Una mama para Justinka

Episodio 14

TIMUR

Acompañando a Milana hasta su casita, Justina vuelve a llevarnos de la mano. Está feliz. No para de hablar. Le pregunta a Milana qué vestido llevará al baile, qué peinado se hará. Me sorprende cómo estas dos personas, que en realidad son casi desconocidas, han entablado una conversación tan sincera y abierta. Se ponen de acuerdo en vestir ambas de negro. Y además, Milana promete venir a ayudar a Justina con su peinado e incluso hacerle un ligero maquillaje.

Yo solo observo a las chicas y sonrío. En realidad, me gustaría que mi hija siempre irradiara esa felicidad, y que Milana estuviera cerca. Porque podría pasar horas viéndola hablar con mi hija.

De repente, las chicas empiezan a lanzarse bolas de nieve. No alcanzo a reaccionar cuando ya estoy cubierto de nieve. No lo pienso demasiado y también empiezo a lanzarles bolas de nieve, sin dejar de sorprenderme de lo rápido que se han hecho amigas.

Después de jugar, sacudimos la nieve primero de Justina y luego el uno del otro.

Al llegar a la casa de Milana, nos despedimos, acordando que vendrá a las siete de la noche. Mi hija promete irse a dormir de inmediato.

Milana sube las escaleras de su casita, despidiéndose con un gesto de la mano. La sigo con la mirada, sin querer que se vaya. Es tan agradable estar a su lado.

—Papá, vámonos —me saca de mis pensamientos mi hija.

Suspiro, la tomo de la mano y la llevo a nuestra casa.

Apenas nos quitamos los abrigos, Justina saca de su armario su vestido negro de tul y lazos. Lo extiende y me llama.

—Papito, ven conmigo. Voy a dormitar, y tú me das un masaje para que me duerma más rápido.

Salta a la cama y se acomoda cómodamente, y yo, sentándome a su lado, le masajeo la espalda.

Me sorprendo de lo rápido que se duerme, mientras yo me pierdo en mis pensamientos. No puedo comprender el comportamiento de Victoria, porque aquí todo es claro: estuvo conmigo por algún interés. Pero ¿qué esperaba obtener? Eso no lo entiendo.

Mis pensamientos vuelven a Milana. Es completamente diferente de Vika. Cuando se detuvo por nosotros, no tenía idea de a quién estaba ayudando, simplemente lo hizo por bondad. Aunque, debo admitirlo, no solo su amabilidad me ha tocado. Hay algo en ella que me atrae y me cautiva.




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