Una Pequeña Promesa

Capítulo 7

Esa noche, Dean regresó a casa tarde ya que un paciente se complicó y el especialista a cargo se retrasó en llegar al hospital. Eran las diez de la noche cuando Dean entró a su casa y un olor a canela inundó sus fosas nasales en cuanto atravesó la puerta. Sabía que Hannah ya estaba durmiendo, así que enfiló directo a la cocina siguiendo el delicioso olor.

April estaba agachada en frente al horno esperando a que las donas glaseadas con canela y leche condensada estuvieran listas, todavía faltaban unos minutos. A pesar de que Dean le había dicho que ya había cenado en el hospital, ella aun así quiso hacerle su dulce favorito. No se percató de la presencia de Dean hasta que sintió dos brazos alrededor de su cintura, dos brazos que conocía demasiado bien. El recuerdo de aquella noche se iluminó inesperadamente y se quedó inmóvil.

—Sabes cómo hacer feliz a un hombre —bromeó Dean en su oído, lo que hizo empeorar sus recuerdos mezclados con nuevas fantasías.

—No sé de qué hablas, estas donas son para mí —replicó ella de vuelta, levantándose y separándose de Dean en el proceso.

—Sí, claro, te creo —dijo él con una sonrisa.

—Ve a bañarte en lo que se enfrían, puede que te deje alguna pero no prometo nada.

—¿Me estás diciendo que apesto? —preguntó Dean con una ceja levantada y una sonrisa ladeada.

—Sí, y mucho —asintió ella con la cabeza, bromeando también.

—Tienes suerte de que estoy muy cansado, de lo contrario te iba a hacer tragar esas palabras.

Sin esperar respuesta, Dean se dio media vuelta y caminó hacia su habitación, dejando a April en medio de la cocina con pensamientos que no debería tener hacia su mejor amigo. Mientras vigilaba las donas, se preguntaba por qué últimamente estaba teniendo tales pensamientos. Asumió que era porque hacía mucho que no estaba con un hombre y Dean estaba tanto en su vida que su mente asimilaba a Dean como el protagonista de sus fantasías porque simplemente no había nadie más. Esa debía ser la razón. Ahora, el motivo por el cual su pecho se calentaba y el corazón le latía desbocado cada vez que Dean la miraba por más de tres segundos o simplemente le sonreía era algo que no quería analizar.

Por suerte, el sonido del horno indicando que las donas ya estaban listas la sacó de esa peligrosa línea de pensamiento. Sacó la bandeja con los dulces y colocó la mitad en un plato para ambos, la otra mitad eran de Hannah; esos estaban hechos con edulcorante e ingredientes sin azúcar para así cuidar la diabetes de su hija. Curiosamente, Hannah y Dean adoraban las donas glaseadas con canela y leche condensada, mucho más si las hacía ella, lo que la hacía sentir especial.

Agarró el plato y fue hacia la sala, sentándose en el sofá y encendiendo el televisor para entretenerse en algo en lo que Dean salía del baño. Debería acostarse ya que era tarde y al día siguiente tenía una cantidad enorme de pedidos, pero quería pasar tiempo con Dean, por razones en las que no quería ahondar.

Unos quince minutos más tarde, Dean salió de la ducha para encontrarse a April acostada en el sofá con una dona en la mano viendo un programa de cocina. No pudo evitar sonreír y pensar en cuánto la había extrañado todo ese tiempo que estuvo fuera del país. Ella y Hannah eran el motivo por el que sabía que no iba a estar más en el ejército, no iba a soportar estar de nuevo separado de ellas por tanto tiempo. Caminó hacia donde estaba April y le agarró ambas piernas por los tobillos, levantándolas para sentarse justo donde estaban y después las colocó en su regazo. Agarró una dona y comenzó a comer.

El programa de cocina se acabó y ambos se quedaron en silencio envueltos en sus pesnamientos, hasta que Dean se llenó de valor y decidió tener la importante conversación pendiente.

—April, háblame acerca de la enfermedad de Hannah.

April se quedó sorprendida de que Dean por fin le haya preguntado sobre el tema. Sabía que él necesitaba tiempo para adaptarse a la idea de que no estuvo en los momentos más difíciles con ellas, y que al fin haya decidido saber acerca de eso la abrumaba. Ella se levantó y, por instinto, se acercó a Dean y lo abrazó, colocando la cabeza en su pecho.

—Hannah tenía cuatro años cuando comezó a tener los síntomas. Al principio pensé que era una gripe estomacal, vomitaba lo poco que comía y perdió mucho peso en cuestión de días. Pero una noche se desmayó en mis brazos y fui corriendo hacia el hospital. Esa fue la peor noche de mi vida, ver a Hannah en la cama del hospital y los doctores intentando averiguar qué le pasaba. Horas más tarde los doctores recibieron los resultados de las pruebas que le hicieron y me explicaron que Hannah había sufrido un coma diabético y que tenía diabetes de tipo 1. Esa era la edad en la que normalmente se presentaba y que tenía que permanecer en el hospital por un par de días más para monitorearla y decidir el curso de tratamiento.

April no pudo evitar llorar y Dean le acarició el cabello, consolándola mientras que la abrazaba con la otra mano. No podía ni imaginarse la desesperación que debía haber sentido April, mucho más cuando la última vez que ella se tuvo que quedar en un hospital por varios días fue cuando su madre falleció. La historia estaba desgarrándolo por dentro, pero era algo que tenía que saber.

—Al día siguiente —continuó April un poco más calmada—, ella despertó y no me separé de su lado en todo el tiempo. No soportaba ver cómo la inyectaban y le hacían prueba tras prueba, pero tenía que ser fuerte por ella. Sin embargo, Hannah fue más valiente que lo que yo hubiera sido, ella aguantó todas las pruebas sin chistar y siempre me sujetaba la mano para que no me preocupara. Cuando salimos del hospital, fue la primera vez que la escuché decir que quería ser doctora cuando creciera.

Una sonrisa se esparció por el rostro de Dean y un orgullo hacia su hija lo sobrecogió. Es increíble lo fuerte que pueden ser los niños y salir de horribles situaciones con una sonrisa e incluso un propósito en sus vidas. Aun así, odiaba con toda su alma que su bebé haya tenido que pasar por todo eso y, mucho más, que April hubiera estado sola mientras su hija estaba tan enferma.




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