Una princesa para el príncipe

Capítulo 26

-Alteza, ¿qué desea?.-le preguntó por enésima vez la azafata a Harry y aunque no podía negar que parecía una escena cliché de libro me enfurecía el hecho de que esta mujer no parecía querer dejarle en paz con sus miradas coquetas, su forma de sonreír y el batir de sus pestañas como si fuera una delicada flor.

Miraba hacia el chico que se encontraba a mi lado mientras yo la observaba a ella mover su largo cabello rojo en una clara señal de coquetería que al parecer Harry no pillaba pero para mi no pasaba desapercibida así que tomé la mano de Harry y la entrelacé con la mía, la mano del anillo, gesto que definitivamente había notado la chica a quien la cara le había cambiado después de ello.

Harry sonrió y negó.

-Mi esposa y yo no deseamos nada más.-sonreí.-No sabía que eras tan posesiva.-susurró en mi oído una vez se había ido la chica.

-No lo soy pero esa chica no paraba de comerte con la vista como si fueras un trozo de carne.

Miré hacia otro lado avergonzada del cómo me estaba comportando, vamos, yo no era así pero bueno, tampoco estaba acostumbrada a este tipo de situaciones y tampoco quería comenzar a acostumbrarme.

Me distraje admirando el sitio. Estaba cubierto de asientos blancos aterciopelados dónde habían dos hileras y en cada una se encontraban ocho asientos en total, dos y dos uno frente al otro y una misma secuencia con otra fila igual y una hilera idénticamente organizada al otro lado que juntos eran un total de dieciséis y me preguntaba si alguna vez se habían albergado tantos pasajeros. Sumado a esto al fondo se encontraba una pequeña habitación que aún no había explorado pero de la que tenía constancia ya que desde que habíamos entrado Dexa y su chico no habían salido de allí y sabía dios lo que estarían haciendo, sinceramente no quería imaginarlo pero con solo pensar ya me había sonrojado.

-Eres tan tierna así de celosa y sonrojada.-me picó el tonto del candelabro a la vez que trataba de moverse de su asiento el cual al igual que el de todos llevaba un cinturón de seguridad, cinturón que a él no le importó ya que olvidándose de la seguridad se lo quitó y procedió a acercárse a mi para plantar un sonoro beso en el puente de mi nariz como cuando éramos niños.

Me removí haciéndome la incómoda y me crucé de brazos cuando volvió a su puesto en un intento de parecer intimidante pero el solo se carcajeó, ¡Maldito!

Mientras le maldecía para mis adentros pude ver como una sonrojada Dexa y un Adair todo despeinado volvían a sus puestos frente a nosotros.

-Dexa que salvaje

-¡Mira como le has dejado!

Decían Ioan y Nicole picando a una si era posible más sonrojada Dexa y mientras, Harry y yo solo nos reíamos de la situación.

-Ustedes no se rían que ya veremos quienes son más salvajes en este viaje.-nos amenazó la rubia loca mientras nos señalaba tanto a Harry como a mi y les sacaba el dedo a Ioan y Nicole dejando a un Fabritzio colorado de la risa que se estaba aguantando.

Nadie quería desatar la ira de Dexa ya que podría ser peor que un grano en el trasero.

-Cariño pero ellos tienen razón.-bromeó Adair y recibió el segundo coscorrón del día, <<¡pobrecito!>>pensé mientras Harry y yo nos mirábamos y volvíamos a carcajearnos ante una sonrojada Dexa que miraba con amor a su chico favorito.

Con distracción comencé a observar por la ventanilla que me indicaba un ya cercano terreno de aterrizaje que me decía que ya estábamos prontos a emprender esta nueva aventura.

Harry me tomó de la mano, dejó un beso en esta y me sonrió con esa sonrisa y esos hoyuelos que me mataban junto con la calidez de esos ojos color bosque que tanto adoraba. No pude evitar devolverle el gesto y acercarme a plantarle un beso en la mejilla.

-Bienvenidos al Monte San Miguel.-presentó una emocionada Nicole una vez aterrizamos.

Habíamos salido ya cuando me percaté de que frente a nosotros se encontraban dos autos un Lexus NX 2022 de color negro, el primer híbrido eléctrico enchufable según rezaba el anuncio que hacía días había visto en la tele, auto que llevaría a Ioan, Fabritzio y Nicole mientras que a nosotros nos esperaba el auto que más había captado mi atención un Koenigsegg, el fantabuloso auto que costaba un ojo de la cara y la mitad del otro, al parecer no escatimaban en lujos y aunque tenía el dinero suficiente como para no tener que sorprenderme aún así lo hacía. El auto era blanco, un convertible precioso que fácilmente pudiera pasar por auto de carreras ya que tenía la rapidez suficiente y si por fuera era sorprendente por dentro era un sueño. No acababa de sorprenderme cuando Harry me ayudó a deslizarme dentro y me encontré con unos cómodos asientos de cuero color gris y un interior totalmente climatizado con un aroma que decía totalmente nuevo.

Dexa desde afuera le sonrió al auto que denominó su bebé mientras Adair a su lado chiflaba tan asombrado como yo ante semejante medio de transporte.

-¿Cómo sabían que este sería el lugar indicado para ambos?-preguntó Harry una vez nos habíamos puesto rumbo a un destino desconocido que al parecer solo Dexa conocía ya que justo detrás de nosotros se encontraba el auto de los hermanos, siguiéndonos.

Dexa esbozó una sonrisa que pude vislumbrar por el espejo.

-A ti te encantan todos los lugares llenos de paz y mar y a nuestra pelinegra favorita aquí presente le encanta todo lo que sea Francia.

Justo ahí tenía su punto y Harry se veía igual de encantado que yo con la idea de estar aquí en esta isla de Normandía en Francia a la que nunca habíamos venido, era una experiencia nueva para ambos.

Seguimos el trayecto en el que veía casitas pintorescas a mi alrededor, un paisaje lleno de verdes y si mirabas al frente te encontrabas con el centro de todo el lugar, un gran castillo con una arquitectura antigua preciosa tal cual cuento de hadas, aunque ese no era nuestro destino.




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