Busco apoyo con la mirada, dirigiéndola a Andriy, pero él guarda silencio y me observa con tanta atención que desearía desaparecer. En ese momento casi me alegra que mi relación con Bohdan sea reciente y él no sepa demasiado sobre mí. Me encojo de hombros:
—Soy alérgica. La ensalada tenía piñones. Andriy me acompañó a la farmacia para que pudiera tomar el medicamento a tiempo.
Bohdan resopla, pero la duda asoma en sus ojos.
—¿Y no podías ir sola? ¿Tenía que llevarte de la mano?
—Bohdan… —mi voz tiembla más de lo que quisiera—. Solo quiso ayudarme.
—¿Y qué hacían juntos? —inquiere él, entrecerrando los ojos con desconfianza.
Me muerdo el labio, sintiendo que mi mentira se tambalea. Bajo la mirada.
—Andriy vino a almorzar.
Entonces él reacciona, como si despertara de un sueño. Tiende la mano a Bohdan:
—No nos han presentado —dice, lanzándome una mirada de reproche—. Soy Andriy.
—Bohdan, el novio de Maryana… aunque no estoy seguro de seguir siéndolo.
—¿Novio? —la voz de Andriy suena más fría que el aire de la noche.
Siento que me arde el rostro. Me enderezo, desafiante:
—Sí, es mi novio. Y parece que está celoso sin motivo.
El silencio se vuelve denso como caramelo. Bohdan aprieta el móvil con fuerza, mientras Andriy contiene las palabras.
—Tu chica realmente se sintió mal —dice al fin—. Solo la acompañé a la farmacia. No hay nada más. Les deseo buena noche.
Aunque su tono es sereno, percibo la tensión oculta. Andriy se aleja hacia su coche, y el peso en mi pecho se vuelve insoportable. Bohdan, rígido a mi lado, aprieta la mandíbula; su mano tiembla.
—No imaginas lo que sentí al ver ese maldito video —dice al fin—. Los comentarios, las burlas, tú con la camisa rota… ¿Y si lo ve alguien que conozco? No quiero parecer un idiota. ¿Qué hacías ahí? ¿Poniendo la mesa?
—No —niego, incapaz de confesar la verdad—. La dueña quiere abrir otro restaurante, y Andriy es el constructor. Fuimos a ver un local.
—¿Y eso qué tiene que ver contigo?
—Evdokiya se retrasó y me pidió que lo acompañara. El guardia no sabía de la visita, y el botón se rompió por accidente. Fue un malentendido.
Bohdan me mira en silencio y finalmente pregunta:
—¿Qué soy para ti? ¿Un suplente? ¿Un novio de fin de semana? Cada vez que intento acercarme, tú te alejas.
Sus palabras me hieren más de lo que admito. Aún no sé qué siento por él. Me gusta, me importa, pero no sé si lo amo. Tras lo vivido con Stas, aprendí a ser cauta. Doy un paso y toco su mano.
—Eres mi novio, y no te engaño.
Él me mira, dudando, con celos y dolor en los ojos. Me rodea la cintura y susurra:
—Entonces demuéstralo. No soporto esta incertidumbre. Rechazas mis noches, pero paseas con otro hombre.
—Eso fue trabajo. Tú eres mi vida personal.
Bohdan aprieta los dientes, me atrae hacia sí y me besa con rabia y desesperación. Su beso quema más que cualquier palabra. Le respondo, queriendo que sienta que le pertenezco. Cuando nos separamos, el mundo parece girar. Él aún me sujeta fuerte, como si temiera perderlo todo.
—No me mientas, Maryana —susurra, y sus palabras se clavan en mi alma.