Una revoltosa Misión

05

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Pese a la sensación de dolor que se alojaba en su pecho, decidió decir la verdad a medias. Aclaro su garganta.

—Como su tío lo dijo, seré su nueva niñera, estaré para cuidarlos y su madre aún no llega.

Dijo esto con calma, no quería alertarlos demasiado.

—Estarán en mi casa, mientras su madre viene ¿Está bien? —preguntó mirando fijo a la pequeña Madison.

—No está bien, eres odioso y queremos ver a mi mamá. Mi hermanito no sabe hablar, pero sé que quiere eso. —Dijo entre lágrimas, su vocecita se volvió llorosa, mientras por la piel de sus mejillas corrían gotas salinas humedeciendo sus rostros. —Queremos ver a mamá. ¿Le pasó algo? Ella nunca llega tarde.

Dorian se sorprendió al escuchar las palabras de la pequeña que vestía de princesa. Según el informe que leyó, Madison tenía siete años y un par de meses, pero parecía una adolescente respondona. Sin duda había sacado la inteligencia de su madre, además de su belleza, pero su mirada le recordaba a su fallecido padre. ¿Por qué?

Dejó esos pensamientos atrás; era imposible que tuviera esa misma mirada.

Dorian respiró hondo, sintiendo cómo el nudo en su garganta se apretaba aún más. Tenía que mostrarse fuerte y confiado por los niños, aunque una parte de su ser deseaba estar lejos de ese par de ojos saltones y llorosos.

—Entiendo que estés asustada, Madison —dijo intentando sonar suave, pero que le costaba mantener—. Su mamá está haciendo todo lo posible para volver a su lado.

Madison frunció el ceño, claramente escéptica. Su hermanito, un bebé de apenas un año, balbuceó algo ininteligible mientras continuó llorando. Dorian no pudo evitar sentir un escalofrío al ver sus ojos llenos de lágrimas.

Ejercicio algunos pasos.

—¿Puedo sostenerlo? Le daré un biberón. —Aunque las palabras le salieron con un tono forzado. La verdad era que siempre había encontrado a los niños irritantes y ruidosos, sintió algo más por esta situación, pero no entendía lo que era.

—¿De verdad? —preguntó Madison, con desconfianza y curiosidad.

—Sí, de verdad, además fui amigo de tu madre hace muchos años. —Dijo captando la atención de la niña.

Fuimos más que amigos, la dañé y a ella no le importó tanto, porque se casó luego. —Era lo que significaba realmente: “Fui amigo de tu madre”

—Bien, cuéntame cómo la conociste. —La pequeña miró a su hermano y luego a Dorian. —Te autorizo que lo tomes, pero debes cargarlo con cuidado o te las verás conmigo. —Lo señaló, su advertencia fue tomada como tal.

—Está bien… pero antes debo preparar el biberón. ¿Sabes cómo hacerlo?

—¿Eres un adulto responsable? —Madison lo miró de arriba abajo, dudando. —O ¿Solo eres un adulto maleducado?

Dorian aclaró su garganta, acercándose a tomar entre sus brazos al pequeño regordete de mejillas rojas y ojos llorosos. —Eres un poco brusca, no tienes edad para ser tan mandona y gruñona. —Dijo sin un atisbo de empatía.

No dijo más, tomó al Vicent entre sus brazos y le dio la espalda a Madison, la cual se cruzó de brazos ante su respuesta, bajó de la cama, y lo siguió.

—Sé la edad que tengo, pero mami me enseñó a defenderme muy bien. —Dijo esto con tanto orgullo que Dorian sonrió. —Seré abogada como ella, una abogada debe tener respuestas claras para todo.

—Por supuesto, eres digna hija de Addy. —La pequeña frunció el ceño. Nunca había escuchado que a su madre la llamaran de esa forma.

Maddy, sin la “M” queda Addy —pensó la niña sacando cuenta de inmediato. Su inteligencia y rapidez mental la convertían en una pequeña estratega.

—No llames a mami así —respondió Madison, con un tono desafiante—. Su nombre es Maddy, los diminutivos son tontos.

Dorian se giró para mirar a la pequeña, sintiendo que su paciencia se desvanecía y justo el timbre de la entrada principal se accionó. Miró su celular, la ventanilla del coche descendió mostrando a la rubia. Chloe había llegado.

—Es mi amiga, siempre la he llamado así. —Dijo permitiendo que Chloe entrara a su residencia.

Este no es mi mejor día —pensó de mal humor. Sin duda, será una misión “casi imposible”. Sin embargo, nada le quedaba grande, cuidaría a esos mocosos de Maddy, ignoraría a la resentida de Chloe y terminaría teniendo su ascenso.

Todo en ese orden específico.

—¿Quién llegó? —preguntó curiosa Madison. Descendieron hacia la cocina, donde encendió la estufa y buscó agua embotellada, Vicent jugaba con los botones de su camisa, el olor a bebé no le agradaba.

—Mi ayudante, no podré cuidarlos solo, su tío pidió que una amiga suya viniera.

—Algo le pasó a mamá. —Dijo tomando asiento. —Nunca nos dejaría dormir en otra casa y tú no quieres decirme.

—Debes ser respetuosa. —Madison ignoró estas palabras al intentar recordar que horas atrás tuvo una conversación con su madre, ella le dijo que la amaba y venía a casa.

¿Entonces qué le sucedió a mami? —Esa pregunta resonó en su mente.



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En el texto hay: humor, agente, niños traviesos

Editado: 13.01.2025

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