Una mentira para mi ex

37

Sus palabras me encienden la piel. En mi mente surgen los recuerdos de aquella noche en el yate, y una llama se enciende en mi interior. Aprieto la servilleta entre los dedos con rabia. Nunca más volverás a tocarme, Sokolovski.
Empiezo a derretirme, pero me obligo a reaccionar a tiempo y me aparto.

—¿Postre? —intento romper el momento romántico.

—Claro. Quizá tengan gelatina o algo parecido… algo que pueda resbalar del tenedor y caer de nuevo en tu escote. Con gusto lo recogería, me encanta lo dulce.

Sus palabras quedan suspendidas entre nosotros, como el aroma de la salsa cremosa. De pronto, olvido que estaba enfadada. Olvido incluso por qué vine. Su descarado coqueteo me tienta a responderle en el mismo tono, pero me contengo. Me repito que ya no es el hombre de mis sueños, porque todo lo que dice suena a mentira. Frunzo los labios, ofendida.

—No estoy acostumbrada a ese tipo de platos.

Andrés abre la puerta de su apartamento. Es amplio, elegante, impecable. Todo brilla como si en lugar de vivir ahí, se hicieran sesiones de fotos para una revista de interiores.

—Siéntete como en casa —dice, colgando mi abrigo en el armario.

—¿Como en casa? Entonces me quitaré los zapatos, me pondré una bata y pediré un té con limón.

—Puedes hacerlo sin la bata —ríe él, y va hacia la cocina.

Observo todo con curiosidad. Paredes claras, estantes con libros de negocios, una maqueta de barco sobre la mesa. Todo tan pulcro que me siento en una habitación estéril. Aunque quizá sea mejor así: puedo imaginar la cara de Andrés si hiciera un desastre aquí.

—¿Un poco de vino? —pregunta al volver con una botella.

—Solo un poco. La última vez que dije “solo un poco”, terminé desnuda en un yate.

—Ah, fue un espectáculo inolvidable. Te serviré más entonces —bromea, llenando las copas con vino tinto.

Nos sentamos en el sofá. Doy un sorbo. El vino me quema ligeramente la garganta y me hace toser. Mi mano tiembla, y derramo el líquido sobre la alfombra blanca.

—Oh, no... —cojo una servilleta y me apresuro a limpiar la mancha, pero solo la extiendo más. No fue a propósito, aunque había pensado causar un pequeño caos. Miro a Andrés esperando un regaño, pero él solo deja su copa y se ríe.

—Parece que ahora tengo un diseño exclusivo.

—¡Puedo pagarlo! —digo, frotando con torpeza, y por accidente derramo un poco más.

—Perfecto, ahora es un dibujo doble —responde, arrodillándose junto a mí. Me toma la mano, y me quedo inmóvil. —No te preocupes, llamaré al servicio de limpieza. Lo dejarán como nuevo.

Claro, el servicio de limpieza. ¿Por qué pensé que él mismo se pondría a fregar? Su mirada se cruza con la mía, baja hacia mis labios, y el aire entre nosotros se vuelve espeso.

—¿No temes que, si sigo viniendo, solo quede intacto el techo? —pregunto en un intento de bromear.

—Me arriesgaré —dice, antes de inclinarse y besarme con deseo.

Parece que lo había esperado desde siempre. Mi corazón late con fuerza, mi piel arde bajo sus caricias. Se aparta apenas, apoyando su frente en la mía.

—Mariana, no sé cómo lo haces, pero dondequiera que vas, todo estalla de energía.

Me aparto un poco, escondiendo el rostro entre las manos.

—No es energía, es la maldición de mi torpeza.

Por un instante, reina el silencio. Ya no pienso en la alfombra ni en la venganza. Mis pensamientos giran solo en torno a él. Andrés lo nota, se acerca y vuelve a besarme. Sus manos se deslizan por mi cintura, y bajo su cuerpo acabo en el suelo. Sus dedos se cuelan bajo mi ropa, acarician mi piel, encendiendo un fuego que me consume. Sus labios recorren mi rostro, mi cuello, mi escote. Me vuelve loca, me hace desearlo.

Pero de pronto, la razón regresa. No. No, no. Por muy irresistible que sea, sigue siendo un mentiroso. Me llevó a la cama por una apuesta, y no permitiré que vuelva a hacerlo. Me obligo a sentarme en la alfombra, rompiendo el hechizo. Andrés me mira confundido.

—¿Estás bien?

—Sí, pero recordé que tengo que irme. Urgente —me levanto y camino hacia la puerta. Debo escapar antes de rendirme otra vez.

Él me sigue.

—¿Por qué? ¿Pasa algo? ¿He hecho algo mal?




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