-Señorita.
No quería despertarme. Aun sentía mucho sueño.
-Señorita, ya es hora de levantarse-insistió la doncella que había dispuesto el palacio para mi.
Me desperecé en aquella cama que aún era extraña y acepté la bandeja con el desayuno que me había traído la chica.
Lyah era su nombre, una chica un poco mayor que yo, un tanto tímida pero agradable. Poseía un cabello castaño corto y unos ojos color miel con una profunda vivacidad. Era una de las personas que mejor se habían comportado conmigo desde que llegué.
¿La situación? Pues, digamos que no era totalmente de mi agrado.
Luego de que me fuera revelado todo tanto mis padres como mi abuela partieron automáticamente rumbo a Grecia la que según me enteré, era mi zona de procedencia.
Pero, esto no fue todo, no era ni de lejos todo. Me dejaron grandes responsabilidades, una empresa a la que manejar, diseños que culminar y por si no era poco, un castillo en el que estar mientras ellos estaban resolviendo todo allá. Lo peor, es que no era cualquier castillo , era nada más ni nada menos que el castillo Iasi, lugar donde compartiría techo tanto con la familia real como con mi adorado esposo, Harry, quien de adorado no tenía absolutamente nada.
-Gracias Lyah-le dije a la chica torpemente antes de que esta saliera por la puerta de mi nueva habitación.
El lugar era enorme. Una habitación estilo victoriano con colores blancos y dorados, una habitación llena de vestidos formales, una rosada salita del té, todo un escenario digno de barbie y la dreamhouse.
Se sentía muy raro, este lugar por más que quisiera que no, se me hacía un tanto impersonal y extraño, ¿extraño por qué?, digamos que más bien es por quién.
El maldito problema era Harry, quien con toda la extrañeza del mundo solía ir cada noche a la habitación sin atreverse a llamar y se quedaba hasta tarde en aquella puerta.
Lo había descubierto hacía una semana cuando me disponía a ir por un vaso de agua a las cocinas y le vi allí, tirado en el suelo.
En un principio pensé que le sucedía algo hasta que me percaté de que solo se había quedado dormido y lo peor es que se excusó patéticamente diciendo que estaba cansado y se sentó frente a mi puerta sin esperar quedarse dormido.
Todo estaría muy bien si no fuera por el hecho de que a la noche siguiente comprobé si Harry estaba ahí y me sorprendió volvermelo a encontrar y lo peor es que le siguieron muchas otras noches. Siempre estaba ahí cuando me iba a dormir y al despertar ya no estaba.
Nunca le entendería aunque algún día esperaba descubrir el mensaje detrás de todo.
Rápidamente me vestí con un sencillo vestido de verano que poseía un hermoso color salmón y me puse unas converse negras que siempre serían de mi agrado, amaba estos zapatos.
La reina no aprobaría mi vestuario pero...
Ella no estaba aquí para verme.
La reina había tenido que salir el día anterior a un viaje de negocios con el rey por lo que para el desayuno me tocaba la desgracia de ver a cierto principito acosador que aunque bien podría decir que nuestra situación estaba mejorando, aun necesitaba tiempo para limar todas las asperezas.
Él había sido un auténtico capullo, como dirían en España, y eso no cambiaría de la noche a la mañana. Necesitaba mi tiempo para perdonarlo, además, tampoco es que él me hubiera pedido unas disculpas por toda la situación, que dicho sea de paso en gran parte era su culpa. Aunque por otro lado, también era la mía y me sentía mal por ello, si tan solo no hubiera probado ese alcohol.
Sumergida en los pensamientos me dirigí a desayunar como cada mañana, no sin antes pasar por la habitación de Dexa, quien luego de que yo me instalara aquí procedió a hacerlo, ofreciéndome su apoyo como la gran amiga que siempre había sido y sobretodo evitando que yo me desmoronara debido a las tantas presiones que ahora rondaban en mi vida, empresas, acuerdos millonarios, protocolos, matrimonios falsos y una vida en un castillo que nunca quise o que al menos en la actualidad no quería.
-Hola primito.-saludó mi amiga a Harry una vez nos sentamos a acompañarle en el desayuno.
Harry asintió con la cabeza y mientras, yo me mantenía en silencio, la mayoría del tiempo evitaba hablar con él, sobretodo para aclarar mis ideas.
-Deberías aunque sea tener la educación de darle un saludo a tu marido, no todos corren con la misma suerte que tú, teniéndome para ti sola, como algo de tu propiedad- picó Harry, como cada mañana, esperando que cayera en sus juegos, pero una vez más no lo haría. Aunque, admitiéndolo esta vez había sido un poco creativo haciendo referencia al tatuaje que él se hizo aquella noche en su pecho, el tatuaje por el que yo pagué a sus espaldas, un tatuaje que aunque estúpido, aun seguía haciéndome gracia ya que justo en su pecho tenía marcadas las palabras <<propiedad de Ava>>
-Ya calla tonto, a veces me pregunto si de verdad tenemos la misma sangre.-le molestó un poco mi amiga, saliendo a mi defensa.
-Imbécil-murmuré por lo bajo y me levanté camino a la salida.
Hoy iría a la empresa y tendría que ponerlo todo en orden. Vendría una visita de una nueva empresa que en poco tiempo se estaba haciendo muy famosa y estaba interesada en nosotros y el lanzamiento de algún producto en conjunto.
No podía perder esta oportunidad, debía cerrar el trato lo antes posible y si lo lograba sería un gran logro tanto para la empresa como para mí, mi primera vez cerrando un trato.
Aunque, ya era cuestión de tiempo. Después de todo papá había dejado la empresa a mi cargo y con esta nueva confianza que se me había dado, no le decepcionaría.
(...)
-Hola Margaret.- saludé cordialmente a aquella chica que papá había dispuesto como mi asistente personal en este tiempo ya que según él, realmente la necesitaría.
-Ya está listo todo el material. Han llamado y confirmaron que vendrían en menos de quince minutos.-anuncia luego de devolverme el saludo.