Agitada salía del despacho cuando de pronto una mano me intercepta en aquel desierto pasillo.
-¿Qué tienes princesa?-me preguntaba Harry a la vez que con delicadeza limpiaba las lágrimas que caían por mi mejilla y observaba con un semblante triste mi expresión.
Dolía mucho ya que por primera vez desde que llegué estaba comportándose como el chico que un día conocí pero lamentablemente ya no quedaba tiempo y nada se podría hacer ante la amenaza de la reina.
-¡Suéltame!-le exigí quitando abruptamente su mano de mi rostro a la par que mis pies se movían y me echaba a correr con la imagen de dolor en su rostro.
No podía permitirle acercarse. Era demasiado y sabía que si lo hacía no podría cumplir mi promesa ya que pronto volvería a caer en el hechizo de su mirada color bosque y esto era lo último que debía hacer si quería que todo saliera bien.
Vagaba por los alrededores del castillo, en lugares que solo Harry y yo conocíamos. Como aquel pequeño lago en el bosque al que solíamos ir de niños con el padre de Harry.
Un lugar mágico que me recordaba a un pasado mucho más lejano y distante, tanto en el tiempo como en la realidad.
Ya que nada de eso volvería o al menos eso creía ella, quien se había jurado a partir de ese mismo día. Proteger a su familia de la reina.
Mientras observaba a mi alrededor y me llenaba del hermoso paisaje lleno de azules y gorriones cantarines. Tiraba piedras hacia el lago. Rememorando un tiempo inexistente y a su vez, siguiendo aquella tradición que le decía que siempre que estuvieran en ese estanque, pidiera un deseo y esa vez. No fue la excepción.
Solo esperaba que su deseo funcionara y que todo terminara bien.
(...)
-¿Cómo te fue en palacio?- preguntaba su madre en tono emocionado. Ajena a toda la realidad que acontecía y como siempre, ciega ante la maldad de la reina a quien consideraba una amiga de su juventud.
No obstante esta vez no podía desenmascararla, debía mentir por su bien.
-Todo bien, mamá. La reina sólo estaba preocupada por mi y Harry-mintió y a su vez se sintió mal ya que no estaba acostumbrada a ello.
-La reina es una gran soberana y una persona tan buena-suspiraba su madre, más lejos de la realidad que nunca, dejando a Ava con un sinsabor.
Odiaba toda esta situación y la realidad era que debajo de todo. Solo había una chica con miedo, por su familia, por sí misma y ¿por qué no? Por Harry también ya que al igual que ella, el tampoco la tenía muy bien ya que su madre siempre había sido excesivamente dura con él.
-Sí, es la mejor-trató de fingir emoción y su madre, quien parecía ver por debajo de su actuación, no se dio cuenta de que en realidad su actitud era por la reina y lo ameritó a otras cosas.
(...)
Los días pasaron y evitaba al príncipe a tal punto que cuando le veía fingía no verle y seguía mi camino.
Esta actitud no hizo más que levantar las sospechas de Dexa, a quien nunca se le escapaba una.
-¿Qué pasa por esa cabecita? No has estado bien y se que algo pasó- me dijo un día cuando nos encontrábamos sentadas en el Afi Cotroceni.
En ese instante miré a Dexa y dudé debido al miedo pero a pesar de todo sabía que podría confiar en ella y es más. Ella me entendería ya que muchas habían sido las veces en que la soberana amenazaba a su sobrina.
La observé nerviosa y con las manos temblando del miedo. Hasta que ella me sonrió cálidamente y tomó mi mano para reconfortarme.
-Es la reina, ella me amenazó...-comencé a relatarle de principio al fin sin guardarme absolutamente nada. Incluso admitiendo parte de aquellos sentimientos que aún sentía hacia Harry pero que me forzaba a olvidar y en ese instante me sentí bien. Dexa me escuchó sin juzgarme ni ponerme peros una sola vez y para el final, mi carga se había hecho menos pesada y mi amiga se encontraba indignada debido a las acciones de su tía.
-Lo que has debido pasar. Es que no entiendo como la reina puede ser tan cruel- cerraba los puños indignada por la situación y me observaba con empatía.
-No se de que te sorprendes si contigo e incluso con Harry ha sido peor-espeto sin reparar en lo doloroso que debieron haber sido mis palabras y para cuando me percaté de la mota de dolor en los ojos de mi amiga, esta apartó la mirada.
-Tienes razón - dijo por lo bajo, más yo la escuché y mi corazón empezó a doler por mi amiga, quien nunca la tuvo fácil ya que prácticamente siempre fue exiliada por su tía, quien se suponía que al ser la hermana de su madre, la debía querer. No obstante, nunca fue así y aunque ella no lo admitiera esto le dolía mucho más de lo que hacía ver.
Así que sin poder hacer más, le abracé.
(...)
A primera hora tenía economía. No podía creerlo. Justo ahora, cuando más necesitaba la distancia la vida me jugaba de sus malas pasada y en todo momento era así ya que siempre que debía hacer algo el destino se empeñaba en que no pasara y fuera justo lo contrario a cómo debía ser y lo peor era que Harry siempre estaba implicado
¿A caso nunca dejaría de ser así?
No podía evitar quejarme, sin embargo, el universo, karma o los mismísimos dioses, nunca me escucharían.
-Vamos Savannah. Tú puedes- me animaba Nicole usando mi nombre de tapadera a la vez que se despedía de mi y Dexa.
Le sonreí débilmente y entré a la clase sin mirar hacia adelante, rezando por que él no estuviera aquí pero para mi desgracia, el brillaba por su presencia.
Llevaba su cabello rubio habitualmente despeinado y sus ojos color bosque estaban posados en un punto fijo, yo.
Me sonreía débilmente, como si no estuviera seguro de hacerlo y sonreí ante la ironía ya que no era usual que el príncipe Harry estuviera nervioso.
No obstante desvié la mirada. No era posible que el me viera observarle cuando debía alejarme de él, cuando debía aparentar que él no existía en mi vida, que no era nadie y lo peor, debía hacerle creer que le odiaba.