MILANA
Camino hacia la puerta con nerviosismo. No tengo idea de quién podría ser, ya que no espero a nadie. Me preocupa que mamá haya llamado a Víctor, porque sé que siguen en contacto. Víctor ya le ha pedido varias veces que hable conmigo para convencerme de volver con él.
Con el corazón acelerado, abro la puerta ligeramente y respiro aliviada al ver a un joven con un gorro de Santa Claus, sonriéndome con amabilidad.
—¡Felices fiestas, Milana Vitalievna! Nos complace darle la bienvenida a nuestro complejo. Tengo para usted una invitación al baile de Año Nuevo, que se celebrará en el edificio principal del complejo. —El joven me extiende una tarjeta—. Nos encantaría verla en el baile.
Fuerzo una sonrisa y, antes de poder responder, la tarjeta ya está en mis manos.
—¿Están entregando invitaciones a todos? —pregunta de repente Timur, desde detrás de mí.
—¡Sí, a todos! —asiente el joven.
—¿También hay una para el número veintiocho?
—¡Por supuesto! —confirma el chico—. ¿Es usted de esa cabaña?
—Sí.
El joven revisa su tableta y verifica.
—¿Timur Alexeyevich?
—Sí.
El chico sonríe y le entrega la invitación.
—¡Nos encantará verlo en la fiesta!
—Gracias —responde Timur con tono seco.
—No lo olvide, la celebración empieza a las veinte horas —le recuerda el joven antes de despedirse y marcharse.
Cierro la puerta y miro con desconcierto la colorida invitación de Año Nuevo.
—Milana —me llama Timur.
Levanto la vista y me encuentro con su mirada atenta.
—¿Vas a ir al baile?
Suspiro y le contesto con sinceridad:
—No lo sé. —Observo sus ojos azules y añado con honestidad—. No me apetece el bullicio ni estar rodeada de gente. —Suspiro de nuevo—. Vine aquí para descansar y desconectarme un poco de la realidad, que no ha sido precisamente agradable.
—Milana, pero esta noche es Nochevieja. ¿Por qué quedarte sola? —Timur me mira con intensidad—. Pasemos el Año Nuevo juntos... Tú, Justina y yo. Incluso podríamos ir al baile...
Parpadeo confundida. La propuesta es interesante, pero por alguna razón me siento incómoda ante este hombre.
—Timur, necesito pensarlo... y además, tengo que desempacar...
No sé qué hacer. En verdad no quiero pasar la Nochevieja sola. La idea de Timur es tentadora, merece considerarse. Al fin y al cabo, no tengo nada que perder. Justina también me pidió que pasáramos la noche juntas.
Timur mira su reloj y luego vuelve a fijar la vista en mí.
—Milana, apenas son las doce. Justina y yo iremos al segundo almuerzo y luego pasaremos por ti. Tendrás tiempo suficiente para decidir qué es lo que realmente quieres. —Suspira y me mira con franqueza—. Pero si el destino nos ha reunido aquí, realmente me gustaría que esta Nochevieja la pasaras con nosotros.
—Lo pensaré —respondo, todavía aturdida.
—Milana, estoy seguro de que tu respuesta será positiva para Justina y para mí —dice con confianza—. No te molestaré más, pero si necesitas algo, avísame. Justina y yo estaremos encantados de ayudarte.
—Gracias... —murmuro, observando con desconcierto la espalda de este hombre alto y robusto mientras se aleja.
A pesar de mi resistencia interna y mis pensamientos negativos, la invitación de Timur me hace reflexionar. Ahora me siento atrapada entredos opciones. Pero debo decidir, para no arrepentirme después.