Benjamín
Doy vueltas por el deck de la posada sin poder sacarme a la niña de la playa. Camila. No sé por qué me afectó tanto conocerla, a ella y a la madre, y el rechazo que me dio su madre, ni siquiera planeé invitarla a comer hasta que salió en ese momento, yo mismo me sorprendí de la pregunta y una parte agradeció que dijera que no, pues no es una mujer para una aventura y no tengo deseos de tener una relación en este momento de mi vida.
Sacudo la cabeza, me olvido de ellas y camino de regreso a la habitación. Al cruzar la puerta me encuentro con un papel rosa doblado, lo levanto con el ceño fruncido, los desdoblo y leo.
Es una carta.
Querido papá Noel, mi nombre es Camila Guzmán, pero me dicen Cami, y tengo seis años.
Escondí la carta dentro de mi pato Duck para que mamá no la encontrara porque le gusta leer mis cosas y no quiero que lea esta carta.
Te escribo para hacer mi pedido. No quiero juguetes, al menos no para mí, si para los niños que no tienen. Yo doné algunos míos e hice que mis primos hicieran lo mismo, mas no alcanza para todos. Ten en cuenta eso.
Lo que quiero pedirte es un riñón, lo necesito para evitar ir al hospital y que mi mamá deje de estar triste. No me gusta escucharla llorar y que saquifique su vida por mí. Yo quiero que ella sea feliz.
Ya le he pedido a Dios el riñón, ahora te lo pido a ti. ¿Puedes conseguirlo? Sé que no es fácil y pido mucho, pero es por mi mamá. Y si no puedes darme uno y tengo que ir al lado de Dios, te pido que le des a mamá alguien que la acompañe y la haga sonreír si yo no llego a estar. No quiero que se quede sola. Sea cual sea tu decisión, yo la entenderé.
Mmmm… Creo que eso es todo. Saludos a los renos y perdón si tengo errores otograficos. Me fijé bien, pero algunas palabras no me salen.
Feliz navidad.
Ni bien termino de leer, me siento en la cama y me quedo estático mirando el pedazo de papel.
¿Camila necesita un riñón?
Si el día me pareció extraño, esto es aún más extraño.
La carta debió caerse cuando sacudí al pato en la habitación intentando pensar como encontrar a su dueña.
¿La madre me habrá rechazado por miedo a que saliera huyendo por el padecimiento de su hija? Probablemente.
Yo no sería tan desalmado para rechazar a alguien por ello.
Alzo la mano y la paso por mi cabello, en eso, noto las lágrimas que cayeron por mis mejillas y no había notado.
No recuerdo que nada calara tan hondo en mi corazón.
Se acerca la navidad y una niña debería estar pidiendo juguetes y pensando en papá Noel en lugar de pedir por un riñón.
Recuerdo que cuando era pequeño acompañé a papá a la clínica donde trabajaba, me dejó en el sector de niños. Yo estaba enojado porque él no quería pasar tiempo conmigo y pasaría otro año sin celebrar la navidad. En ese entonces ya no creía en papá Noel, sabía que no existía desde los cuatro años cuando mi padre me cortó las ilusiones diciéndome la verdad, aun así quería regalos y compartir con mis padres una cena navideña.
Fue cuando conocí a niños enfermos, algunos con enfermedades terminales que lo único que pedían era seguir viviendo.
Me pregunté por qué yo estaba sano y tenía padres ausentes y esos niños enfermos y sus padres sufriendo. Llegué a preguntarme si mis padres me querrían y prestarían atención si yo estuviera enfermo.
Desde ese momento, decidí dejar de sentir pena por mí, aunque no regresé al hospital, solo permanecí indiferente creyendo que la vida era injusta.
Había olvidado ese momento hasta el día de hoy que conocí a la pequeña Camila y su pato Duck.
En este momento me siento como un maldito egoísta, tal como me sentí aquella vez de niño, diciendo que odio la navidad por causa de padres desinteresados cuando hay personas sufriendo y muriendo.
Busco mi teléfono, marco a mi padre y este atiende. Tan hosco y desinteresado como siempre. No importa, esto no es por mí.
—¿Qué sucede? Estoy ocupado.
—Necesito un favor.
—Benjamín.
—Nunca te he pedido nada y esto no es para mí. Dices que tu trabajo es salvar vidas y has descuidado tu vida personal por ese motivo, al menos que tus discursos sean mentiras. Te pido esto como un único regalo de navidad, aunque te parezca puro consumismo.
Mi padre guarda silencio durante un momento.
—¿Qué necesitas?
—Que averigües sobre una niña que está en la lista de espera por un riñón. Se llama Camila Guzmán y tiene seis años. No sé quien es su médico ni donde se atiende, pero asumo que está la lista nacional, a la cual tienes acceso, y puedes conseguir la información.
—Sabes que no puedo divulgar ese tipo de información. De todas formas, ¿qué quieres que haga? No puedo ponerla en primer lugar de la lista.