Camila
Coloco la estrella de mar sobre mi árbol de arena y llamo a mamá para que la vea. Ella se arrodilla a mi lado y saca fotos.
La verdad, quedó muy bien gracias a las bolitas de colores que conseguí por ahí. Es un árbol de navidad playero.
—Es hermoso.
—Esta vez lo hice más lejos para que cuando suba la marea el agua no se lo lleve.
—Faltan las luces y será perfecto. —exclama papá arrodillándose al lado de mamá.
—No podemos ponerle luces. Igual no importa, se ve bonito.
Le sonrío a papá, mi ángel navideño, pues gracias a él estoy bien y ya puedo hacer muchas cosas sin cansarme y comer comida que antes no podía.
No imaginaba que fuera él mi donador y me alegré mucho cuando lo supe, y me alegré todavía más cuando comenzó a salir con mamá y pasó de ser mi ángel navideño a mi papá.
Apenas llevo unos meses llamándole así y me gusta. A él también le gusta y dice que soy una hija ejemplar.
Hoy todos tenemos nuestros deseos. Yo mi riñón, mi mamá teniendo una pareja incondicional y siendo feliz, y papá Ben ya no está solo; nos tiene a nosotras.
Yo sabía que a él no le gustaba estar solo, nada más que no lo sabía y tuvo que conocernos a mamá y a mí para descubrirlo. Eso lo sé, me lo dijo.
Papá le extiende una copa de champaña a mamá y esta lo mira raro.
—Champaña a esta hora. ¿No te alcanzo con el brindis de anoche?
—Es navidad y debemos celebrar que hoy podemos estar los tres juntos aquí, vivos y felices.
—Gracias a ti. —le recuerda mamá.
—No necesitas recordar que soy el donador de riñón. Te amo a ti y a Camila. Ustedes me enseñaron que no necesito estar solo, que puedo amar y ser amado y que jamás hay que sentir pena por uno mismo ni dejarse vencer por circunstancias porque todo tiene su lado bueno.
Papi sabe usar las palabras, aunque dice que yo soy mejor en eso porque llego al corazón de las personas. No estoy segura de que tan cierto sea, pero me agradan las personas y quiero que sean felices. En especial papá y mamá.
No puedo evitar sonreír cada vez que nos dice que nos ama. Yo también los amo.
—No lo hacías cuando lo donaste.
—No, pero lo hago ahora. Fue la mejor decisión que tomé en mi vida, de lo contrario no estaríamos los tres en el lugar donde nos conocimos celebrando una navidad diferente y llena de felicidad.
—Tiene razón. —opino.
Mamá suelta una carcajada y levanta la copa.
—Un brindis por una navidad diferente. —exclama.
—Por una navidad diferente. —digo y levanto mi vaso con limonada.
—Feliz navidad. —dice papá y los tres chocamos las copas, bebemos y ellos comparten un beso que me hace suspirar.
—Yo les dije que a nadie le gustaba estar solo. Ahora somos una familia. —les recuerdo.
Se apartan riendo.
—Lo somos—concuerda papá y besa mi mejilla—. Y no pude pedir mejor regalo de navidad que tenerlas a ustedes en mi vida.
Me acomodo en medio de ambos y los abrazo.
Es una navidad diferente y la mejor de todas que llevaré en mi memoria por el resto de mi vida, y cuando sea mayor les contaré a todos de mi navidad diferente, de como mi ángel navideño salvó mi vida, hizo feliz a mamá y se convirtió en mi papá.
Deseo que todos tengan una muy feliz navidad.