Una navidad para el amor

Cap cuatro- amor a primera vista

Mi padre se acerca a mi al darse cuenta que este hombre es una amenaza. Toma mi mano y me lleva a la mesa. Nos sentamos y pasa su brazo por mis hombros.

-Tranquila. Estoy aquí- sus palabras no me tranquilizan. Solo me hacen darme cuenta de cuánta veces necesite su apoyo y no lo tuve. Quizás por no ser su hija, no pudo hacerlo, o no me quería tanto como dice. 

Es fácil decirle a alguien que te quiere y eres su hija cuando necesita tu perdón, pero por años se olvidó de mi y mi madre…

-Hija, te están hablando- me informa mi padre al oído.

Levanto mi vista y me encuentro con la mirada de Liberman que es penetrante.

-Le hice una pregunta- comenta.

-Si? Pues no lo escuché- contesto con altanería. Ese hombre no me gusta.

-¿Leyó la carta que le deje?- pregunta.

-No- mi respuesta es rotunda y parece que no le gusto qúe le mire así.

-Pues debería. La escribió su “mejor amiga”- habla haciendo comillas con los dedos.

-Nadie me dice lo que debo o cuando debo hacerlo- respondo de forma lacónica.

El me mira con sus ojos oscuros y un llanto de bebé me distrae de ese hombre.

La niñera de mi hermana aparece con un bebé en brazos que llora desconsoladamente.

-Lo siento, pero no puedo calmarlo- explica con un poco de vergüenza.

-Demelo. Yo lo cálmare- responde él.

Lo toma en brazos y el bebé casi automáticamente deja de llorar.

Todos vuelven a la charla tan amena que se sucedía antes de que esté bebé interrumpirá. Termino mi comida y me levanto de la mesa. Ya me siento demasiado incómoda con tanta gente alrededor mío.

Me acerco a mis sobrinos y me arrodilló ante ellos.

-¡Tia! ¿Que nos dejó papá Noel en tu casa?- pregunta con ilusión mi sobrino Teo.

-Ya pronto serán las doce y podrán ver los regalos que les dejó papá Noel- informo yo.

-¿Puedo hablar con usted un momento?- escucho detrás mío.

¿Qué quiere este hombre conmigo? ¿No puede dejarme en paz?

Le señalo la salita de lectura de mi hermana y hacia allí nos dirigimos.

El se me acerca y me doy cuenta que tiene el bebé en brazos. Me acerco como hipnotizada por sus ojitos color miel. Él clava su mirada en mí y juro que mi corazón dejó de latir por un segundo.

Esos ojitos me enamoraron. Me sonríe inocentemente sin saber todo lo que despierta en mi interior. Quizás mi instinto materno se puso en alerta.

-¿Quiere tomarlo en brazos?- me dice suavemente Liberman.

Yo no contesto, estoy en trance. Ese niño despertó en mí un sentimiento que no conocía hasta ahora. Despacio me voy alejando.

-¡Aléjese de mí-!grito. No quiero esto que siento.

Él sale de la salita dejándome sola con mis sentimientos confusos.

Busco mis cosas para marcharme y en el camino a la salida me encuentro con ese hombre insufrible.

-¡Deténgase ahí!- grita en voz baja.

-¡Déjeme en paz!- respondo de malos modos. Lo odio por hacerme sentir vulnerable.

-¿Que quiere de mí?- 

–¿Por qué no leyó la carta de Casandra?- 

-A usted no le importa. Lo haré cuando pueda- 

-Tome. Léala ahora- ordena con voz autoritaria.

-No puedo, necesito irme, no me siento bien- miento.

-Esta bien, la llevo a su casa-

-¡No! No lo quiero cerca. Usted me descontrola y es algo que no me gusta nada- 

-!Aguantese!-

Toma mi mano y me dirige a un auto negro, subimos,lo pone en marcha y me pregunta la dirección de casa.

No hablo. Me veo ridícula haciendo un berrinche,pero este hombre me exaspera.

Veo que nos salimos de la ciudad, y eso me pone en alerta.

-¿Dónde vamos?-

-A un lugar donde podamos hablar-

Al llegar a una casa de campo, me hace bajarme y me guía hacia una casa pequeña y blanca.

-Pase y póngase cómoda. Ya vuelvo- ordena.

Me deja sola. Observo el lugar. Es una casa muy austera,casi no hay muebles y algo llama mi atención. En la mesita de café hay un retrato con una foto de una niña y una joven. Mi amiga con su pequeña hermanita. Tomo la foto y acaricio la cara de mi amiga, una lágrima amenaza con salirse de mi ojo y la contengo. 

-Hubo una época en que creí estar enamorado de ella- escucho su voz. Ese hombre se aparece cuando menos lo espero.

-No es mi problema- digo.

-¿Cómo hace para no sentir, para no tener remordimientos? ¿ Sabe usted lo que sufrió Casandra por su lejanía?- 

Yo lo miro sin contestar. Se que ella sufría por mi culpa. Al principio, después de nuestra pelea, me mandaba mensajes todos los días pidiéndome disculpas, me llamaba todas las noches. Jamás conteste,hasta que un mes despues dejo de hacerlo.

-?Sabe quién es ese niño que tenía en mis brazos? No, no lo sabe. Tome lea la carta que ella le dejó en su lecho de muerte- estira su mano y pone la carta frente a mi. La tomo y saco un papel de carta escrito a mano.

Queridísima amiga, cuando leas esta carta yo ya estaré en un lugar muy lejano, pero estaré presente en tu vida siempre. Te preguntarás por qué te escribo ahora y no lo hice antes.

Te acuerdas cuando éramos jovencitas y siempre me decías que no debía ser débil ante el sexo opuesto. No te hice caso y eso tuvo consecuencias…

Dejo de leer y levanto la vista observando al hombre frente a mi.

El mira hacia afuera dándome la espalda. 

-¿Esto tiene algo que ver con ese bebé?- pregunto.

-Lea la carta hasta el final- 

..no me condenes- sigo leyendo-se que estarás pensando que soy una ilusa, pero me enamore perdidamente. Aposté y perdí. Y mi hijo es la consecuencia de mis actos. Quisiera poder criarlo y amarlo como cualquier madre joven. Pero el destino no está escrito para mí con un buen final. Pero quizás el tuyo si. Simplemente dale una oportunidad al amor. Hablo de mi bebé. Amalo, por que eres la única persona en la que confío la vida mi hijo. Por supuesto a excepción de Mario, mi abogado y amigo. Te conté una vez de el. Era el hombre que siempre velaba por mis intereses. El te conoce porque siempre le hable de ti.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.