Una mentira piadosa

Capítulo 02: Mujeriego

—Andrea —mencionó mi única amiga, Laura—. ¿Quieres hacer algo esta tarde? He visto que van a sacar la tercera parte de Sirenas y Gatos.

Estábamos en el comedor de la universidad, tomando el menú diario.

—Hoy no puedo, tengo turno en la Biblioteca.

Me había apuntado como encargada. Tenía que cubrir unas horas semanales y me daban créditos extra.

—Jooo —Laura fingió que hacía pucheros—. Siempre estás ocupada.

—Te prometo que el fin de semana hacemos lo que quieras.

En aquel momento, escuchamos una risilla aguda y coqueta. Ambas dirigimos la vista al lugar en cuestión. Allí estaba Ian junto a una chica.

—Le dices eso a todas, ¿no? —comentó ella colorada.

Él estaba en una pose de confianza. Siempre había sido muy atractivo.

—Te lo estoy diciendo a ti. —Le puso la mano en la mejilla— Venga, tengamos una cita —dijo cerca de su oído.

Si de algo tenía fama, era de mujeriego. No era algo de extrañar, pues era una persona alta de piel perfecta, rasgos faciales finos y delicados y con su cabello suave despeinado, le daba un aspecto desenfadado y sensual.

—Estoy harta de que ese idiota piense que las mujeres somos de usar y tirar —murmuró Laura cruzándose de brazos. Entonces, alzó la voz para gritarle—: ¡Qué no te tome el pelo! Es un verdadero idiota.

Laura coincidía en una asignatura con él, así que se tenían confianza.

La chica se fue e Ian se aproximó a nuestra mesa.

—Estás siendo muy cruel —posó las manos sobre mis hombros—. ¿Verdad, Andrea?

Al sentir sus manos tocándome, algo se removió en mi interior. Recordé todas las veces que en el instituto se había burlado de mí o como le reía las gracias al resto de gente, pero también recordé las palabras de aquella carta que encontré días atrás y un remolino de rabia golpeó mi interior, provocando que le clavara un tenedor en la mano.

—¡Eres idiota! —exclamé poniéndome en pie y dejándolos atrás.

—¡Te has pasado! —le escuché quejarse.

Mientras avanzaba, oí cómo preguntaba a mi amiga si le odiaba. Ella le dijo que sí, pero era mentira, estaba equivocado, no le odiaba. Solo estaba dolida porque hiciera como si nunca hubiera pasado nada.

Además, por alguna razón, me molestaba haber leído aquella nota y verlo después tratando de ligar con otras. Me hacía pensar que había dos Ian.

Poco antes de llegar a mi próxima clase, lo vi solo en mitad del pasillo, sacando su móvil y mirándolo con nostalgia, como si estuviera esperando un mensaje. Esperando un mensaje que nunca llegaría. Sentí lástima por él al ver su mirada abatida y algo de culpa por haber tirado la carta quitándole toda oportunidad de recibir respuesta.

Sentada en mi pupitre, él se situaba dos asientos detrás de mí. Le miraba de reojo, y nuevamente le descubrí mirando su teléfono.

Si él descubriera la verdad, posiblemente juegue aún más con las mujeres, posiblemente encontré la nota allí porque ella misma se deshizo antes. Me pregunté qué tipo de persona era aquella Clara que había rechazado a Ian.

Busqué su número en la agenda y le escribí un mensaje, imaginando qué podría escribirle ella.

Tienes buena letra.

Fui a borrarlo cuando el profesor me llamó la atención por estar distraída en clase. No obstante, cuando me quise dar cuenta, le había enviado el mensaje a Ian. Me giré rápidamente y le vi, con los ojos muy abiertos, mirando la pantalla de su móvil, pero con una sonrisa.

Me maldije para mis adentros cuando me vibró el móvil.

¿Clara?




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