Una Pequeña Promesa

Capítulo 14

Después de recorrer varios kilómetros mientras escuchaban una música ligera, April vio a Dean aparcar en el estacionamiento de Moonkissed, un restaurante precioso y muy elegante. No podía salir de su asombro al ver la belleza del lugar. Grandes ventanales ofrecían una vista panorámica de todo el restaurante, con delicados candelabros que iluminaban agradablemente la estancia. April amó el lugar en cuanto lo vió.

Dean salió del auto y le abrió la puerta a April, la cual tomó su mano y agradeció el calor con el que la recibió. Ambos caminaron hacia el recibidor y una mujer los dirigió hacia su mesa, la cual estaba apartada de las demás y les ofrecía una privacidad bienvenida. Tan pronto se sentaron, un camarero apareció para dejar la carta y que se tomaran su tiempo para hacer su pedido. En cuanto estuvieron solos, April suspiró.

—Este lugar es maravilloso, Dean. ¿Cómo lo encontraste? —preguntó ella con curiosidad.

—Ya te enterarás de eso más adelante, es una sorpresa —respondió él con una media sonrisa que solo aumentó la curiosidad de April.

April fue a agarrar su carta, pero Dean la detuvo. Ella lo miró sorprendida, pero él la ignoró mientras que levantó una mano para llamar al camarero.

—¿Podría llamarnos a su chef? Quisiera hacerle un pedido especial —comentó Dean al muchacho, el cual le dedicó una mirada extraña, pero fue hacia la cocina a enviar su mensaje.

April no entendía lo que estaba pasando, así que se dedicó a esperar a que el chef apareciera, el cual lo hizo cinco minutos después. Y April no pudo contener la gran sonrisa que se explayó en su rostro.

—¡Oh por Dios! —exclamó la señora mayor vestida de chef que se aproximaba hacia ellos—. No puedo creer que después de tantos años vuelva a cocinar para mis clientes favoritos.

Tanto April como Dean se levantaron para abrazarla con efusividad.

—¡Gloria, no tenía idea de que trabajaras en un lugar tan elegante! La última vez que supe de ti estabas en un crucero por el Mediterráneo —dijo April.

—Oh, querida, eso fue hace años. En ese restaurante conocí al amor de mi vida y hemos estado juntos por más de cuatro años. Él fue quien construyó este restaurante, para mí, ya que sabía que siempre había querido tener uno propio.

—Y estoy muy feliz que consiguieras tu sueño —dijo April con alegría.

—Y yo de que por fin ustedes dos estén juntos. En cuanto vi a Dean en el mercado de Al, casi lloré de alegría, y después sí que lo hice cuando me contó todo. Hablando de eso, ¿me trajiste lo que te pedí? —le preguntó a Dean.

—Por supuesto —sonrió mientras metía su mano en el bolsillo delantero del pantalón y sacó una foto de Hannah.

Gloria la agarró con ambas manos y no pudo evitar que sus ojos se empañaran.

—Y pensar que ustedes cuando jóvenes iban todos los fines de semana al pequeño restaurante en el que trabajaba y me hacían compañía. Y míralos ahora, dos adultos hechos y derechos, con una preciosa hija. El tiempo pasa demasiado rápido.

—Vamos, Gloria, no se nos ponga sentimental —dijo Dean abrazándola.

—Tienes razón. Esto hay que celebrarlo. Su comida corre por mi cuenta. Y sé exactamente qué prepararles.

Gloria les dio un abrazo rápido y desapareció por las puertas dobles que daban a la cocina. Dean y April se sentaron en sus asientos y se miraron a los ojos.

—Gloria tiene razón. El tiempo pasa demasiado rápido —comentó Dean.

—¿Quién hubiera pensado que terminaríamos así? —preguntó April.

—Y, aun así, aquí estamos.

—He tenido un tiempo para pensar en todo y me he dado cuenta de que Parker tenía razón. —El ceño de Dean comenzó a fruncirse, no entendía por qué April mencionaba al canalla en un momento tan importante—. Antes de que te pongas en modo cavernícola, déjame explicarte. El día que salimos, Parker me dijo algo que, si bien intenté ignorar por mucho tiempo, se volvió inevitable después de esa noche. Y es el hecho de que estoy enamorada de ti. Desde hace tiempo, de hecho. No se cómo tardé tanto en darme cuenta, pero es algo que no puedo ignorar más. Cuando apareciste frente a mí despues de seis meses pensando que estabas muerto, no pude soltarte porque pensé que era una alucinación, que mi cerebro me estaba jugando una mala broma y que no estabas de verdad frente a mí. Tenerte todo este tiempo de vuelta me ha hecho darme cuenta de que siempre te había amado, lo que no quería arriesgarme a aceptarlo porque si no me correspondías iba a destruirme y no quería que nuestra amistad se destruyera.

Dean agarró la mano de April por encima de la mesa y le acarició el dorso con el dedo pulgar mientras intentaba encontrar las palabras perfectas para responderle. Después de unos minutos en silencio, finalmente habló:

—Cuando estaba convaleciente debido a la explosión, lo único que me ayudaba a mantener la cordura y agarrarme con todas mis fuerzas a la vida era el hecho de que sabía que me estabas esperando. Era saber que en cuanto regresara te iba a volver a ver después de tantos años. Y, Dios, cómo te extrañaba. Extrañaba tu risa tonta, la forma horrible en la que cantas, que me abrazaras como nadie lo ha hecho nunca, que, por muchas personas que hubieran en tu vida, yo siempre iba a ser tu favorita, como siempre lo has sido para mí. He pasado mucho tiempo arrepentido de haberme ido y no poder pasar todos mis días junto a ti. Y, cuando te tuve frente a mí después de tanto tiempo, me di cuenta que no te iba a dejar ir jamás, porque te amo. Lo he hecho toda mi vida, y no voy a dejar de hacerlo nunca.

April agarró su mano con fuerza, maldiciendo la mesa que tenían entre ellos porque quería tenerlo tan cerca como fuera posible después de que le dijera las palabras más bonitas que había escuchado en toda su vida. En su lugar, dijo:

—Yo también te amo, más de lo que te imaginas.

En ese momento llegó el camarero y colocó su orden en frente de ellos, y ambos se rieron a carcajadas en cuanto vieron una versión gourmet de lo que, en esencia, eran hamburguesas con extra queso y pepinillos, su pedido habitual cada vez que iban al restaurante en el que trabajaba Gloria cuando eran jóvenes.




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