Ya se que es muy cliché pero ¿saben?. Si hace unos minutos me hubisen dicho que Harry me propondía matrimonio. Así, de esta forma. Me les hubiese reído en la cara. Porque esto realmente parecía mentira. Muy subreal.
Observo a mi alrededor y me percato de la mirada expectante de todos. Sabía que estaban esperando una reacción. Pero yo no sabía que hacer. Era lo que siempre había querido pero no así. Miro hacia Harry y me percato de que aún está ahí, arrodillado. Escucho murmullos a mi alrededor.
Vuelvo a observarle nuevamente y me percato que sin pronunciar palabras me dice moviendo los labios burlonamente:
-¿Quieres casarte conmigo, princesa?
En ese instante lo supe. No quería esto para mí. Comprendía a mis padres ya que ellos sabían que siempre lo había amado y tal vez pensaron que si hacían esto sería mi oportunidad. Pero no puedo, no puedo casarme con alguien que no me ama, que no siente lo mismo que yo por él.
Esbocé una sonrisa triste.
-No puedo hacer esto.-grité para a continuación echarme a correr tal cual cenicienta. Ya que hasta un tacón me había dejado.
Todos me observaban atónitos. Pero yo no podía hacer más que correr en dirección a mi lugar especial. Aunque lo que no me esperaba era que los reporteros me siguieran como si de una actriz de Hollywood se tratara.
No sabía que hacer. Me alcanzarían. Solo era una joven metida en un gran vestido y corriendo con un solo tacón al lado de una muchedumbre con más recursos y posibilidades de movilidad.
De pronto cuando estaba rondando por el costado del gran castillo sentí que una mano me arrastraba hacia adentro.
No pude hacer más que gritar desesperada por el miedo hasta que escucho como me indica que haga silencio y al encender la luz me relajo. Era Nicoletta.
-Cariño. Se que estás asustada pero detente un instante.-me dice con tranquilidad.
Yo la miro incrédula. No podía creer que me pidiera eso. No podía detenerme. No podía tranquilizarme.
-Pero...yo..-comencé a decir más me interrumpió con algo que jamás esperé y que en ese momento no comprendí al ella pronunciar las palabras.- No funcionó. Es hora...-escuché que decía. Mas no pude comprender con total claridad ya que en ese instante sentí como me ponían una capucha en el rostro y no podía hacer más que gritar para que me soltaran.
(...)
Lentamente abro los ojos. Me siento desorientada. No se donde estoy. Miro a mi alrededor. Una enorme cama cubierta de dosel. Unas enormes paredes rodeadas de pinturas abstractas, una guitarra colgada en la pared y una gigantesca foto de un chico y una chica sonriéndose con notable felicidad. Éramos Harry y yo, hace cinco años. Me encontraba en su habitación.
Por un instante no supe como había llegado aquí. Hasta que me percaté de la condiciones en que me encontraba. El mismo vestido, descalza, sentada en una silla amordazada y atada de pies y manos literalmente.
El flashback vino. Pude recordar lo que pasó. Pero por más que quisiera no lograba encontrarle un sentido. Nicoletta, Dexandra...alguien más. ¿Por qué lo habrán hecho? ¿Harry sabrá que estoy aquí? Supongo que debe saberlo. Millones de preguntas se amontonaban en mi cabeza y todas tenían en medio al único obstáculo que me he encontrado desde que regresé, Harry.
Ya que no podía hacer nada. Opté por moverme en la silla. Tratando de hacer ruido con los golpeteos de esta contra el suelo. Más no logré nada con ello. Solo un terrible dolor provocado por la caída que me ocacioné en mi intento fallido de llamar la atención.
De pronto siento un portazo. Todo se queda silencioso. Unicamente podía escuchar el sonido de sus pasos. Escuché un clic y luego vi como la habitación se llenaba de luz para a continuación escuchar un ¡Oh, cielos! acompañado de un pequeño gritito varonil.
-¡Diablos! Ava. ¿Te encuentras bien?.-pregunta Harry medio que descolorido y con aparente pánico.
-Creo que es más que claro mi estado.-digo quejándome del dolor.
De pronto se siente un clac en la puerta. No. Cielos, no. Que no sea lo que estoy pensando.
Harry va corriendo hacia la puerta e intenta abrirla con desesperación mas no consigue nada.
-Esto es por su propio bien. -Solucionen sus problemas.-escuché que gritaban desde el otro lado de la puerta Dexandra y Nicoletta.
¡Diablos! Suspiraba con frustración. Esto era lo menos que necesitaba ahora. Enfrentarle.
-Aun estoy aquí tirada.-le recuerdo una vez el silencio se apodera de la habitación.
-Cierto, te ayudo. ¡Esas malditas granujas!.-se quejaba a la vez que me echaba una mano.
Una vez me ayudó a levantarme comenzó a quitarme las ataduras y cuando llegó a los labios y quitó la cinta adhesiva no pude evitar soltar algunas lagrimitas de dolor.
-Gracias y para la próxima te más cuidado imbécil. Eso dolió.
-Próxima. ¿Quién dijo que habría una próxima vez?.-preguntó y ahí me di cuenta de que el Harry sustituto había acabado de regresar.
No sabía porque se empeñaba tanto en ser así. En mostrarme una cara distinta a la que solía ser.
Una vez estoy sin nada que me retenga me paro a su lado de brazos cruzados y le echo una mala mirada.
-¿Qué? ¿Por qué me miras así?. -pregunta desconcertado.
-Eres un imbécil.-le espeto enojada.
El comienza a reir y yo me enojo cuando me encuentro cayendo en el hechizo de su sonrisa.
-¿Sabes qué es lo gracioso?. Que justo la chica que se enoja conmigo fue la que me dio plantón delante del mundo entero. Ahora se arruinará mi imagen.- dice Harry esbozando una sonrisa de pesadumbre.
Sin saber de donde saco valor le enfrento. Olvidándome por una vez del miedo y centrándome solo en el enojo.
-¿Arruinar tu imagen? ¿Tu imagen de qué? ¿De mujeriego, de gigoló, de hombre de la noche?. Porque me temo que esa es la única imagen que proyectas.- le dije sin tapujos y sin filtros.
Le miro un instante y el me devuelve la mirada a la vez que en sus labios se posaba una sonrisita sarcástica.