Despierto en una cama desconocida. Es como si el tiempo se detuviera. Paredes grises. Trofeos en una repisa. Cuadros abstractos. Una cómoda y esponjosa cama donde se encontraba una chica pelinegra toda despatarrada y en una posición que parecía casi imposible.
En todo caso, esa chica era yo, Ava. Quien en estos momentos sentía que su cabeza quería explotar. Lo peor, no me sentía alarmada de este lugar desconocido. Era como si de cierta forma lo conociera. De hecho. Lo comprobé cuando de pronto observé una imagen de un guapo chico castaño de amplia sonrisa y ojos verdes junto a una chica rubia de cabello corto y ojos del mismo color, Nicoletta e Ioan.
Sabía donde estaba. No obstante, la pregunta del millón seguiría siendo. ¿Qué hacía aquí?
Sin embargo. No tuve mucho tiempo para pensar ya que justamente en ese momento un teléfono comenzó a vibrar y al encontrarlo me percaté de que el nombre que anunciaba era Ioan.
-¿Ya despertaste princesita?-preguntó en tono cantarino.
-Creo que es evidente.-le gruñí pero solo escuché una carcajada de su parte.
-¿Me puedes decir que pasó ayer?
-Princesa, eso lo descubrirás por ti misma muy pronto. Ahora solo te diré que te reunas con nosotros en el AFI. Tienes algo de ropa de Nicole en la mesita de noche.-dijo y luego colgó, dejándome con más temores y dudas.
Solo esperaba no arrepentirme de nada y estaba casi segura de que esto era un imposible ya que cuando pensaba en el día anterior había una gran neblina, debido a que mis recuerdos se encontraban contenidos.
Pero tarde o temprano sabría.
Tomé aquel vestido veraniego de color blanco junto a una peluca y anteojos (muy parecidos a los que usaba para pasar desapercibida en la escuela) que me habían dejado los chicos y me dirigí hacia el cuarto de baño. Lugar de donde salí con las ideas más claras.
De hecho, había llegado a la conclusión de que pasara lo que pasara evitaría a Harry ya que aquel trato había sido de una sola noche y no podía darme el lujo de olvidar todo eternamente. Aun seguía bajo la amenaza de la reina. Solo esperaba que ella no se hubiese enterado de todo lo sucedido ayer.
Seguí con aquel pensamiento en la cabeza mientras salía de casa de los Ashford, donde no me encontré ni un alma, tan solo el ama de llaves, quien cerró la puerta luego de mi partida.
Estaba tensa. Mis manos temblaban ante las expectación y en el transcurso del viaje en taxi hacia nuestro lugar favorito llamé a mis padres para informarles de que estaba bien.
No obstante, ellos no estaban preocupados y lo más raro de todo es que Harry les había llamado e informado de que estábamos juntos y me quedaría en casa de Nicole desde ayer en la noche. Incluso les había llamado hoy para que no se preocuparan.
No entendía nada. Todo era realmente extraño. A tal punto que me asustaba ya que a rajatablas había aprendido de la vida que todo tenía un precio.
¿Qué cómo lo aprendí? Lo aprendí hacía dos años. Cuando aun enamorada de Harry decidí aventurarme a una relación con Andrei.
La primera vez que le había visto. Su gran parecido con Harry me había cautivado. A mí, a esa ilusa que buscaba en otros a la persona que no podía tener.
Andrei era totalmente distinto a Harry. Era cierto que tenía una hermosa sonrisa y siempre me hacía sonreír. Pero también era más temerario, peligroso y no me generaba mucha confianza. Pero por aquel entonces aquello me atrajo. Solo quería el modelo de un chico de apariencia sombría y salvaje. Lo que no me esperaba era que el destino me tuviera preparada una mala jugada.
Yo no le amaba a él y con el tiempo, esto no pudo hacerse más que evidente. No obstante yo no sabía lo obsesivo que podría llegar a ser él. No sabía de sus medidas de alejamiento de sus anteriores novias, no sabía de lo tóxico y destructivo que podía llegar a ser.
No lo supe hasta que intenté cortarle en aquella salida en auto. Mala elección de mi parte.
-Si no te tengo yo nadie más te podrá tener-esas habían sido las palabras que le había escuchado pronunciar la última vez que le vi ya que unos minutos después desvió el auto de la carretera y caímos en un barranco del cual él no sobrevivió y de milagro, yo lo había logrado.
No obstante, me había llevado tres costillas rotas y una gran herida en el costado derecho que iba desde la cadera hasta el inicio de las costillas.
Pero eso era poco frente al pago que había tenido que ofertar él. Su vida.
De cierta forma aquello siempre me marcaría y me hacía sentir en parte culpable ya que si nunca le hubiera dicho eso aquel día, en aquel auto. A lo mejor el seguiría aquí.
Ese fue mi precio a pagar. El precio por querer tener algo que no estaba destinado a mi, por querer experimentar un poco de amor.
Pero nunca lo hubiese logrado ya que hacía tiempo que yo había entregado mi amor a una persona que jamás lo valoraría.
Mientras, tendría el recuerdo en forma de cicatrices de aquel día que me había dejado tanto enseñanzas como aquel tatuaje de una enredadera que me había hecho para nunca olvidar que el destino siempre tejía sus hilos y yo nunca podría tratar de cambiar su curso.
(...)
En el AFI Cotroceni el ambiente estaba tan agradable como siempre y el lugar estaba tan atiborrado de personas como de costumbre. Pero aún así, a la primera logré encontrar a mis amigos quienes se encontraban en aquella mesa de siempre y al verme agitaron las manos emocionados.
Ya todos estaban allí. Los Ashford y Dexa, quien se encontraba mirando al suelo.
¿Habría pasado algo?
Suspiré y luego de saludar a todos me dejé caer en el cómodo asiento.
La primera en hablar fue Nicole.
-¿Algo que contarnos a Dexa y a mi?
Yo suspiré preparándome mentalmente para soltar los recuerdos contenidos de la noche anterior.
(...)
-Tenemos que salir de aquí, ya esto se me hace aburrido-le dije a Harry a la vez que le tomaba del brazo y nos dirigíamos a la salida.