Una princesa para el príncipe

Capítulo 15

Estaba sentada en nuestra habitual mesa del comedor mientras ponía patatas fritas en mi boca e Ioan me hacía unas nada discretas señas para que mirara hacia la mesa de enfrente a la nuestra.

En otro tiempo mi reacción hubiera sido distinta. Mientras que ahora, al mirar hacia adelante y encontrarme aquel panorama de Harry besando a Dinah no sentía más que una punzada y el pensamiento de que no sabía hasta cuando seguirían fingiendo. Ni siquiera sabía el porque Harry se permitía seguir las órdenes de la reina cuando el nunca lo había hecho. Sentía como que una pieza no encajaba.

-No puedo creer como le está comiendo la boca- se quejaba Nicole, quien se encontraba a mi lado, a la vez que hacía señas raras con las manos para demostrar su desagrado ante lo que nuestros ojos veían.

¿Pero qué se le podía hacer?  La realidad, absolutamente nada. A fin de cuentas eran sus vidas y sus labios. Ya ellos sabrían donde posarlos.

No podía evitar sentir un poquito de celos y me ponía furiosa este hecho ya que la realidad era que no quería estar así y es más, no podía. Debía recordar mis prioridades.

Debía pensar en otra cosa. Así que aproveché para fijarme en el gran comedor. Era un gran espacio donde se encontraban montones de mesas de metal con finos banquillos del mismo material a cada lado. El lugar estaba pintado de un color rosa pastel y al igual que en un hotel, tenía una mesa bufet donde podías tomar lo que gustases y en otros casos inclusive podías ir a donde el chef para pedirle tu almuerzo, porque sí, al ser esta una institución donde se encontraba la élite de la élite, muchos tenían el derecho a ordenar cosas acorde a sus gustos, aunque claro, solo lo hacían las personas más excéntricas.

Personas que eran una mayoría en este lugar y al observar esto. La clara realidad era que a estas personas les hacía falta un poco de humildad.

Pero esas eran lecciones que te mostraba la vida.

-¿Vamos al bar de la otra noche?-propuso Ioan. Cosa que trajo un semblante de pesar al rostro de Dexa, quien se distrajo moviendo con una pajilla su jugo de arándanos.

-Quisiera pero no puedo ir. Hoy todos los hermanos se reúnen y habrá una cena en el palacio.-nos explicó en un tono decaído que me hizo extender la mano y darle un apretón reconfortante, para que supiera que todo iría bien.

-Conmigo no cuenten. Mamá quiere que la acompañe a una cena de negocios para comprobar la calidad de las nuevas telas de la butique que recién abrió- mencionó Nicole haciendo que como consecuencia, Ioan me observara a mi.

La realidad era que no tenía nada que hacer esta noche y creía que me iría bien un pequeño descanso de todo aquello que últimamente me atormentaba. Necesitaba un tiempo para mí. Así que no veía la salida como una mala opción.

-Me apunto - anuncié a la vez que terminaba mi batido de frutas y le chocaba los cinco a un alegre Ioan.

-Hoy nos divertiremos a lo grande- dijo, haciéndome pensar por un momento en si había tomado la decisión correcta. Aunque bueno, ya no había vuelta atrás y lo que la vida te da recógelo y siémbralo en oportunidades.

Les di una gran sonrisa y me despedí en dirección a mi próxima clase. Tratando de que nadie viera la tristeza que cargaba en mi interior.

Ya que como siempre, sonrisas para ocultar lágrimas y felicidad para esconder tristezas.

Eso siempre funcionaba y la única persona que veía a través de eso simplemente ya no estaba. Al menos no para mí y eso era lo que más destrozaba mi corazón. Llenándome de sentimientos encontrados, sentimientos que siempre callaría y no me atrevería a mencionar en voz alta. Porque la maldita realidad ya era demasiado inminente. No me seguiría engañando. Le amaba, con todo mi ser e incluso más. Era uno de esos amores que describían en los libros, aquellos que muchas veces se le atribuían a los seres sobrenaturales, seres que solo podían amar una sola vez y esa era mi verdad. Le amaba hasta tal punto en que sabía que a pesar de todo una parte de mi siempre le pertenecería, hasta el punto en que sabía que no podría amar a nadie más,( al menos no con la misma intensidad ) al punto en que no podía dormir bien ni estar bien ya que siempre me destrozaba el pensarle y el como habíamos acabado. Aunque lo peor de todo no era amarle. Sino saber que su corazón nunca me pertenecía ya que yo nunca sería ella. La chica a la que defendía en el aula de música y definitivamente alguien a quien amaba mucho ya que Harry nunca defendería de ese modo a alguien que le fuera indiferente y era evidente que esa chica significaba algo para él. Lo supe desde el momento en que escuché ese tono colérico, ese enojo tan solo por hablar mal de ella. Eso no lo hacía definitivamente con cualquiera.

Mi corazón dolía pero estaba bien. Sanaría o al menos eso esperaba. Mientras, seguiría refugiándome en el simple consuelo de la realidad. Harry y yo no estábamos destinados.

El día transcurrió en su curso normal. Asistí a todas las clases, compartí algunas con mis amigos y evitaba a Harry cada vez que le veía en algún pasillo. Siempre con mi mirada al frente, como si nunca le hubiera visto y sinceramente, esperaba que se lo creyera ya que era lo mejor para todos, la distancia. Así evitaríamos problemas con la reina.

Al terminar las clases me dirigí a la empresa de papá para mi trabajo de una vez por semana.

Nada más llegar me recibió con su habitual sonrisa agradable Jiulia, la joven becaria de enconomía que hacía sus prácticas en la empresa.

Me dirigí al despacho de papá y luego de tocar en la puerta y recibir un adelante de su parte me lancé a sus brazos y le abracé fuertemente. De la manera en que solía hacerlo de niña cada vez que me sentía triste o tenía un problema y sus brazos. Como en todas esas veces me reconfortaron.

-Ya pasará mi niña.-me decía a la vez que pasaba sus manos por mi cabeza acariciando mi cabello, reconfortándome.

Luego de unos minutos me separé y después de una sonrisa de parte de papá me sentí mejor.




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