Una noche con el jefe

1. La venganza es un plato que se sirve frío.

Pocas veces en la vida podíamos decir que esta nos daba la oportunidad de cumplir todos nuestro sueños. Y yo era bastante consciente de ello.  Luego de haber luchado durante años había conseguido mi título universitario y no solo eso sino que una de las grandes editoriales de Nueva York me habían ofrecido una pasantía allí. Un lujo que no muchos podían decir que tenían.

Si hacia las cosas bien, quizás dentro de mucho, mucho tiempo podría incluso ser una de las tantas autoras que esta publicaba. Aunque sabía que eso significaría que tendría que pasar meses y meses leyendo los manuscritos de otras personas para que mi jefe me tuviese en cuenta. Y no me malinterpreten no es algo que me molestase, de hecho me generaba una extraña mezcla de emociones que iban de la  satisfacción  a la angustia al saber que el destino de esas personas dependía de mí. De mi dependía que esos libros vieran la luz del sol el día de mañana, siempre y cuando tuviesen la aprobación del dueño de este lugar. Hombre al que no le había visto la cara.

Pero esto no era lo peor, porque siempre que la vida nos da la misma nos quita algo y en mi caso fue a Toby Tyler, si Toby Tyler, mi prometido a quien encontré en la noche de mi fiesta de graduación  con mi mejor amiga y no estaban precisamente preparándome una fiesta de despedida. Dudaba mucho que eso fuese así cuando él la estaba besando como si no hubiese un mañana.

—Los dos sabíamos que esto de larga distancia no iba a funcionar para nosotros—dijo mientras abotonaba su camisa e intentaba arreglar su pelo.

Yo me había quedado estática, era como si mis ojos no pudiesen dejar de ver aquella obscena y curiosa escena, sobretodo porque ella se había encargado de decirme hasta el cansancio que no sentía nada por él, de hecho en más de una ocasión remarcó lo mal que le caía. Supongo que lo que le desagradaba de Toby era el hecho de que estuviese conmigo.

No obstante, déjenme decirles una cosa sobre mí: soy una mujer bastante fuerte y afortunadamente pude recuperarme de aquel duro golpe de realidad.

—Creo que te quedó algo de labial aquí— me acerqué a él y con mi dedo intenté quitar la mancha roja que estaba en la comisura de su labio— Si no quieres que la gente sospeche de esto, será mejor que elimines toda rastro de tu pequeño acto de deslealtad—agregué refiriéndose a lo que había pasado allí dentro.

No sabía porque pero decir eso me hizo sentir un poco mejor. Era como si lo hubiese tenido guardado en mi interior por más tiempo del que pensaba.

—Todo el mundo sabe que yo no uso ese color, porque no me favorece, aunque se darán cuenta al instante de quien es la dueña—incliné mi cabeza en dirección a mi ahora ex mejor amiga— Suerte con eso y con tu pésimo gusto a la hora de elegir el color de labial.

Ella se sentó en la cama y cubrió su cuerpo desnudo con la sábana. La misma que yo había comprado para celebrar mi última noche aquí con Toby. Al parecer Penny se había adelantado al acontecimiento.

—No— la observé con una sonrisa en mi rostro— No es necesario que digas más nada.  Entiendo, Toby tiene ese “no sé qué”—dibujé comillas en el aire—Que enamora, creo que usa eso para poder compensar su falta de… virilidad—asentí—Lo que sea, les deseo lo mejor chicos, ojalá duren— afirmé encaminándome hacia la puerta—Ustedes totalmente se merecen el uno al otro— dije en el tono más neutral que pude— Aunque si lo de ustedes no funciona, ya sabes que mi número sigue estando en tu marcador rápido—le guiñé el ojo antes de desaparecer.

Abajo en nuestra fraternidad las cosas seguían como siempre, la fiesta no había parado ni por mí, ni por Toby mucho menos por Penny. Y en cierta forma envidiaba el estado en el que se encontraban porque para mí la fiesta había terminado en cuanto entré a mi dormitorio.

Gala pasó por mi lado con su maquillaje aun intacto lo que significaba que aún no había cosechado nada esta noche. En sus manos traía dos vasos azules, rebosantes de cerveza.

—Te encuentras bien, ¿linda?— preguntó parándose al verme allí apoyada contra la pared sin interactuar con nadie a mi alrededor.

Meneé mi cabeza y me obligué a enfocar mi vista en ella.

—Dame eso— le arrebaté uno de los dos vasos que llevaba en su mano, los que ella consideraban que era un señuelo para llamar a un hombre.

— ¡Oye! Eso no era para ti—se quejó haciendo un mohín como si fuese una niña pequeña— ¿Ahora cómo se supone que romperé el hielo con algún chico aquí?—miró a su alrededor—Sabes perfectamente que esta es mi última oportunidad para… “cerrar el trato”— murmuró en mi oído pegando su cuerpo al mío.

Gala era una chica preciosa, sin embargo había sido criada en una familia extremadamente religiosa que creía en que debía esperar al indicado. Ella se había esforzado al máximo para cumplir con ello, sin embargo ya se había cansado de perderse de muchas experiencias debido a las reglas de sus padres y es por esa razón que se había propuesto volver a casa con una nueva actitud y sin esa carga sobre sus hombros.

De repente una gran idea cruzó por mi mente que nos ayudaría a las dos. A ella para al fin “cerrar el trato” y yo podría encontrar a alguien que me permitiese olvidarme de lo que acababa de ver.

—Tienes razón en algo— la tomé de los hombros y la sacudí ligeramente.

— ¿De qué estás hablando?— inquirió algo confundida.

 No tenía idea de cuantas cervezas había tomado pero por su aliento y la manera en la cual le costaba fijar su mirada en mi pude adivinar que habían sido bastantes.

—Esta es nuestra última noche aquí y tú necesitas a alguien para tener tu primera vez.

La mención de esa sola palabra hizo que Gala se retorciera del disgusto. Otra cosa que debían saber sobre ella era que jamás decía groserías y que su timidez era un gran obstáculo a la hora de conseguir chicos.

 —No puedo prometerte que sea alguien digno de ti porque seamos honestas, nadie podrá estar a tu altura, al menos no aquí— observé con cara de asco al equipo de Lacrosse que no le había quitado los ojos de encima en toda la noche— Y yo necesito a alguien que me permita dejar de pensar en lo que acaba de pasar allí adentro.




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