CAPÍTULO TRES
EMILIO FERNÁNDEZ
Me siento perdido. No conozco el lugar y ya estoy dando vueltas por la misma calle sin llegar a mi hogar alquilado, San Carlos es tranquilo y su aire es muy limpio. Sigo caminando y no encuentro basura tirada, tampoco escucho los sonidos de los carros en plena carrera de quien tiene la bocina más chillona —eso es un sarcasmo, la verdad es porque hay tráfico —, pero lo que me sorprende es no ver a las personas. ¿Acaso Sebastian dijo que el lugar estaba muerto? ¿Sólo soy yo contra todo este terreno? Maldito Sebastian.
Sigo caminando hasta llegar a una casa pintoresca, al llegar saco el papel blanco y lo miro para ver si coincide con el número. Por fin. Cuando toco el timbre, una señora llega corriendo con una sonrisa de terror.
—Hola, un gusto conocerlo en persona. Soy Dana, la persona que le hablo en teléfono para el alquiler
—Ah sí, un gusto. Soy Emilio Fernandez
—Sí, es muy guapo… —dice bajito, a esa señora ya le tengo miedo. Mis gustos son con gente de mi edad…
Otras personas se acercan y me miran impresionados, de pronto me quitan mis cosas como si fueran ratones robando queso del dueño humano. La señora abre con la mirada fija en mí como los demás.
—Señora, yo me encargo…
—No mijo, estás con tus vecinos nuevos —dice ella, —Además, eres muy chavo para hacer ese tipo de cosas ¿tú madre?
—Tengo veintidós años y mi madre está… ¿por qué tengo que decirle?
—Porque eres un novato muy joven. Te lo pregunte mijo, ahora responde a tu mayor, ¿dónde está tu madre?
—Por la simple razón que le dije señora. Soy mayor de edad y estoy buscando mis sueños —digo tratando de agarrar una mochila pero el señor me lo quita de nuevo, —Mis padres ya están haciendo su vida en pareja y creo que usted debería hacer lo mismo
—Pero que chavo pero más malcriado —dice ella sacando su zapato para lanzarlo a mi.
—¡Señora Dana no! —dice una chica que corre a quitarle el zapato de la mano, pero que mal, porque lo termina lanzando. Y como si fuera a cámara lenta, el zapato hace el recorrido más lento hasta que cae en mi rostro. Auch. Unas manos me sostienen el rostro y me hacen verla.
No puede estar pasando, es… ¿Laura?. No, ella no iría a un lugar como este. ¡Demonios!.
—¿Estás bien? —dice ella asustada, asiento —Me llamo Alicia Ramírez y soy tu vecina nueva.
—Ah… hola, soy Emilio
Que feo conocer a una persona en esas condiciones. Una señora que te tira un zapato y para el colmo, la chica se parezca a tu ex, que te rompió tu corazón por un maldito mensaje.
“Lo siento bebé, pero creo que esto no puede para más. Sé que debería decírtelo en persona pero estoy ocupada en hacer mis cosas ahora… en fin, terminamos”
Al derecho y al revés me sé lo que dijo, recuerdo todo lo que pasó la peor noche de mi vida.
Me fijo en su rostro de nuevo. Es de cabello castaño oscuro con ojos verdes, es delgada y de tez algo blanca, lleva un vestido rosa pálido que me hace recordar a… ¡Miss Piggy! Me recuerda a ella, no se parece a mi ex, para nada. JA.
Aún recuerdo cuando fui al cine a ver a Los Muppets y salí enamorado de los personajes, como Miss Piggy y La Rana René.
—Ese muchacho me ha dicho que no tengo vida. No te atrevas a dirigirle la palabra porque es un chico malcriado… será mejor que te devuelva el dinero y te regreses a tu hogar —dice la señora Dana, molesta… no, ¿decepcionada?
Oh no no, yo vine por algo. No debo hacer cosas estúpidas.
—Disculpe por lo que dije, me pase de bromista —digo con sinceridad, —Por sus años, se ve que se ve muy fabulosa…
Ah no, eso fue un golpe bajo. ¡Es que no era mi intención!
—¿Me estás tratando de decir que estoy arrugada, sin vida?
—¡NO! ¡CLARO QUE NO!
—¡OH SÍ QUE LO HAS DICHO! —la señora se saca el otro zapato, mientras que los otros miran como si fuera lo más divertido del mundo.
La chica se levanta y se lleva a la señora Dana a un lado, empiezan a hablar y eso hace que se ablande un poco la señora. Cuando regresa dice:
—Tu habitación es la 512, subes a la izquierda. Que tengas una buena estadía —y con eso se va, los demás la siguen. La chica se acerca con un papel en la mano.
—Ok. Respecto a la señora Dana, no te preocupes, se le pasa rápido —dice ella mirando a otro lugar, —No sé si te lo contó pero todos los jóvenes somos voluntarios a participar todos los domingos de actuación, también se puede improvisar con el papel… puede hacer cualquier cosa con tal de hacer reír.
—Oh, que bueno. No tengo problema con que lo hagan, me quedaré en casa
—A lo que me refiero es que puedes actuar con otros jóvenes. Es simple, sólo propones si hacer una escena de un libro, de una película o serie o simplemente interpretar una canción y solamente son los domingos.
—Ok, pero soy un mal actor…
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Editado: 09.02.2023