Una Pequeña Promesa

Capítulo 11

—Dean, deja de mirarlos como un perro rabioso —dijo Landon a Dean con burla.

—No lo estoy haciendo —rebatió Dean sin despegar los ojos de April hablando con la escoria de su ex.

—Claro, y yo me llamo Dorothy y vivo con mi abuela en una granja —ironizó su amigo—. Vamos, que si las miradas mataran, Parker estaría a cien metros bajo tierra.

Dean resopló y se obligó a separar los ojos de ambos y tomó un trago de su cerveza, intentando calmarse. Por mucho que intentara no podía evitar la rabia que le subía por el cuello de pensar que April estuviera tan cerca de ese imbécil quea hizo llorar.

—No me puedes pedir que esté tranquilo mientras veo a April hablando con alguien que la engañó a sus espaldas con otra.

—Uno de tantos —comentó Landon—. Joder, mira que adoro a April, pero tiene el peor gusto en hombres, o la peor suerte para elegirlos. —Dean le dirigió una mirada de advertencia a Landon y este se echó a reír—. Y ya salió su protector a defenderla a capa y espada.

—Siempre —contestó Dean con firmeza. Desvió la mirada para volver a concentrarse en April y en cuanto la ubicó, estaba bailando en la pista con Parker—. ¿Qué cojones?

Landon miró en la misma dirección y acto seguido se puso a analizar a Dean.

—Dean, ¿estás celoso? —preguntó francamente.

—No es eso —evadió la pregunta, ya que sabía dentro de su interior que la respuesta era un Sí absoluto—. Es que ya sé que Parker la hirió una vez, no quiero que vuelva a suceder.

—Ajá —respindió Landon sarcástico.

Después de observarlos por alrededor de un minuto, en el cual su enfurecimiento no hacía más que crecer, se levantó de la mesa y comenzó a caminar en dirección a ambos.

Cuando se estaba acercando, Parker se percató de su proximidad y le susurró algo a April al oído y se alejó de ella, dejándola en la pista con Dean a un metro de distancia. Ella se dio la vuelta y al verlo caminó hacia él con una sonrisa, pero la borró al ver el enojo esvrito en el rostro de Dean.

—¿Qué pasó? —preguntó confundida.

—Nada, que me sorprendió lo amigable que puedes ser con alguien que te hizo tanto daño. ¿O acaso lo olvidaste?

April se le quedó mirando por unos segundos y una oequeña sonrisa se asomó en sus labios.

—No le veo nada de malo, solo somos amigos —respondió ella.

—No parecían muy amigables hace unos momentos —recalcó Dean. Sabía cómo sonaban sus palabras, pero el arrepentimiento por pronunciarlas no apareció.

—Dean —Le llamó la atención—, ¿ves esa mesa allá al fondo donde está Parker sentado? —Señaló la mesa—. La rubia que tiene al lado es su mujer, están casados hace dos años y tienen un hijo.

Dean se sintió como el estúpido más grande del universo. Ella se dio cuenta inmediatamente de su cambio de postura y lo abrazó por la cintura, colocando la cabeza en su pecho. En ese momento comemzó a sonar Thinking Out Loud, de Ed Sheeran y ambos comenzaron a moverse lentamente al ritmo de la canción.

—Gracias por preocuparte por mí, pero aunque parezca increíble, puedo apañármelas sola —le informó—. Además, Parker me estaba ayudando con un experimento, y arriesgó que lo mataras a puñetazos para demostrarme algo.

—¿Qué te demostró? —preguntó Dean curioso. April levantó la cabeza y apoyó la barbilla en su pecho mientras lo observó con una expresión extraña.

—Es un secreto.

—Pensé que no teníamos secretos.

—¿Dónde está la diversión en eso? —insinuó ella con una sonrisa retadora.

Dean sacudió la cabeza y se dejó llevar por la música. April se sentía tan bien entre sus brazos que no quería soltarla nunca. Cada día que pasaba estaba más embelesado con ella y le preocupaba que llegara a decir o hacer algo equivocado que asustara a April y quisiera alejarlo de ella. Pero cada vez que se daban momentos como esos, lo hacían imaginarse un futuro con April que cruzaba los límites de su amistad, y la idea le parecía más atractiva mientras más pensaba en ella.

Un bostezo de April lo sacó de sus pensamientos y no pudo evitar sonreír con ternura.

—Vamonos, ya tuvimos suficiente diversión por hoy —murmuró Dean en su oído.

—Pero si es temprano todavía, no deben ser ni las doce —replicó April, que en realidad estaba muy cansada, pero no quería demostrarlo.

—Pero mañana tienes que trabajar, y para eso tienes que descansar. Además, ya no estamos en edad de irnos de fiesta hasta las 6 de la mañana, aunque mi madre piense lo contrario.

—¿Me estás llamando anciana? —cuestionó ella con fingido insulto.

—Sí, señora de la tercera edad —se burló de ella y le dio un pequeño golpecito en la nariz con el dedo índice.

Agarró su mano y caminaron alrededor de las personas, llegando hasta donde estaba Landon enfrascado en una conversación con una atractiva chica.

—Nos vamos —le informó Dean, recogiendo el bolso de April.

—Te iba a preguntar si ibas a estar bien sin nosotros, pero ya sé la respuesta —April le dirigió una mirada burlona moviendo las cejas de manera sugerente.

—Tengan cuidado en el camino y me llaman cuando lleguen, que después paso la noche en vela preocupado por ustedes.

—Tan dramático como siempre —replicó Dean, poniendo los ojos en blanco.

Se despidieron de Landon y de la chica misteriosa y salieron del lugar. El viaje de regreso transcurrió en silencio y en unos quince minutos llegaron a la casa.

Entraron por la puerta y se dirigieron hacia sus habitaciones, pero cuando April llegó a la suya, detuvo a Dean antes de que siguiera de largo.

—Dean, ¿puedes ayudarme a quitarme el vestido? —preguntó April con las mejillas sonrosadas y mirando a Dean a los ojos.

Él tragó en seco y asintió, siguiéndola hacia la oscuridad de su cuarto. Ambos se pararon en el medio de esta, con la luz que entraba por la puerta como única fuente de iluminación. April se puso de espaldas a él, la respiración entrecortada por las espectativas. En cuanto Dean colocó sus manos cerca de su cuello para acceder a la cremallera de su vestido, la piel de April se erizó.




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