Una princesa para el príncipe

Capítulo 24

 

-¡Joder no!-grité de pronto cuando volví a escuchar aquellos fuertes toques.

Dexandra Amelia no me dejaría en paz.

-Ya son las 7:30am debes despertar granuja. ¡Ábreme!-seguía gritando, ya llevaba alrededor de diez minutos ahí y no comprendía que no le iba a abrir. La amaba pero tenía mucho sueño.

-¡Vete!

-Se que mi primo está ahí y la reina viene ahora mismo para acá.

Ok, esto si me sobresaltó. Al momento todo me vino a la cabeza y recordé que aquel granuja se encontraba aquí.

Le moví al punto de tumbarle de la cama y él se quejó adolorido, ups! No había sido mi intención. Esperaba que él comprendiera, la reina no podía vernos así, bueno, ni ella ni nadie pero principalmente ella quien aún seguía dándome algo de miedo.

Rápidamente me levanté y corrí hacia la puerta para abrirle a mi amiga Dexa quien me esperaba con los brazos cruzados, me esperaba una buena.

-Te quiero perra.-le grité en un vago intento de perdón y corrí hacia el cuarto de baño en un dos por tres.

Me paré frente al espejo y sonreí <<hoy será un gran día>>pensé tratando de autoconvencerme. Miraba a los tatuajes que habían sido mi apoyo, los que me enseñaban a mirar el pasado y aprender de él. Quité mi ropa de dormir y observé ante el espejo aquella enredadera que me había hecho en honor a mi cicatriz del accidente, aquella cicatriz me recordaba que debía vivir y aquella frase en inglés que tenía en mi costilla izquierda me recordaba que debía amarme y creer en mí <<Trust in you because nobody never will love you like you>> Cada tatuaje me dejaba un significado y una enseñanza válida en mi vida, los amaba como mismo cada día estaba aprendiendo a amarme a mi misma.

Tomé una rápida ducha y salí envuelta en la toalla encontrándome con una Dexa sonriente y sentada en mi cómoda cama.

-¿La reina no venía verdad?-le pregunté mientras negaba y comenzaba a vestirme.

Ella solo río y yo me repetía en la cabeza que ya sabía yo de este engaño.

-No y tú jovencita tienes muchas cosas que contar de camino a la uni.

¡Mierda! Lo había olvidado todo, la espera de mis amigos por las nuevas noticias y el hecho de que hoy era día de clases.

¡Rayos! No podría salvarme de esta.

Y así fue como terminé en casa de los hermanos Ashford, pasándoles a buscar en el auto de Dexa y contándoles todos los detalles a mis amigos.

-¿Entonces inició todo cuando te mudaste al palacio?-preguntó Ioan a lo que yo asentí.

-Pues sí, comenzamos a crear una complicidad que luego se fue acentuando.

Mis amigos se miraron entre ellos y pusieron en sus labios esas sonrisas picaronas que tanto miedo me daban.

-Y seguro que se acentuó más cuando lo descubriste durmiendo cada día frente a tu puerta.-comentó una Nicole risueña

¡Diablos! Jamás debí haber contado esto. Había creado unos monstruos que me harían bullying de por vida. Lo peor de todo era que yo también reía con ellos. Bueno, si no puedes con el enemigo únete a él.

Seguía riendo con ellos de la situación hasta que de pronto caí en la cuenta de algo. Miré a Dexa un instante y esperé que entendiera.

-¡Oh no!- expresó con un notable sonrojo.

-¡Oh sí! Ahora nos contarás qué onda con el chico de anoche.

Así nos pasamos todo el camino, escuchando historias donde nos enteramos de lo que había pasado en la vida de todos en el tiempo en que nos habíamos separado.

Dexa había comenzado a salir con Adair, el cantante de rock local con que el que había comenzado a hablar desde principios de año, solo que nadie sabía que aún seguían en contacto ya que esta se lo tenía bien guardado. Además, este pronto sería presentado a los padres de Dexa quienes eran un hueso duro de roer, el Francis, rey de Francia y la duquesa Marylin, la hermana de la reina y por otra parte, aunque tuviera algo de nervios mi amiga se encontraba sumamente feliz y cómo no hacerlo si con solo ver su rostro podría decir que estaba plenamente enamorada y yo era muy feliz por ella.

Por otro lado nos encontrábamos con los hermanos Ashford quienes también comenzaban a vivir bien, Nicoletta había comenzado a abrir su propia línea de butiques e Ioan por fin se había atrevido a comentarle a sus padres el hecho de que era gay y tal vez en un principio no se lo tomaron del todo bien pero finalmente lo iban aceptando porque a pesar de todo, le amaban y ellos jamás habían sido malos padres para los hermanos.

La institución ya estaba a unos segundos de nuestro camino y antes de bajar todos decidieron algo que me sorprendió mucho.

-Si tú no te ocultas ya nosotros no tendremos porque hacerlo.-me sorprendió Ioan y mis dos amigas también asintieron.

Me dieron un rápido abrazo entre todos y les sonreí, eran los mejores.

-¿Seguros?

Dexa me observó con cariño y Nicole me dio un apretón en la mano mientras Ioan negaba pensando seguramente en que estaba chalada solo por dudarlo.

-Nunca estuvimos más seguros. Es hora de dar la cara.-dijo Dexa y a continuación todos salimos.

Nunca más volveríamos a esconder quienes éramos y a partir de hoy todo cambiaría para siempre.

Jamás me esperé tanto revuelo por nosotros y a pesar de eso vinimos preparados, aquellos guardias del palacio nos habían seguido por una cuestión muy necesaria, nuestra seguridad. Solo no había creído hasta ahora que fuera tan necesario. No lo había hecho hasta que vi a tantas personas hablando y tomándonos fotos. Parecía que estábamos en una alfombra roja y los guardias tenían que ayudarnos a pasar por aquel mar de personas.

Era horrible pero a pesar de todo estaba segura de mis objetivos, afrontar la realidad.

Algunos sabían quién era yo o quien había sido a raíz de mi visita a la galería de arte. Ahí mi persona había quedado al descubierto. Pero, aún había quienes no sabían de ello y me observaban asombrados cada vez que pasaba.




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