del piso 0 y antes de que se cerraran las puertas dos manos se introdujeron y las volvieron a abrir. En un primer momento, la intención de la joven fue gritar, con el recuerdo todavía a flor de piel del episodio vivido casi un año atrás en el que el demente de Leonel había logrado escabullirse y poner su vida en peligro una vez más. Se tranquilizó (pero no demasiado) cuando dos ojos celestes la hipnotizaron con su profundidad.




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